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"La economía del bien común guiará gran parte del futuro"

Un libro recoge experiencias de empresas, municipios, comunidades de vecinos y hasta un club de fútbol en el desarrollo de un modelo más justo que comienza a abrirse paso en el mercado

Miguel Ribera defiende las tesis de la Economía del Bien Común en un libro. | LEVANTE-EMV

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 están en boca de todos desde que fueron establecidos por Naciones Unidas en 2015. Los países estudian cada vez más políticas para ver cómo hacer posible un mundo que abandone el modelo de consumo feroz de energías. Mientras todo eso ocurre, en la Comunitat Valenciana ya hay varios proyectos instalados en ese futuro que, en algunos momentos, parece difícil de alcanzar.

Un mundo que también le parecía «utópico» al director de Proyectos Sociales de la Asociación Valenciana para el Fomento de la Economía del Bien Común (EBC), Miguel Ribera. Este valenciano defiende este modelo económico como el camino para posibilitar que muchos de los ODS se puedan alcanzar.

«El principal objetivo es el bien común: ser egoísta es malo y ser altruista también. Lo que tenemos que procurar es encontrar la manera de ayudarnos los unos a los otros y, para eso, la Economía del Bien Común abre un abanico de posibilidades», explica Ribera a este diario.

Su asociación, que financia la Generalitat a través de las consellerias de Economía Sostenible y Educación, supervisa proyectos sostenibles «desde Orihuela hasta Borriana», aunque este veterano activista confiesa que le gustaría que el límite llegara hasta Vinaròs.

La EBC, un sistema propuesto en 2011 por el economista austríaco Christian Felbert y tiene entre sus principios el de conseguir «una sociedad más justa, más responsable, más igualitaria y más respetuosa». Ribera hace hincapié en que «ninguna economía se puede imponer». «Tiene que haber un cambio continuado de la concienciación de la ciudadanía. Hay un segmento de mercado que ya busca ese tipo de propuestas», puntualiza Ribera.

Un libro repasa los proyectos

En las próximas semanas verá la luz el libro «Buenas prácticas de la Economía del Bien Común», que estará disponible de manera gratuita online debido a que «la EBC no cree en el papel». Las pocas copias físicas que se están distribuyendo se hacen por completo con material reciclado. En esas páginas se cuentan las andanzas, por ejemplo, del Club de Fútbol Popular Orihuela-Deportiva, que realiza labores por su entorno como la limpieza del río Segura por parte de sus miembros. «La EBC tiene que conseguir que haya un equilibrio en lo social, el medio ambiente y la economía. Ninguna de las cosas que se hagan por uno de esos tres aspectos debe dañar uno de los otros dos», afirma Ribera.

Otra historia contada en el libro es la de la comunidad de vecinos experimental «Cresol BNX», en Beneixama, donde hay «bienes comunales democráticos».

Por otro lado, Cuinaterra ya sirve 5.000 menús escolares elaborados con alimentos cultivados de manera sostenible y llevados a las escuelas con un reparto unificado para reducir las emisiones de CO2. La iniciativa sirve comida a personas en exclusión social y algunos de sus chefs son esas mismas personas que antes se encontraban en esa situación. Mientras tanto, L’Horta del Rajolar de Betxí reparte solidariamente algunos de sus productos de manera semanal y SuperNaranjas de Burriana ha creado catas de naranjas con las que ha impulsado una alternativa turística a través de la cual puede vender sus naranjas a precios buenos —«sin intermediarios», explica Ribera— y pagar «de manera digna» a sus trabajadores, en un sector lastimado en los últimos años.

«Este camino acaba de empezar, estamos convencidos de que estas prácticas son el futuro», asegura Ribera, con la EBC entre ceja y ceja.

El papel de las escuelas

Para el técnico de proyectos de Educación para la Ciudadanía Global de la ONG de Betxí Novessendes, Mario Rebollar, el papel de las escuelas en el desarrollo de la EBC es «fundamental». «Los contenidos de los ODS utilizan como metodología estrategias basadas en los principios de la Economía del Bien Común. Son los mismos», dice. Rebollar imparte talleres de EBC en institutos de secundaria, y ve cómo «hay muchos alumnos que están sensibilizados» con un futuro sostenible.

De cualquier manera, sostiene que el papel escolar de Novessendes, que también aparece en el libro, es el de plantar la semilla de la EBC en el corazón de los centros.

«No creo que el futuro esté solamente basado en la EBC, pero al involucrarme más y más sí creo que es posible que gran parte lo esté. Muchas personas tienen esas prácticas en su ADN pero aún no lo saben», concluye Rebollar.

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