Objetivo: conseguir una gestión sostenible de los residuos generados por la población de 93 municipios de cinco comarcas valencianas. ¿Cómo? Recogiendo, transformando y reciclando los restos cerca de los municipios donde se generan para evitar emisiones de CO2 en trayectos a otras plantas de tratamiento ubicadas en otros consorcios. Esas son las bases sobre las que se abordó la ruta a seguir en esta materia en el Foro de EconomíaComarcal organizado por Levante-EMV y À Punt y patrocinado por el Consorci per a la Gestió de Residus (COR), el Ayuntamiento de Ontinyent y la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) que se celebró hace unos días en la Casa de la Marquesa de Gandia.

Fueron precisamente los miembros de la comisión de gobierno del COR (que también son alcaldes y concejales de municipios de las comarcas implicadas) y el presidente de la entidad quienes subrayaron los avances que se han conseguido en materia de gestión sostenible de los recursos en las comarcas en las que opera el consorcio: laCostera, la Safor, la Vall d’Albaida, la Canal de Navarrés y el Valle de Ayora desde que en 2015 se eliminó el sistema de «macrovertedero» de planta única al que iban indiscriminadamente todos los residuos del territorio. Desde entonces, se está trabajando en crear una red de plantas de tratamiento y ecoparques que gestionan los restos sin desplazarse muy lejos del lugar donde se producen.

La jornada se vertebró en torno a una mesa redonda moderada por el periodista de Levante-EMV Julio Monreal y en la que participaron los vicepresidentes del COR Vicent Muñoz (alcalde de la Font de la Figuera); José Vicente Anaya (alcalde de Ayora); Sayo Gandia (concejala de Ontinyent) y Miguel Ángel Picornell (concejal de Gandia), además de Juan Escrivá, empresario y miembro de la Federación de Asociaciones de Empresarios de La Safor (FAES) y vocal de CEV. En la primera ronda de intervenciones, las aportaciones fueron dando pinceladas sobre la reconversión del consorcio de los últimos años. «Desde que empezamos a trabajar, uno de los retos estaba enfocado a la gestión de restos de comida», avanzó Vicent Muñoz al principio de su intervención. «El 55 % de la bolsa de basura corresponde a desechos orgánicos», clarificó. En este sentido, desde el COR se ha planteado un modelo de trabajo «que se adapte a la realidad y necesidades comarcales» con «pequeñas plantas y un sistema de áreas urbanas y pueblos pequeños», dijo.

Segunda vida a los residuos

Islas de compostaje para el tratamiento de biorresiduos. «Es el tratamiento del residuo orgánico en el mismo municipio donde se genera, una medida de prevención que reduce la cantidad de basura que llega a las plantas», añadió Muñoz. José Vicente Anaya, recogió el guante del de La Font de la Figuera y relató la experiencia de Ayora con la gestión de biorresiduos, es decir, restos orgánicos separados. «Recogemos la basura puerta a puerta. Se traduce en una tonelada y media de restos a la semana». La concienciación sobre la separación de orgánicos para un posterior tratamiento y una segunda vida de esos desechos es más fácil en municipios pequeños. En Ayora, razonó Anaya, la miniplanta de biorresiduos «funciona muy bien, hay un mínimo de impropios (materiales que no corresponden a orgánico y contaminan todo el resto) por lo que se ha hecho un gran trabajo».

Separar el contenido orgánico

Hay dos modelos para separar los restos orgánicos. La recogida puerta a puerta o el contenedor marrón. En Gandia, detalló Miguel Ángel Picornell, se apostaría por un sistema mixto por barrios que integrara el contenedor orgánico, «pero si hay algún elemento que no es 100 % contamina al resto y no se puede aprovechar». Por su parte, Anaya defendió un único sistema «que no creara conflicto ni confundiera a la ciudadanía» en su caso, la recogida puerta a puerta. Sayo Gandia defiende el mismo modelo, ya que Ontinyent quiere ser la primera ciudad de más de 35.000 habitantes con un sistema de recogida selectiva puerta a puerta y eliminar los contenedores. «Ontinyent implantará el puerta a puerta y un sistema de identificación del ciudadano y los restos que tira, y podremos saber quién lo hace bien, quién lo hace mal y quien no lo hace.», dijo. «Todos tenemos el mismo objetivo, pagar por generación. Quien más produce, que pague más tasa», añadió.

Concienciación y divulgación

La concejala de medio ambiente de Ontinyent destacó que el objetivo es conseguir que en 2026 el 70 % sean bioresiduos, que se puedan aprovechar para otros usos, como el compost para abonar los campos. «Queremos acabar con la voluntariedad. La separación tiene que ser una obligación y la ciudadanía tiene que saber que es lo más justo y solidario para dar otra vida a los residuos», apuntó Sayo Gandia. Con todo, señaló la importancia de divulgar, informar y preparar a toda la población para que esto funcione y sea una realidad global. «Si no educamos a la ciudadanía no sirve para nada implementar una gestión de residuos sostenible porque la gente no está preparada para ello», apuntó.

Juan Escrivá, vocal de CEV, aprovechó su intervención para enumerar los dos principales problemas a los que se enfrentan las empresas de las comarcas que atiende el COR: «Las ubicaciones de recogida de residuos se acaban convirtiendo en vertederos porque la gente deja ahí lo que le sobra (que tendría que ir al ecoparque)». El segundo conflicto que añadióEscrivá fue la justicia contributiva, la tasa de residuos. «No es justa la tasa tal y como está planteada», aseveró. «Hay municipios donde en las áreas industriales cada uno paga lo que vierte, y existen muchas empresas que tienen gestores de residuos y que, por tanto, generan 0 gasto al servicio publico, pero aún así se mide su tasa en función de sus metros cuadrados», lamentaba el empresario de la Safor.

Vicent Muñoz dio la razón a Escrivá y animó a sus homólogos de otras comarcas a trabajar «con el tejido empresarial y asociativo en los planes de residuos, para reflejar la realidad y dar el mejor servicio». Picornell, por su parte, abrió otra cuestión: «La recogida es una cosa (se encarga el ayuntamiento) y el tratamiento otra (es cosa del consorcio)». El vicepresidente cuarto del COR expresó su preocupación por «cómo adaptar el plan de residuos que se apruebe a la realidad contractual de la empresa que presta el servicio». «La empresa que realiza la recogida quizá no tiene las herramientas necesarias para llevar a cabo el plan o tiene que cambiar las rutas, dependiendo de si se instauran diferentes modelos», razonó Picornell. Por último, el concejal de Gandia puso como ejemplo de éxito el Hospital Comarcal en materia de justicia contributiva. «Esta instalación tiene su propio gestor de residuos», añadió, precisando que «la iglesia no genera nada y también paga por metros».

Por último, y sobre si cabe la posibilidad de que el consorcio se beneficie de fondos europeos, «no solo puede sino que debe», apuntaron los ponentes. «Es el camino que hay que seguir, inyectar ayudas económicas a mejorar las instalaciones y construir nuevas plantas», añadieron. El tratamiento ha de ser para toda la población «una cuestión prioritaria».Además, señalaron que la aportación de recursos que vengan desde Europa posibilitará que la mejora de la gestión de los recursos no suponga un incremento de tasas para los vecinos de las cinco comarcas. 

«Hemos pasado de un consorcio conflictivo a uno abierto y profesionalizado»

Roger Cerdà es alcalde de Xàtiva y también presidente del Consorcio de Residuos hoy llamado COR, antes V5. Este cargo lo ha ostentado durante los últimos seis años. Pero en los próximos días dejará la representación de la entidad de residuos cediendo la presidencia a Vicent Muñoz, alcalde de la Font de la Figuera. Un consorcio que ha conseguido transformar la realidad de los desechos en cinco comarcas en los últimos años. Cerdà hizo, durante el cierre de la jornada organizada por Levante-EMV y À Punt, un balance de lo conseguido en estos años.

De un consorcio «desconocido, con mala fama y que creaba conflicto entre los territorios» se ha pasado, según explicó Cerdà «a una profesionalización de la gestión del consorcio, con una dirección técnica que ha funcionado bien, al diálogo entre los distintos partidos políticos que han conseguido consensuar las decisiones en casi todas las ocasiones y a una transparencia y participación social que ha imperado en la forma de hacer del COR, con reuniones con actores sociales y vecinales». Asimismo, el presidente puso en valor la red de ecoparques fijos (que pasarán de 21 a 27) y móviles (de 11 a13), así como las llamadas «islas de compostaje» de 16 municipios que dan solución a los residuos orgánicos sin incómodos transportres. Cerdà destacó la inversión de 300.000 euros delCOR en incentivos para que la ciudadanía utilice los ecoparques. «Los vecinos del consorcio pueden ir a cualquier ecoparque fijo, identificarse y abrir su cuenta ambiental y todos los objetos que se depositen van asociados a descuentos en su tasa de residuos».

También se ha incentivado que las familias hagan su compost doméstico. Más de 2.000 usuarios ya han incorporado esta práctica en su día a día. El presidente puso en valor los bioresiduos. «Porque nos lo marca la normativa y porque tenemos esa voluntad. Si no cumplimos vendrán las multas, y nadie las quiere».

Clausurado ya hace años el macrovertedero de Ador, el COR se encamina a un escenario de cuatro plantas de tratamiento (Ayora, Bolbaite, Gandia-Oliva y otra a determinar para La Costera y la Vall d’Albaida) e instalaciones menores y más sostenibles. Mientras esas infraestructuras llegan, los residuos viajan a Alicante, Caudete, Llíria y otros destinos con elevados costes para el COR.

Cerdà afirma que el modelo implantado es «pionero». «Somos los que más subvenciones hemos recibido y las vamos a aprovechar. Tenemos un futuro ilusionante».

Las claves para que el sistema de residuos mejore y sirva para reducir las emisiones y cuidar el planeta son «trabajar con todos los ayuntamientos, de forma coordinada y consensuada». Hay que pasar, según apuntó Cerdà «de la teoría a la práctica, hacer que el tratamiento de residuos sea una preocupación real en los municipios». «Tenemos que convencer a los vecinos de los beneficios de ser responsables, sin imponer», sentenció. «Reciclar, reutilizar y reducir es el principal reto».

«La tecnología es vital para lograr un tratamiento sostenible»

«La tecnología es vital para lograr una gestión sostenible de los residuos» fue una conclusión unánime. Mejorar la trazabilidad de los residuos, implementar los procesos de recogida y divulgar sobre el proceso de transformación de los restos a la población. Son muchas las posibilidades que tiene la tecnología y la informatización cuando se trata de abordar la gestión de residuos. En algunos pueblos desde tarjetas con las que abres los depósitos, pasando por sensores para comprobar que el contenedor está lleno y hasta programas de divulgación de la trazabilidad (el recorrido de los residuos desde el primer momento que se desechan) y la transparencia de estos procesos.

Todas estas ideas las comentaron los ponentes a preguntas del moderador durante el Foro de Economía Comarcal dedicado a la Sostenibilidad ante el Reto 2030. Vicent Muñoz, vicepresidente del COR y alcalde de La Font de la Figuera, subrayó la importancia de «acogerse a subvenciones de diferentes administraciones» para poder «plantear todas las posibilidades e implementar el servicio». «Aprovechar cualquier opción para mejorar los procesos», dijo. José Vicente Anaya añadió el componente de transparencia que proporciona la tecnología: «Los nuevas métodos nos tienen que dar más transparencia, saber qué ocurre con los residuos una vez se tiran, la trazabilidad es importante para que la gente sea responsable, porque ven los resultados», añadió.

Sobre este tema opinó también Miguel Ángel Picornell, quien destacó los beneficios de los vehículos de recogida y limpieza eléctricos que se están instalando en Gandia y también de las posibilidades digitales «para que no se cuelen elementos impropios en contenedores orgánicos». Sayo Gandia, por su parte, destacó la importancia de los datos para «modificar conductas y detectar cuestiones a mejorar». «Toda la información que se pueda dar sobre el proceso es transparente y verídica y refleja el coste real de los residuos para los vecinos», añadió la concejala.

Por último, Juan Escrivá coincidió con los vicepresidentes del COR y concluyó diciendo que la tecnología puede ser útil para ajustar los servicios «igual hay rutas que se tienen que hacer más veces en función de la utilidad».