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Las 300 personas muertas de la quinta ola se hubieran cuadruplicado sin las vacunas

Las altas expectativas sobre la vacunación, que se acerca al 77 % en España, distorsionan la percepción sobre la mortalidad de la covid-19

Mortuorio del Hospital General de València durante la pandemia, en imagen de archivo. | M.A.MONTESINOS

España llegó esta semana a la cifra oficial de más de 86.463 personas fallecidas con diagnóstico de covid-19. De ellas, 7.762 han muerto en la Comunitat Valenciana. Desde el 21 de junio, esta quinta ola suma en la autonomía más de 300 víctimas mortales, a razón de una media de 2,8 por día. Los datos conducen a una pregunta: ¿Por qué sigue muriendo gente por coronavirus si casi el 77 % de la población está vacunada? Si hubiera que dar una respuesta corta sería que este verano se ha contagiado muchísima gente, tanta que incluso con vacunas la estadística sigue siendo intolerable. ¿Qué pasaría si no las tuviéramos? Que la cifra se multiplicaría por 4 o más.

«Si la letalidad hubiese sido la misma que en enero, una ola parecida en número de casos y en dinámica temporal, en esta ola hubiese habido más del cuádruple de fallecimientos», explica Saúl Ares, investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC.

Este científico advierte, como otros de datos de la covid-19, que es difícil aportar números concretos, porque apenas se está publicando información desglosada por la situación vacunal de los casos. Así, sin entrar en detalles ni tener en cuenta los grupos de edad, calcula que «las vacunas han evitado en esta ola aproximadamente un 75% de muertes». «Se muere mucha gente porque hay muchos casos, y aunque la cobertura vacunal es grande en los grupos de mayor riesgo, las vacunas no son perfectas, y muchos casos se traducen inevitablemente en muertes, pero muchas menos de las que habría sin vacunas», recalca.

La variante delta, dominante al 90 %, es entre un 40 % y un 60 % más transmisible que la alfa, que era un 50 % más contagiosa que la original. Sin vacunas, esta quinta ola hubiese sido una debacle. Un dato que da idea del enorme aumento de casos en esta quinta ola (que sigue descendiendo, la incidencia se situó en 131 al cierre de semana) y su peso relativo en la epidemia es que se han notificado 1.133.607 casos desde el 21 de junio, el 23,14 % del total, que es de 4.898.258. Sin embargo, las 4.458 muertes significan solo el 5,24%.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, dijo hace semanas que la letalidad es del 0,2% frente al 1,7% del promedio de la epidemia, ocho veces menos. Es decir, fallecen dos de cada 1.000 positivos. Sin embargo, se trata de una estadística algo distorsionada por la infradetección de casos en los primeros meses de la epidemia.

La vacuna evita la gravedad

El doctor José Mª Martín Moreno, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universitat de València, advierte de que algunas personas, incluidos los antivacunas de las redes sociales, «han malinterpretado las cifras que muestran que una gran proporción de los que murieron con la variante delta habían sido vacunados, pero la hipótesis de que las personas vacunadas mueren en mayor proporción es radicalmente falsa». Martín Moreno, que trabaja en el Hospital Clínico Universitario de València y asesora a la OMS, recuerda que las vacunas «evitan la enfermedad grave, pero no la transmisión. Los virus siguen circulando». Por ello recomienda «vacunar a la par que interrumpir la cadena de transmisión, con medidas integrales proporcionadas de tipo social y económico».

A falta de datos desagregados, Ares aporta una estimación de la Sociedad de Medicina Intensiva: de los pacientes ingresados entre el 1 de mayo y el 20 de agosto, tres de cada 100.000 personas con pauta de vacunación completa y 20 de cada 100.000 personas sin ella, ingresaron en las ucis madrileñas por covid: la vacuna tuvo una efectividad del 85% para evitar ingresos . «Habría que hacer un análisis más fino por grupos de edad, y los ingresos UCI no son necesariamente un buen indicador de las muertes, pues muchos enfermos mayores fallecen sin haber pasado por la UCI», matiza.

Reducción de ingresos

Un análisis similar con ingresos hospitalarios en Cataluña, realizado por Josep Masanas, muestra que, para menores de 60 años, la reducción de ingresos de vacunados frente a no vacunados es mayor del 90 %; del 83 % en el grupo de edad de 70 a 79, y del 71% en mayores de 80.

«Las expectativas eran un poco irreales, estando informados como estábamos de que las vacunas no son 100 % efectivas y, aunque ayudan a reducir la transmisión, su mayor virtud es reducir la probabilidad de sufrir síntomas graves», dice. Por su parte, Saúl Ares subraya que la explosión inicial de la incidencia se produjo entre grupos de edad sin vacunar (jóvenes), y que, al dispararse la prevalencia en la población, fue inevitable que se produjeran contagios entre los grupos de mayor riesgo, aun estando vacunados.

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