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La pandemia deja a casi 600.000 menores de 30 años sin poder independizarse

La mitad de los valencianos entre 16 y 29 años en desempleo se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social

Imagen de archivo de jóvenes saliendo del vacunódromo de la Ciutat de les Arts i les Ciències en València tras recibir la vacuna contra la covid.

Independizarse es para muchos jóvenes valencianos un desafío que la pandemia de covid-19 ha acrecentado todavía más. Un total de 594.202 valencianos menores de 30 años no había logrado emanciparse al término de 2020. Es el 82,8 % del total. Puesto en contexto, había 10.641 jóvenes independizados menos en el segundo semestre de 2020 que los que había cuando terminó 2019. El número total de jóvenes que viven fuera del abrigo familiar pasó de 134.067 personas a 123.426, según los datos del Observatorio de Emancipación de la Comunitat Valenciana que ofreció ayer el Consell Valencià de la Joventut (CVJ).

Así, el descenso de independizados es del 2 % interanual. Si se miran los datos del primer semestre de 2020, cuando ya se constataba el efecto de la covid, la cantidad de jóvenes fuera del techo familiar seguía en retroceso. De manera muy leve, ya que había 0,1 independizados menos que en junio de 2020, pero todavía sin recuperarse. El vicepresidente del CVJ, Alexandre Tomàs, lo resume en pocas palabras en declaraciones a Levante-EMV. «Estamos estancados, la base para crear una vida independiente nace de las condiciones que tengamos», analiza Tomàs.

El panorama es «poco agradable y nada optimista» para el futuro, según el CVJ. «Quizá tenemos que empezar a pensar como sociedad que no estamos por el mejor camino», recalca. Tomàs considera que se trata de una «cuestión estructural» que la pandemia «ha agravado» pero que «ya existía desde hace una década». Lo que sí que ha hecho la covid-19 es, según el vicepresidente del CVJ, conseguir que la juventud «dé cuenta» de lo urgente de la situación en materia de vivienda.

Y es que los que sí consiguen emanciparse, que son apenas el 17,2 % de los valencianos menores de 30 años, lo hacen en su mayoría en vivienda compartida. Para irse a vivir solos necesitan, de media, destinar un 71,9 % de su sueldo para un alquiler en solitario. El Banco de España recomienda que la cifra destinada a ese pago sea el 30 % del salario. La diferencia es del 136 % entre lo sugerido y la cruda realidad. Por provincias, València (74,1 %) y Alicante (73,5 %) empujaron hacia arriba ese indicador. En Castellón hay que dedicarle un 54,0 % de los ingresos. Según el estudio, el alquiler se ha encarecido para los valencianos 3,79 puntos, bastante más que para los del resto de España, con una subida de 0,86 puntos. Solo el 16,9 % de jóvenes valencianos tiene una propiedad con hipoteca, casi un «imposible» de lograr, según considera el representante del CVJ.

Mientras, las rentas de los valencianos menores de 30 se reducen. En 2019, último año del que el Observatorio maneja datos, antes del inicio de la pandemia, un 33,3 % de los jóvenes valencianos se encontraba en riesgo de pobreza y exclusión social. Entre los jóvenes en paro, esa cifra subía al 52,3 %. Más de la mitad. El estudio apunta a que «la coyuntura de 2020 tampoco hacía ver buenos presagios para revertir» esa situación, puesto que el salario de una persona joven se redujo el pasado año media un 2,74 %. El salario medio está, entre ellos, por debajo del sueldo mínimo: 857 euros al mes.

Más trabajo, pero peor

El informe del CVJ, que consigue desgranar de manera autonómica un estudio previo del Consejo de la Juventud de España, refleja «una leve recuperación de la participación en el mercado laboral de la población entre 16 y 29 años de la C. Valenciana». La tasa de actividad aumentó 2,1 puntos, hasta llegar al 51,7 %. Así, se consiguió equiparar el porcentaje estatal.

Sin embargo, el empleo es de mala calidad en muchas ocasiones: estacional, temporal o precario. La valenciana es la autonomía en la que más jóvenes trabajan solo a tiempo parcial, con una tasa del 29,4 % que se desempeña así. Solo el 8 % de contratos son indefinidos.

«Es hora de llamar a las cosas por su nombre: hablar de precarización parece abstracto pero al final estamos hablando de empobrecimiento. Esta estructura económica, basada en el sector servicios, está mostrando que es disfuncional», lamenta Tomàs.

«Estoy mentalizado de la precariedad, ahora solo quiero seguir trabajando»

«Uf, es verdad, dentro de once días ya no tendré trabajo. Ya ni siquiera se dice en meses, sino en días», reflexiona el joven castellonense Santi Nohales, de 27 años y que cursó Estudios Ingleses. «Pero ya no quiero trabajar de lo mío», cuenta. Este último verano ha sido socorrista en El Grau de Castelló y el contrato se le acaba a fin de mes. «Luego buscaré prácticamente cualquier cosa. Estoy ya mentalizado de la precariedad crónica, ahora solo quiero seguir trabajando aunque sea en empleos diversos», dice Santi. Ha ahorrado un poco, «porque puede ser que el próximo trabajo llegue solo dentro de unos meses». Por lo pronto, volverá a casa con su madre y su hermano, después de compartir piso estos meses con tres desconocidos.


Él se ve como uno de esos valencianos que, considera, «trabaja en el sector turístico porque la economía se basa en el turismo». «El mercado es el que es, no se abren las oportunidades por lo que uno estudia sino por el sector por el que se apuesta desde las autoridades», asevera. «Veo esto también entre mis amistades. El que quiere asegurar estabilidad se mete en oposiciones que pueden llevar años para quizá no asegurar un trabajo».


Santi alberga, eso sí, una esperanza de ahorrar en un trabajo «con algo de mejores condiciones» para poder «tener una planificación de vida, por lo menos, a tres años». Su sueño es ser guía de montaña, su principal afición. Si no, aunque le encanta Castelló, deja la puerta abierta a «emigrar a algún lugar de España o a otro país». «Lo aceptaría para no estar muy precario», reconoce.

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