Reducir las desigualdades y que nadie se quede atrás. Es el eje central del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 10 de las Naciones Unidas dentro de su Agenda 2030... cuya consecución se ha convertido en un logro todavía más difícil de conseguir a causa del impacto de la crisis del coronavirus en todo el planeta. Y es que los efectos económicos de la covid-19 han impactado con mayor virulencia en los más pobres y las comunidades ya de por sí más vulnerables. Es decir, esas desigualdades ante las que se trata de luchar se han incrementado ostensiblemente en los dos últimos años, según advierten las propias Naciones Unidas. De este modo, alcanzar de aquí a 2030, como se había planteado, mantener el crecimiento de los ingresos del 40 % más pobre de la población a una tasa superior a la media nacional, se ha convertido en un reto aún más complicado si cabe.

Estas desigualdades, que se producen dentro de los propios países, se han convertido en un continuo motivo de preocupación para la ONU. El último lustro hacía ver que se estaban obteniendo algunos resultados positivos en su reducción, aunque de forma paulatina. Sin embargo, la irrupción de la pandemia ha aflorado e incrementado esas desigualdades económicas.

Así, por ejemplo, ha aumentado significativamente el desempleo mundial y se han recortado drásticamente los ingresos de los trabajadores, entre otros aspectos. A su vez, los países con sistemas sanitarios más deficientes -y con más dificultades para acceder a las vacunas- se enfrentan a nuevas crisis humanitarias. A todo ello se suman situaciones como la que está padeciendo actualmente el pueblo de Afganistán, en la que miles y miles de refugiados huyen de la opresión que sufren en su país.

Ante todo ello, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, apeló a la solidaridas con las poblaciones más pobres y vulnerables del mundo, que necesitan ayuda urgente para responder a la peor crisis económica y social en generaciones. «Ahora es el momento de cumplir con nuestro compromiso de no dejar a nadie atrás», pidió.

En ese sentido, las Naciones Unidas han reclamado «un refuerzo extraordinario del apoyo internacional y del compromiso político», incluido un refuerzo de la financiación a través del Fondo de las Naciones Unidas de Respuesta a la Covid-19 y Recuperación que aspira a apoyar a los países de ingresos bajos y medianos, así como a los grupos vulnerables a los que están afectando en mayor medida los efectos socioeconómicos de la pandemia. Asimismo, emplaza a aprovechar estos momentos de crisis como una oportunidad para invertir en políticas e instituciones que puedan dar la vuelta, precisamente, a la situación de desigualdad.

El 10 % más rico de la población mundial se queda con hasta el 40 % de los ingresos mundiales totales. Mientras, el 10 % de la población más pobre solo obtiene entre el 2 y el 7 % de los ingresos totales. Así lo advierten las Naciones Unidas, que insisten en que la desigualdad en los ingresos, además, va en aumento. De hecho, según aseguran, en los países en desarrollo, en los últimos años, las desigualdades se han incrementado un 11 % si se considera el aumento de la población.

Los datos que tiene la ONU indican, además, que la desigualdad de ingresos ha crecido en las últimas décadas en casi todo el mundo, siendo más notable este incremento en el Oriente Medio.

Para tratar de frenar este aumento de las disparidades, las Naciones Unidas reclaman que se adopten políticas sólidas que empoderen a las personas con bajos ingresos y promuevan la inclusión económica de todo el mundo, independientemente de su género, raza o etnia.

Asimismo, el organismo supranacional recuerda que la desigualdad de ingresos es un problema mundial que requiere soluciones globales, y apela en ello a trabajar por lograr cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 10. De este modo, ponen como ejemplo de medidas para poder alcanzar esta meta la mejora de la regulación y el control de los mercados y las instituciones financieras, el fomento de la asistencia para el desarrollo y la inversión extranjera directa para las regiones que más lo necesiten. A su vez, consideran también un factor clave para salvar esta distancia el facilitar la migración y la movilidad segura de las personas.