Un cóctel de condiciones adversas es la chispa perfecta para un incendio forestal pero, también, la combinación ideal para complicar su extinción. La Comunitat Valenciana reúne este sábado todos los requisitos de la conocida como regla del 30 por los expertos en la lucha contra el fuego.

Qué es la 'regla del 30' de los incendios

En el ámbito de los incendio forestales, se conoce como regla del 30, entre otros nombres como 30/30/30, a la coincidencia de factores meteorológicos como la temperatura, el viento y la humedad que, bajo unas condiciones concretas, provocan un aumento del riesgo de incendios.

En concreto, para la regla 30/30/30, es necesaria una temperatura superior a los 30ºC, unas rachas de viento que sobrepasen los 30 km/h y una humedad relativa en el aire que sea menor al 30 %. Estas condiciones son, según los expertos, tres factores que disparan el peligro de incendios forestales. No solo eso, al riesgo de que se inicie un fuego, estos tres factores complican mucho las labores de extinción.

A estas tres condiciones climáticas se puede añadir la falta de humedad en el terreno: el riesgo aumenta si no ha llovido en los últimos días. El calor y la humedad no son, en cualquier caso, tan decisivas como la fuerza del viento a la hora de lograr extinguir el fuego.

Del factor climático al humano: más allá del 30/30/30

La regla del 30 sirve como termómetro para anticiparse al riesgo de incendios, pero no es infalible. Hay, además del condicionante climático existen otros como el factor humano, decisivo en el inicio y capacidad de extinción de un fuego.

El progresivo abandono de las zonas de interior ha acarreado la ausencia de trabajos y funciones que permiten la limpieza del bosque. El pastoreo, por ejemplo, permite evitar la acumulación de elementos que sirven tanto de alimento a los animales como de combustible ante un incendio. La diáspora rural de la España interior hacia los grandes núcleos de población ha favorecido el aumento de la maleza en las zonas de montaña.

Las políticas e inversiones en limpieza de bosques, la formación y contratación de bomberos forestales, así como la concienciación y educación ambiental resultan claves para evitar posibles incendios más allá de los días de verano en los que el calor pone en riesgo la flora y fauna de nuestras montañas.