Ha fallecido en el Hospital 9 de Octubre afectado de una grave enfermedad que le cusaba desde hace meses el fotógrafo Manolo Guallart, especializado en temas religiosos y de la Iglesia en València. Empleado de banca en su jubilación se dedicó por completo a la fotografía en su vertiente religiosa, habiéndose convertido en el fotógrafo siempre presente en cualquier actividad relacionada con la vida de la Iglesia en València.

Colaboraba con la agencia informativa AVAN, del Arzobispado de València, y con la Real Basílica de la Virgen en todo aquello que se le pedía o él mismo sugería de forma voluntaria y desinteresada, así como con cualquier asociación religiosa que demandaba sus servicios.

A pesar de saber de la gravedad de su enfermedad, puede decirse de él que murió con las botas puestas, con la cámara en la mano, no quiso retirarse y entre los trabajos realizados vocacionalmente estuvo el ser el fotógrafo del recorrido de la imagen de la Virgen de los Desamparados por Valencia y pueblos de la Diócesis con motivo de la Virgen.

Estampas de la patrona

Y el ultimísimo de todos fue hace pocos días cuando el rector de la Basílica de la Virgen, Jaime Sancho, le encargó hacer las nuevas estampas de la Patrona de Valencia, que él mismo hizo en el camerino.

Al terminar el trabajo se presentó en el hospital y ya fue ingresado en la unidad de cuidados intensivos para tratamiento y donde falleció. Sabiendo de su gravedad, quiso él mismo hacer el trabajo y dejó dictadas a sus colaboradores instrucciones para la edición final de las nuevas fotos de la imagen de la Virgen de la que era un gran enamorado. Paralelamente llevaba adelante varios blogs de fiestas y tradiciones valencianas y vicentinas, así como de espiritualidad.

Preparación cristiana

Con tiempo fue preparándose para afrontar el hecho de la muerte y durante un tiempo en su propio blog iba explicando el proceso de su enfermedad desde una óptica profundamente cristiana, lo que asombraba como también su gran actividad gráfica al servicio de la Iglesia, sin que se le advirtiera cansancio alguno. Lo hacía todo con gran naturalidad.

Quienes desconocían su estado en absoluto podían detectarlo dada la actitud, la profesionalidad y la que tenía, una actitud admirable y valiente que le mantuvo muy vivo y activo hasta el final. En la terminología de los valores evangélicos puede afirmarse de él que aprovechó y rentabilizó los talentos de que Dios le dotó al máximo.