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Ata Mohammad

Refugiado en València: "No sé qué hacer ni cómo ayudar a mi familia en Afganistán"

Ata sigue sin respuesta de su familia desde hace dos semanas. fernando bustamante

Ata Mohammad huyó de Afganistán en 2016 y finalmente se instaló en València, pero hoy siente la angustia del que sigue allí. Han pasado 15 noches desde que no recibe noticias de sus padres y sus hermanos: «Me mandaron un vídeo, me decían, mira, escucha esto, y se oía una bomba, no había luz, todo era oscuridad». Bomba y oscuridad. Son las palabras que repite una y otra vez, buscando una solución. La desesperación y el déjà vú está en los ojos de Ata, que no tardan en humedecerse.

La familia de su mujer, Palwasha, sí ha podido contactar con ellos desde la segunda ciudad más importante de Afganistán, Kandahar, tomada el viernes 13 de agosto por los talibanes. «Estuvimos media hora hablando con ellos, nos pedían que por favor les ayudáramos a salir de Afganistán, pero no sé qué hacer ni cómo ayudarles», cuenta Ata con desesperación e impotencia.

La ciudad de Kandahar es la segunda más grande de Afganistán, con 614.000 habitantes, y un gran feudo pastún. Una localidad, explica Ata, donde «siempre ha habido mucho control talibán». Pero desde el domingo pasado, lamenta, «va a ser mucho peor, sobre todo para las mujeres, que no podrán salir de sus casas sin un burka».

Ata se rompe cada vez que recuerda el terror que están viviendo en su país, porque el que lo vivió no necesita imaginarlo. Teocracia fundamentalista y mujeres a las que no se les permite estudiar ni trabajar. Él, junto a su familia, pudo escapar hace cinco años del ‘reino del terror’ con un país a merced de los talibanes. Antes de huir, «tenía un trabajo mejor que cualquiera que pudiera encontrar aquí, y una casa mejor, pero teníamos miedo», asegura temblando.

Cuando dejó en 2016 su hogar en Kandahar junto a su mujer y sus tres hijos solo llevaba la ropa puesta. Nada más. No les acompañaban maletas ni recuerdos. Un viaje desprovisto de todo, de Kandahar a Kabul, a las 5 de la madrugada sin un rumbo concreto, pero con la certeza firme de no volver. «No sabíamos a dónde íbamos, es imposible que lo supiéramos, teníamos que buscar una manera de salir, y estuvimos 2 o 3 meses tratando de averiguar esa salida», relata con amargura.

En su huida, los intervalos de tiempo son difusos, pero la angustia de escapar y vivir sin rumbo cada día, la recuerda a la perfección. Escapar fue más complejo con un niño con parálisis cerebral, su hijo, el pequeño Osman, que junto a su mujer Palwasha, y sus otros dos pequeños, Jamil Ahmad, Monir Ahmad, pasaron 2 o 3 meses andando y en coches «repletos de mujeres y niños, pegados y agachados en el maletero» hasta llegar a Irán.

La desesperación no terminó al salir de Kandahar. De Irán viajaron a Turquía, donde, cuenta, «acabamos dentro del mar y tuvimos que nadar durante más de 2 horas», recuerda con terror. Su embarcación se hundió. Llegaron al campo de refugiados de Idomeni, en Grecia y, entonces, Bomberos en Acción inició una campaña de presión que acabó llevando a toda la familia al Centro de Acogida a Refugiados (CAR) de Mislata (València).

El horror vuelve en sueños

El viaje parece terminar cuando en 2016 llegan a València, pero para la familia afgana el recuerdo permanecerá eternamente. Ata asegura soñar muchas noches con «el horror» de su país y cuenta cómo su hijo mayor, Jamil Ahmad, sigue recordando aquellos meses: «A veces a la 1 o a las 2 de la madrugada se levanta y llora. Me dice que recuerda la crudeza del mar, el coche y la policía», comenta angustiado.

El desconsuelo se agrava cada vez que piensa en el destino de su familia, con la que antes, afirma, siempre podía hablar.

Desde la toma de Afganistán por los talibanes, el recuerdo de la huida con sus vidas en peligro y la sensación de impotencia es constante: «¿Cuántos años más sufriremos esta guerra? Llevo desde que nací viviendo lo mismo», comenta con tristeza.

Desde este pasado domingo, la familia del pequeño Osman permanece pegada a la televisión, preguntándose, también, «qué será de los millones de afganos que necesitan escapar de esta guerra».

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