Hace poco más de una semana Peñíscola se convirtió en el escenario del peor derrumbe que se recuerda de los ocurridos en la Comunitat Valenciana. Un edificio de tres alturas, ubicado en la urbanización Font Nova, se venía abajo a última hora de la tarde de un aciago miércoles que pasará, sin duda, a formar parte de las mayores tragedias vividas en la provincia de Castelló en un mes de agosto. Con el derrumbe, quedaban totalmente destruidos un total de dieciocho apartamentos y se abría la incertidumbre de saber cuántas personas habrían quedado atrapadas bajo los escombros, y sobre todo, dónde podían encontrarse.

Para dar respuesta a esta grave situación, el Consorcio Provincial de Bomberos de Castelló movilizó rápidamente un amplio dispositivo de búsqueda y rescate, que llegó a incluir nueve dotaciones de bomberos, la Unidad de Rescate y Salvamento (URS), la Unidad de Maquinaria y Logística, el Puesto de Mando Avanzado con la Unidad Móvil de Coordinación, y la Unidad de Protección Civil con logística de apoyo. Además, teniendo en cuenta que el tiempo juega en contra en estas situaciones, solicitó asimismo el apoyo de otros dos cuerpos de bomberos, el servicio municipal de bomberos de Castelló, y el Consorcio Provincial de Bomberos de València con su unidad especializada en derrumbes, la UREC.

Según explica Pablo Vila, inspector jefe del Consorcio, «la magnitud de los hechos obligó a un despliegue sin precedentes sobre el terreno, ya que cada segundo contaba a la hora de localizar a los atrapados».

Una de estas víctimas, un joven de 26 años, fue localizada entre las ruinas la propia tarde del derrumbe. El terreno sobre el que debían trabajar los bomberos para rescatarlo era altamente inestable, debiendo preservar en todo momento tanto la seguridad de la víctima para no causarle mayores daños como la del propio equipo. Fueron operaciones muy delicadas que culminaron cerca de la medianoche cuando, tras muchos esfuerzos, lograron rescatarlo.

Para el jefe de las Unidades de Rescate, Javier Botet, «todos los bomberos estaban concentrados en un solo objetivo, salvarle la vida, por lo que cuando conseguimos sacarlo al exterior fue un momento emocionante».

El diputado de bomberos, Abel Ibáñez, destaca el esfuerzo colectivo, ya que hubo «más de 150 personas, tanto de medios propios del Consorcio como de distintos servicios de emergencias y de diferentes administraciones, que con su trabajo ayudaron en esta emergencia». Sin duda, este será un agosto difícil de olvidar para los vecinos de Peñíscola y también para el resto de la provincia.