Los ayuntamientos tienen un derecho-competencia –el “ius honorandi”- del cual hacen poco uso, las más de las veces por falta de imaginación, por burrera, y en otras ocasiones por envidias o porque los merecedores de las distinciones honoríficas no son del partido o agrado del grupo de presión en el poder. Les desagrada o les cuesta reconocer cualquier mérito a alguien que destaca por su ejemplaridad en el pueblo, no se les considera profeta en su tierra. Aquello del París del 68 de “la imaginación al poder” sigue sin llegar a muchísimos de nuestros municipios. No les da para más.

 “De cierto os digo, que ningún profeta es aceptado en su propia tierra” (Lucas 4:24), dijo hace más de dos mil años el propio Jesús explicando Sagrada Escritura en la sinagoga de Nazaret. La sentencia parece que la tomó de un proverbio hebreo anterior, antiquísimo. Lo dijo Jesús al ver que sus compatriotas, en vez de aprovecharse de su enseñanza, le despreciaban. Es Juan (4,44), dice que el mismo Jesús dio prueba de que el profeta en su tierra no tiene honra, es decir, que no es comprendido, ni ensalzado por sus paisanos.

Viene a cuento esta incursión y expresión bíblica tan aceptada y popular por lo general en todas partes a raíz del –cuanto menos extraño- suceso ocurrido en Almàssera donde su ayuntamiento ha acordado iniciar expediente administrativo para nombrar hijo predilecto –desgraciada y lamentablemente a título póstumo, mal y tarde- a un ilustre hijo de la población, Vicente Lladró, mérito y distinción que se le debiera haber otorgado en pleno disfrute de la vida.

 Cierto es que no todos los políticos por ateos o agnósticos son receptivos a la sabiduría y experiencia popular que pueda hallarse o inferirse de los textos bíblicos, pero para ilustrarse civilmente pueden recurrir a obras como la del famoso Maquiavelo, político de reconocido prestigio por la comunidad científica internacional, quien salvando las adherencias de los tiempos transcurridos, de política buena y mala sabía un rato, sobre todo de las cualidades humanas, sociales y políticas debía tener un líder, un dirigente político. A ese conjunto de cualidades, sobre todo  la inteligencia, el sentido común, la lógica, la prudencia, la previsión, Maquiavelo le llamaba “virtú”, capaz de resolver y remover problemas y obstáculos, en vez de crearlos sin sentido y necesidad. El buen político, buen líder o jefe,  para Maquiavelo era el inteligente, el competente, el audaz, el instruido, no el pacato, temerario e irracional.

 La decisión de parte de la Corporación Municipal de Almàssera de querer declarar sólo a uno de los tres hermanos Lladró –¿por ahorrarse dos pergaminos?- hijo predilecto ha extrañado y asombrado en general, especialmente en el mundo de la economía valenciana, al igual que en el pueblo, donde muchos vecinos durante bastantes años han tenido trabajo y salario gracias a que entraron allí por el simple hecho de ser o vivir en Almàssera.

 Los tres, de familia humilde, que comenzaron su vida arañando la tierra como labradores para poder comer, levantaron desde menos cero un imperio que llegó a casi todos los países del mundo. Eso es ejemplar, más ahora en la época de los ninis y de los botelloneros, de las grandes dificultades. Llevaron siempre en sus biografías y en sus corazones el nombre de Almàssera. No hay en ningún escrito en los miles de idiomas del mundo que se habla del milagro de las Porcelanas Lladró que no se cite a los tres juntos y a Almàssera, pueblo al que pusieron en el mapamundi. Cualquier persona leída o viajada de sobra sabe de esta realidad.

 Los tres metieron gente en la fábrica, los tres ayudaron a mucha gente, los tres acudían a los actos más tradicionales de Almàssera, en fábrica los tres recorrían personalmente a diario todas las instalaciones y se interesaban por los trabajadores y sus problemas familiares, hasta los tres quisieron instalar en Almàssera la fábrica y no se les facilitó la operación.

 Hay muchos más motivos, de otras índoles, para reclamar que el título de predilecto sea para los tres hermanos, entre ellos que en su casa en guerra se salvó la imagen de la Virgen de los Desamparados; que la segunda torre campanario, de uso civil y religioso, que le faltaba a la iglesia, hecha por Fenollosa, se financió con dinero Lladró; que algunos guiones que salen en las procesiones fueron pintados por los hermanos Lladró, etc… Sería una lista inagotable.

 

El argumento de Vicente

 Más, en mi parecer, el gran argumento para apoyar que sean los tres hermanos predilectos –Juan, José y Vicente- precisamente nos lo ofrece el propio  Vicente, que fue siempre el moderador, el atemperador, el pacificador, y creo se sonrojaría serlo él sólo y puede que incluso no aceptara el título de Hijo Predilecto, si no fuera compartido con sus otros dos hermanos, muy a pesar de las lógicas diferencias de criterios que tuvieran en el devenir de la fábrica.

El libro de Vicente Lladró

 Afirmo tal cosa basándome en un escrito suyo de su libro “Así lo viví y así lo cuento”, cuyo texto es la transcripción de cintas magnetofónicas que él mismo fue grabando. Un amigo personal suyo, el P. Ángel Navarro fue pasando el audio a su vieja máquina de escribir, dándole una exquisita forma literaria. Aprobado por Vicente Lladró, el texto fue enviado a la imprenta y el P. Ángel me llamó para que revisáramos entre los dos las galeradas. Quedó un libro precioso del que se hicieron varias ediciones.

 Al surgir la polémica de por qué se quiere hacer predilecto a uno y no a los otros dos hermanos, aprovechando que un accidente me tiene retenido en casa y con más tiempo para leer, he sacado de la estantería de mi biblioteca uno de los dos ejemplares que me regaló Vicente, y he encontrado la cita que recordaba. Consta en la página 177, justo el último párrafo del libro, el de cierre y despedida.

 Está bajo una foto en la que aparecen los tres sonriendo, afables, felices, en un acto homenaje que les hicieron los trabajadores, subtitulada “La imagen más deseada”. Y escribe Vicente Lladró: “En ella se nos puede ver juntos a los tres hermanos en una actitud con la que me gustaría que se nos recordara… Es para mí la imagen más deseada, la que me gustaría decir que nos representa mejor que ninguna otra, y que guardo como un tesoro”.