Las últimas semanas han sido complejas a nivel meteorológico en la C. Valenciana. Las lluvias recurrentes han provocado inundaciones en varias localidades, con múltiples daños materiales. «Eso fue lamentable, por supuesto», dice el miembro del Comité Científico de la Sociedad Micológica Valenciana (Somival), Ignacio Tarazona. Sin embargo, el resto de lluvias que se han producido de manera recurrente durante el final del mes de agosto y el comienzo de septiembre, en ocasiones menos agresivas que aquellas descargas torrenciales, despertaron su curiosidad. Seguro que los fines de semana nublados fastidiaron las vacaciones de algún turista, pero siempre hay un lado bueno de las cosas. Porque cuando Tarazona miraba al cielo esos días cubiertos, pensaba: «está lloviendo con la diferencia de días necesaria y en los lugares adecuados para que este sea uno de los mejores años para recoger setas».

Ir a por setas al monte, una afición con muchos seguidores en el territorio valenciano, puede ser sorprendente este año. «Si las condiciones siguen así, no hace demasiado calor ni tampoco muchos vientos, esta puede ser una gran campaña». Las cestas de los micólogos, que en los años comunes pueden regresar a casa con un par de especies diferentes de hongos, pueden terminar este año repletas después de una tarde propicia: «puede haber hasta una docena de variedades distintas de setas comestibles en total en la Comunitat Valenciana».

El paraíso de las setas

Además, las precipitaciones han causado que la temporada haya comenzado antes de tiempo, según los entendidos. Los que más saben miran —y van— hacia Teruel, en la zona de Javalambre y Valdelinares. «Allí ya llevan como un par de semanas», dice Tarazona. Y algunos boletus «ya han empezado a salir» por la provincia de Castellón. Está todo listo.

La Serra d’Espadà, que cruza la montañosa geografía de Castellón, aspira a convertirse este otoño en un parque de atracciones para los amantes de la micología. «Ese es nuestro paraíso de las setas, Espadán y Penyagolosa», afirma Tarazona, también vocal de la junta directiva de Somival. En menor medida, la Serra Calderona, en Valencia, también es fértil.

Las condiciones para que crezcan las setas son, por ahora, inmejorables. «Primero se produjeron lluvias hace un mes, luego quince días después y ahora otra vez. Es el tiempo justo para que crezcan bien. En el caso de la amanita cesarea, por ejemplo, se necesita que llueva antes de una determinada cantidad de días para que salga, y ha sido así», explica este experto.

A él, la tradición le viene de niño y, después de estudiar Biología y de pasar muchas tardes en el monte todos los otoños, tiene claro que «hay que coger setas de manera sostenible». «Da una rabia tremenda cuando ves especies comestibles rotas completamente», indica. Según él, para cortar bien una seta, tiene que hacerse desde la base y sin dejar trozos sueltos. Eso evita que las bacterias estropeen las condiciones para que vuelva a crecer un hongo en ese lugar.

Estas semanas, en Somival se frotan las manos, pero también se relamen. «Va a haber especies muy apreciadas culinariamente», dice Tarazona. Los típicos y valorados robellones ya esperan escondidos en algún rincón. Quizá haya más que nunca.