No más de tres grupos a la vez, con un tope de dos personas por familia y durante diez minutos. Los propietarios e inquilinos de la urbanización Font Nova tuvieron que ir a toda velocidad para recoger sus enseres básicos. No podrán regresar hasta que haya un primer informe del estado de la estructura, y siempre que se tenga la garantía de seguridad.

Pero no todos los que pudieron entrar en los apartamentos del bloque derrumbado tuvieron 10 minutos. El tiempo tasado para Daniel Martínez fue justo la mitad, debido a que estaba más cerca de la parte más dañada. Preguntado por cómo se sintió al acceder, afirmó que la visión fue «como si estuviera en Chernóbil», con las cosas tal y como las dejó el miércoles por la tarde, cuando salió a dar un paseo.

Jessica García es una vecina de Mataró que vino a pasar unos días para alquilar un apartamento. «Cuando llegamos comentamos que el sitio nos dejó encantados y estábamos planteando volver en otra ocasión», dijo. Llegó el lunes «y el miércoles nos encontramos con este percal», señaló. Tanto ella como cuatro niños estaban en el interior del piso cuando ocurrió el primero de los desplomes. «Salimos por el balcón que da a una de las calles», comentó.

Mar López ya estaba apurando las últimas horas de una estancia de unos días cuando ocurrió el desplome. «Éramos dos parejas», comentó. El suceso les ocurrió estando dentro, y pudieron estar a salvo al cabo de unos momentos, no sin pasar muchos nervios. «Cuando salimos vimos que faltaba una de las escalera, señaló.