El regidor de Devesa-Albufera, Sergi Campillo, coincide con el presidente de la junta rectora en que el parque natural ya sufrió hace 50 años el colapso que ahora atraviesa el Mar Menor, cuando el desarrollo urbanístico de los municipios de los alrededores y los vertidos la convirtieron en una laguna eutrófica dominada por el fitoplancton debido al exceso de nutrientes, que contribuyeron a dar al agua el tono verdoso.

El edil, sin embargo, contrapone la progresiva mejora del estado de l’Albufera con el proceso de degradación de la laguna murciana como consecuencia del desarrollo sin freno de la industria agrícola y el exceso de nutrientes y fertilizantes derivados de los vertidos.

«Es muy triste que lo que pasó aquí durante el franquismo ocurra en el Mar Menor en pleno siglo XXI», incide el concejal, que achaca la responsabilidad a una «falta de cultura de la protección» y al Gobierno de la Región de Murcia por permitir la expansión agroindustrial desaforada «en vez de hacer inversiones». Campillo confía en que las actuaciones previstas en l’Albufera mejoren considerablemente la calidad de las aguas del humedal, aunque se estén desarrollando con mucha mayor lentitud de lo esperado.

En el último plan de cuenca, el Gobierno reconoce una década perdida en cuanto a inversiones, aunque promete desembolsar 135 millones en 5 años para salvaguardar el paraje. Otra batalla es la que libran la junta rectora y el ayuntamiento con la Confederación Hidrográfica del Júcar para que se mantengan unas aportaciones estables que garanticen un caudal ecológico en el parque.