Hace unos días, muchos medios especializados en temática científica, sobre todo las cabeceras centradas en la meteorología y la climatología, se hicieron eco de la llegada del período de máxima actividad a los huracanes del Atlántico. Esto surge de la casuística, aunque como ya bien sabemos la ciencia del caos muchas veces la rehúye. Una publicación reciente de Brian McNoldy, un investigador de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami, argumenta a través de métricas que la segunda semana de septiembre es la más prolífica en ciclones tropicales dentro del Atlántico. Esto lo podríamos llevar también, aunque siempre a menor escala y sin esa particularidad ciclónica, al mar Balear. Al igual que ocurre en esa zona atlántica tropical, entre el golfo de Valencia, Cataluña y el archipiélago balear hay un área que en estas fechas rezuma cumulonimbos. Podríamos decir que también está en su particular “pico”.

La superficie del mar Balear ahora alcanza las temperaturas más altas del año. Si bien ya empiezan a descender tras tocar techo a finales de agosto, la lámina de agua más superficial continúa mostrando valores superiores a los 25 ºC. En el mediodía de ayer, la boya de Tarragona mostraba una temperatura ligeramente superior a los 26 ºC y la de Dragonera, en Mallorca, de 26,8 ºC. Ese mar caldeado no vale por sí solo para crear tormentas pero supone un ingrediente fundamental para su desarrollo, así como para la virulencia de estas, cuando llega algo de aire frío en altura y la humedad acompaña en todas las capas de la troposfera.

El calor almacenado en esas aguas proporciona mucha energía a las nubes de tormenta que ahora suelen aparecer en la zona. En septiembre, el mar Balear acumula la mayor parte de las descargas eléctricas en nuestro país y sus inmediaciones, registrándose sobre todo en la zona sur del Golfo de Valencia, frente al Delta del Ebro y al oeste de la isla de Mallorca (llega a contar con densidades de 1500 a 2000 rayos mensuales). Estas tormentas acaban afectando muchas veces a zonas pobladas del archipiélago balear y del litoral de la península que linda con este mar, desde Girona hasta la costa alicantina más septentrional. Ya se experimentó esto mismo a finales de agosto en el municipio castellonense de Benicàssim y a principios de este mes en el tarraconense de Alcanar.

Previsiblemente, en la segunda mitad de la semana los cumulonimbos volverán a crecer vigorosos en este rincón del Mediterráneo y el “pico” continuará hasta el mes de octubre, cuando a menudo decrece la actividad eléctrica en esta zona pero sin dejar de mostrar una densidad aún bastante apreciable, según recoge el informe de la AEMET “Climatología de descargas eléctricas y de días de tormenta en España”.