Serán los técnicos encargados de la investigación los que determinarán las causas exactas de lo ocurrido en el inesperado colapso de un bloque de viviendas de Font Nova, pero son muchos los vecinos que no dejan de preguntarse si el derrumbe tuvo su origen en las fuertes lluvias que cayeron en la zona pasadas las doce del mediodía. «Cuando dejó de llover hubo quien comentó que había visto una grieta», mencionó Maite Alarcón, una de las propietarias del bloque afectado. La catástrofe ocurrió pocas horas después de una fuerte tromba de agua que afectó de forma especial a la urbanización Font Nova. «A nosotros también nos pilló la tormenta de la madrugada anterior, pero es que a la mañana siguiente cayó mucho más que en el resto del pueblo», aseguró una vecina. Tomás Alonso, el responsable del restaurante de la urbanización, comentó que cayó «un diluvio sobre las 13.00 horas, apenas seis horas antes del derrumbe». Otro detalle que también comentó ayer un matrimonio de Zaragoza fue el hecho de que esa mañana, la cerradura de la puerta costaba de cerrar. Algo que, sin embargo, podría no tener relación ya que se solucionó aplicando desengrasante. Compañías de seguros ya enviaron ayer a ingenieros forenses a analizar la zona.

Pocas anomalías

El edificio llevaba construido 32 años y contaba con todos los permisos. «La misma noche el arquitecto del ayuntamiento los encontró en perfecto estado en el archivo municipal, y son de 1989», comentó el alcalde, Andrés Martínez. En esta línea, los vecinos destacan que aunque se han llevado a cabo algunas actuaciones en algunas anomalías, estas habrían sido escasas y comunes. «Algunas filtraciones en terrazas, humedades y arreglos en fachadas por juntas de dilatación», detallaron. Pero nada que hiciera pensar un daño estructural tan grave como para que se viniera abajo en apenas unos minutos. En este sentido, otra de las vecinas, Arantxa Ríos, destacaba que en las tres décadas como propietarios «no hemos tenido que pedir ni un parte al seguro, ni tampoco habíamos sufrido una filtración de agua».

De las 55 viviendas que formaban parte del bloque afectado, el más próximo al límite con el parque natural de la Serra d’Irta, fueron 18 las que se vinieron abajo. El resto presenta daños diversos, aunque hay una parte que, al menos en apariencia, no muestra problemas. Durante la tarde de ayer, mientras se trabajaba en el puesto de mando avanzado con toda velocidad, se podía ver cómo estaban los balcones abiertos, las toallas tendidas e incluso bebidas encima de las mesas de las terrazas. Todas ellas fueron desalojadas a toda velocidad y en unos días se tendrá que estudiar a fondo su destino. Además, no se descarta que se pueda analizar el resto de bloques de la urbanización.

Una zona tranquila

Aunque Peñíscola suele experimentar un gran bullicio en los meses de verano, la zona de Font Nova, situada a varios kilómetros, suele caracterizarse por ser un lugar tranquilo incluso en pleno mes de agosto y cuando los niveles de ocupación son elevados. La mayoría son segundas residencias de gente de Navarra, Aragón o la propia Comunitat Valenciana, que aprovecha cualquier periodo vacacional o puente festivo para pasar unos días en la zona. Esa es la impresión que se llevan todos aquellos que pasan por sus calles cuando acuden al parque natural a hacer una ruta de senderismo o practicar el ciclismo de montaña.

La paz en Font Nova solo se rompe en situaciones muy puntuales, como cuando se han tenido que desalojar algunas viviendas en las partes más próximas en la montaña ante un incendio, sin que nunca se hubiera tenido que lamentar la más mínima desgracia. Una vez queden esclarecidas las incógnitas, toda la familia que forma parte de la ubanización desea recuperar la calma perdida.