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El negocio tras las enfermedades raras

Los fármacos huérfanos tratan enfermedades tan raras que su rentabilidad es precaria. En teoría. En los últimos años sus precios se han disparado. Mientras los Estados cierran la bolsa y los pacientes se quedan sin medicamentos, Europa busca cómo atajar las malas prácticas.

El negocio tras las

Rocío Pérez, de La Palma del Condado (Huelva), tiene lipodistrofia, una enfermedad rara que impide la acumulación de grasa bajo la piel. También genera problemas metabólicos, que pueden acabar en diabetes e incluso en muerte en los casos graves. «Todo lo que recuerdo de mi vida es con lipodistrofia. Mi cuerpo está en lucha diaria contra unas condiciones no adecuadas para la vida». Así describe Rocío su situación. La buena noticia es que existe un medicamento: la metreleptina. La mala es que ese tratamiento cuesta un promedio de 250.000 euros al año, según estimaciones de Aelip, la asociación de afectados.

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Hay una decena de pacientes en España que han accedido a esa terapia durante un ensayo clínico, explica David Araujo, del Hospital Clínico Universitario de Santiago, experto de referencia sobre lipodistrofia en España. Pero el Ministerio de Sanidad ha cerrado el grifo: no va a pagar para tratar ningún paciente más.

Por este motivo, el doctor que había solicitado la metreleptina para Pérez en febrero de 2020 recibió una negativa por respuesta. «Llevo cuatro años inyectándome insulina y diez con una dieta estricta. Cuando se dispare el metabolismo de las grasas tendré un problema. Sin embargo, comprar el medicamento por mi cuenta es implanteable», lamenta la paciente.

La Agencia Europea del Medicamento (AEM) aprobó el fármaco en 2012 y los Estados empezaron a negociar el precio con la farmacéutica productora. Pero en septiembre de 2020, la comisión de precios de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps) rechazó su comercialización generalizada en España, argumentando «incertidumbre respecto a su beneficio clínico» y «enorme impacto económico».

«Me quedé sorprendido –dice Araujo–. No entro en el asunto del precio, que es cuestión de presupuestos. Sin embargo, me molestó que el argumento fuese la falta de eficacia». De los potenciales usuarios en España –una veintena según el médico–, una mitad recibe el fármaco, y la otra, no.

La metreleptina es un medicamento huérfano. La AEM concede esta designación a fármacos para enfermedades raras (huérfanas) que no representan un buen negocio para las farmacéuticas. En 2000, la UE aprobó una regulación para superar este problema: establece que la designación garantiza al productor la autorización exclusiva de comercializar el fármaco durante diez años, entre otras ventajas. Tras esta regulación, un número sin precedentes de medicamentos huérfanos ha llegado al mercado. En 2019, la AEM contaba 174 autorizados.

Escalada de precios

Sin embargo, hay algo que falla. Por ejemplo, España financia solo el 40 % de los huérfanos con autorización comercial de la AEM, según datos de la Asociación Española de Laboratorios de Medicamentos Huérfanos (Aelmhu). En los últimos años, los precios de los medicamentos huérfanos han alcanzado cotas fenomenales. Ante esta escalada, corre la preocupación entre médicos y pacientes de que los estados empiecen a cerrar la bolsa. ‘El Periódico’ -perteneciente a Prensa Ibérica, el mismo grupo editor que Levante-EMV- ha investigado esta cuestión con el apoyo de la beca Investigative Journalism For Europe.

El caso de Pérez no es una anécdota. Algo parecido le ocurre a Nora Navarro, una niña de 10 años de Viladecans (Barcelona) que tiene atrofia muscular espinal (AME). Esta enfermedad rara afecta gravemente al desarrollo muscular. De 2018 a 2020, Nora recibió Spinraza, el tratamiento más avanzado disponible en España, cuyo precio ronda los 400.000 euros durante el primer año de uso, según la Organización de Consumidores e Usuarios (OCU). Pero después, el Servei Català de la Salut se lo retiró por incumplir los baremos fijados. «Como no mejoraba lo suficiente, se lo quitaron», constata Silvia Ruiz, la madre de Nora.

Igual que a ella, se le ha retirado el tratamiento a diversos pacientes, según la asociación de afectados FundAME, que, sin embargo, no sabe especificar el número exacto. Cataluña es la comunidad que está aplicando con más rigor los criterios de retirada, según diversos expertos consultados.

Pero esos baremos, fijados en 2018, están desfasados. Un grupo de expertos está a punto de publicar un artículo científico en el que piden una revisión a fondo. «Se está retirando la medicación a pacientes que la merecerían. Estamos haciendo las cosas con la información que teníamos hace tres años», explica uno de los autores, Juan Francisco Vázquez Costa, del Hospital Universitario La Fe, de València.

«El precio del fármaco es exagerado y eso seguramente juega un papel», reconoce un especialista de un hospital catalán. «Estoy convencido de que algunos compañeros no han dado el tratamiento por la cuestión del gasto», concuerda Vázquez Costa. «Me consta que con todos los fármacos de alto impacto se están desarrollando estrategias similares de control de gasto», añade el médico valenciano.

Beneficios de mil millones

En teoría, los fármacos huérfanos tienen difícil rentabilidad. Pero los datos apuntan a otro escenario. En los últimos veinte años, sus ventas globales se han quintuplicado, superando los 700.000 millones de euros, según datos publicados en el ‘British Medical Journal’. Los 20 más caros generaron ingresos de más de mil millones solo en 2019. La consultora Evaluate Pharma prevé beneficios crecientes.

Este volumen de negocio no siempre está justificado. Un ejemplo de ello es el caso del AQDC (ácido quenodesoxicólico), un fármaco contra la xantomatosis fibrotendinosa (XFT), una enfermedad que afecta al movimiento y al cerebro, llevando incluso a demencias.

La autoridad de la competencia holandesa (ACM) acaba de imponer una multa de 20 millones de euros a su fabricante, la farmacéutica Leadiant, por incrementar exageradamente su precio. La farmacéutica está demandada por la misma causa también en España, Bélgica e Italia.

El AQDC se usó desde los años 70 para disolver cálculos biliares. Mientras tanto, se descubrió que también mejoraba la XFT. En 2008, Leadiant lo compró de otra empresa. En 2014 consiguió la designación de medicamento huérfano y en 2017, el permiso de comercialización y la exclusividad durante una década.

En esos años, el precio se multiplicó por mil. Una cápsula de AQDC valía 0,145 euros en 2008, frente al precio actual de 146,18 euros, según la OCU. La Seguridad Social está pagando más de 150.000 euros al año por paciente.

Según la ACM, Leadiant no aportó ninguna innovación que justifique el alza. Los estudios que presentó para conseguir la designación recopilan datos de 63 pacientes, generados en ensayos anteriores. Leadiant pudo pagar por esos datos a los responsables de los ensayos unos 600.000 euros, según una estimación de la asociación de consumidores italiana Altroconsumo.

¿Cómo se justifica un precio «exorbitantemente alto e injusto» en palabras de la ACM? «Se hace un chantaje: con la distribución exclusiva, tienen la sartén por el mango», resume Myriam Vivar, de la OCU.

«Decir que Leadiant ha incrementado significativamente los precios de AQDC es una representación falsa de los hechos», respondió por escrito un portavoz de la compañía. La empresa «no pagó por los datos», sino que llevó a cabo un ensayo clínico retrospectivo e «hizo una inversión significativa en el programa de desarrollo clínico» del fármaco. Leadiant planifica recurrir la decisión de la ACM.

En España, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) empezó una investigación sobre Leadiant en diciembre de 2020. «Consideramos que el laboratorio se ha aprovechado de un hueco en la normativa actual», afirma Vivar.

De hecho, la normativa estará llena de huecos, según un estudio encargado por la Comisión Europea a la consultora Technopolis y publicado en 2020. Por ejemplo, según Technopolis, el 23 % de los fármacos designados en 2018 en Europa no eran ingredientes activos nuevos, como en el caso de AQDC.

La ‘táctica del salami’

Además, algunas empresas consiguen alargar artificialmente los diez años de exclusividad de mercado, acumulando diversas indicaciones por el mismo fármaco. Otro riesgo es la ‘táctica del salami’: apelar a la medicina personalizada para cortar una enfermedad común en subconjuntos pequeños, para que resulten como raros.

No todos los nuevos fármacos huérfanos han llegado al mercado gracias a los incentivos europeos. Según el informe de Technopolis, solo entre 18 y 24 de los 142 que estaban aprobados en 2017 habrían necesitado esas ayudas para llegar a la comercialización. Un estudio encargado por la asociación de empresas farmacéuticas Efpia a la consultora Dolon sitúa este número en 74, que de todas formas representa solo un 55 % del total analizado en el estudio.

Ante este cuadro, en mayo de 2021 la Comisión Europea puso a consulta pública una propuesta de reforma que pretende atajar las malas prácticas. Las intenciones reales de la comisión se verán en el primer trimestre de 2022, cuando se prevé preentar la nueva regulación. El reto es grande, porque según la federación europea de asociaciones de pacientes Eurordis, el 95 % de las enfermedades huérfanas aún no tienen solución. También de la nueva regulación va a depender que los pacientes afectados tengan una esperanza.

Alos 2 años, el pediatra de Nora Navarro le dijo a sus padres que algo fallaba en sus músculos. Al cabo de seis meses y muchas pruebas, descubrieron que tenía atrofia muscular espinal (AME). Esta enfermedad rara afecta gravemente a la movilidad. «Nora se desplaza en silla de ruedas para ir al colegio y camina con andador en el patio», explica su madre, Silvia Ruiz. En 2018 se abrió una esperanza, cuando la niña accedió a Spinraza, el medicamento más eficaz en el mercado español, que cuesta entre 200.000 y 400.000 euros al año. Pero al cabo de dos años, en 2020, Nora no superó la revisión prevista y le quitaron el medicamento.

Para proseguir, se necesita cumplir con unos baremos de mejora que los expertos en el sector consideran desfasados. Nora ha accedido al ensayo clínico de otro fármaco y, gracias a otras terapias, se mantiene estable. «Pero quién sabe qué pasaría si hubiera seguido con Spinraza», se pregunta su madre.

Tengo 37 años y dos hijos y me pregunto qué pasará si mañana me hace falta y no la tengo». Así se refiere Rocío Pérez a la metreleptina, un medicamento contra la lipodistrofia. Debido a esta enfermedad rara, Pérez empezó a perder grasa a partir de los 3 años. Desarrolló un hambre voraz, manchas negras en el cuerpo y un bulto en el cuello. «La adolescencia fue durísima», recuerda. Con 28 años, David Araujo, del Hospital Clínico Universitario de Santiago, le dio un diagnóstico. El año pasado un médico solicitó para ella la metraleptina, pero la respuesta fue que el sistema sanitario español no la cubre. El fármaco cuesta más de 150.000 euros al año. Pérez tiene bajo control su metabolismo con insulina y dieta, pero vive con la angustia de que sus condiciones se salgan de control.

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