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"Si se repiten los errores de Siria la crisis de refugiados está servida"

El desenlace en Afganistán era esperable, las promesas de los talibanes no son de fiar y urgen corredores seguros para los huidos del régimen: los expertos valencianos desgranan las claves de la crisis

Refugiados sirios. Save the Children

La caída de Kabul a manos del extremismo islámico y las escalofriantes imágenes de quienes intentan huir del régimen talibán después de dos décadas de intervención occidental han desencadenado un terremoto geopolítico a escala global que abre nuevos interrogantes en el horizonte.

La primera pregunta que se hace cualquier no iniciado en el interminable conflicto afgano es si el desenlace que ahora conmociona al mundo era previsible e inevitable. Entre los investigadores y expertos del ámbito académico valenciano la respuesta es unánimemente afirmativa desde que Estados Unidos confirmó la retirada de sus tropas.

«Anunciar la salida no fue muy prudente y ha habido cierta ingenuidad y una falta de conciencia de la realidad, de lo que podía pasar. Los talibanes ya tenían montada una estructura paralela de gobierno, estaban preparados para controlar la situación y han actuado con rapidez», reflexiona Pilar Pozo, profesora e investigadora de la Universitat de València (UV).

«Lo que no era tan previsible es la rapidez con la que se desmoronaron el ejército y las estructuras de gobierno afgano», matiza Consuelo Ramón, catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales y directora del grupo de investigación de la UV sobre geoestrategia para la paz.

«EE UU lleva 20 años en Afganistán y ha sido incapaz de ayudar a construir un sistema político aceptable, transparente, democrático y justo para los ciudadanos. El nivel de corrupción era muy elevado y la población no ha dejado de sentir que estaba siendo ocupada por una potencia extranjera», agrega el también catedrático Jorge Cardona, presidente de Unicef en suelo valenciano. Siguiente pregunta. ¿Son fiables las concesiones que prometen los talibanes? Esta vez la respuesta es un rotundo no.

Jorge Cardona, Consuelo Ramón y Pilar Pozo. ED

«A la vista de los antecedentes, esas promesas no parecen fiables, aunque no cabe excluir que rebajen su radicalidad», observa Consuelo Ramón, para quien el grado de represión dependerá en buena medida de la presión internacional, sobre todo de Pakistán, China y Rusia. «Los talibanes tienen el máximo interés en preservar el control de la ruta de la heroína, que se nutre de los cultivos de opio de Afganistán. Ahí se pueden centrar buena parte de las presiones», subraya.

«Van a aplicar la ley islámica de modo radical. Aunque digan que las niñas podrán estudiar, solo podrán estudiar el Corán. La mujer quedará en una posición de sumisión y sin poder recibir educación para liberarse económicamente», expone Cardona.

Para Ramón, lo que más preocupa en todas las cancillerías es el peligro de expansión del islamismo radical. « Los talibanes creen en la interpretación literal de la jihad como guerra santa, pero una cosa es que se conviertan en santuario para los movimientos islamistas radicales, lo que es muy verosímil, y otra que tengan capacidad para ser agentes protagonistas del terrorismo internacional de filiación islamista. Para eso hacen falta fuertes aliados que serían los verdaderos centros de decisión», apunta.

«Afganistán será un refugio de islamistas radicales, pero no más que en el pasado. Los talibanes no han apoyado el terrorismo», recalca en la misma senda Cardona. Para el experto, las potencias occidentales quedan en una posición «esquizofrénica» porque la situación «es la misma» que hace 20 años. Es muy difícil dictaminar cuál debe ser la respuesta de la comunidad internacional: las sanciones al nuevo régimen, a su juicio, solo le reportarían más apoyo de la población.

«En muchos países se violan los derechos humanos y no se plantean intervenciones. El único modo de combatirlo es con educación y desarrollo económico», abunda. Pilar Pozo subraya lo intrincado de un territorio donde confluyen los intereses de varias grandes potencias. «Hay países que se sirven de los movimientos yihadistas para su política exterior, aunque ni a Rusia ni a China les interesa su expansión».

Un «cementerio de imperios»

¿Fue un error la intervención de 2001? «El juicio depende de si pensamos que el objetivo era crear un país democrático (una empresa desesperada: no se puede hacer pasar a un país del siglo XIV al XXI en 20 años), o más bien neutralizar un foco del terrorismo internacional. Este segundo objetivo se consiguió parcialmente, pero puede volver a empezar», alerta Ramón. «Afganistán como cementerio de imperios es un tópico que no deja de repetirse y que se demuestra a cada intento», indica.

«La intervención desatada por Bush jr., a pesar de contar con una enorme financiación, ha tenido enormes errores de planificación, con una multiplicación de víctimas civiles y con periodos de represión feroz de la población, remacha.

«No se destinaron suficientes recursos a vigilar a los talibán cobijados en Pakistán. Hubo 6 o 7 años de especial relajación, cuando EE UU se centró en Irak», opina Pozo. «La invasión fue un error, una venganza por el 11-S. Bush quería sangre, aunque no fue el régimen talibán el que atacó a EE UU», sentencia Cardona.

El catedrático ve con preocupación el destino de los huidos. «Tiene que haber un compromiso fuerte de la comunidad internacional para ayudar a encontrarles refugio». Consuelo Ramón augura un número muy considerable de desplazamientos forzados y urge a facilitar corredores y vías seguras con la necesaria implicación de Rusia, Pakistán o China.

«Si volvemos a repetir los errores a raíz de la guerra en Siria tendremos servida la crisis», zanja, llamando a desterrar la tesis errónea de que la UE puede verse desbordada por la llegada de afganos.

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