Según los últimos estudios publicados por la revista Nature, el Amazonas, el pulmón de nuestro planeta, se ahoga. Factores como la deforestación, los incendios, la contaminación y un largo etcétera están produciendo que los árboles no sean capaces de absorber más dióxido de carbono del que se crea. Y es que, de continuar así, el lugar del que nace gran parte del oxígeno que respiramos, alcanzará un punto de no retorno que quizá no logremos revertir. Desde aquí entran en juego factores fundamentales como las políticas de conservación y explotación que se llevan a cabo en este rincón del mundo. De nosotros depende, en la mayor de las medidas, revertir esta situación de forma inmediata. Y, de no hacerlo, las consecuencias serán catastróficas. No obstante, quizá no es tarde. Incluso Chernóbil, donde se produjo una de las mayores catástrofes conocidas por el hombre, se recupera. En las ruinas de esta ciudad ucraniana, no paran de nacer árboles y vegetación, abrazando los edificios abandonados y dando lugar a un inmenso paraje verde en solo unos años. Quizá ahí tengamos un ejemplo de la capacidad de regeneración que tiene la Tierra. El único problema es si seremos capaces de no forzar dicha capacidad.