¿Qué pasa una vez depositamos nuestras bolsas de basura en los contenedores? ¿A dónde van? ¿Qué se hace con todo lo que hemos desechado? ¿Desaparece? Es lo que inevitablemente pensamos. La basura nos molesta en casa a y a través de un paseo de unos minutos, desaparece en otro lugar y nunca más sabemos de ellas. Ese «nunca más» se traduce en océanos saturados de plásticos, y vertederos incontrolados. Con una mirada optimista, nuestros plásticos también se convierten en sillas y mesas, en ropa, y nuestro cartón en más envases. Pero sigue habiendo residuos, como el papel film, cedes o esos recipientes de cuajadas industriales que su único destino es el vertedero, un lugar condenado a la desaparición por todos los organismos internacionales. ¿Cómo?

No es fácil, y para arrojar algo de luz, Levante-EMV y À Punt organizaron el martes un nuevo Foro de Economía Comarcal, con el patrocinio del Consorcio Valencia Interior y la CEV. Este encuentro abordó ‘La implantación de los ODS a través de los Planes Locales de Residuos’, la hoja de ruta para tratar las basuras de pueblos y ciudades para los próximos años y las que nos conducirán a un correcto tratamiento de los residuos, donde el objetivo fundamental es uno: generar el menor número posible.

Para ello, el foro tuvo lugar en la Planta de Tratamiento del CVI en Llíria, que, junto a la planta de Caudete de las Fuentes, trataron un total de 186.944 toneladas el año pasado. Contó con la participación de todas las visiones posibles sobre esta casuística, moderadas por el periodista de Levante-EMV Julio Monreal. Robert Raga, el presidente del Consorcio Valencia Interior, que gestiona los residuos de cinco comarcas del área metropolitana de València y del interior de la provincia, apuntó al diagnóstico y la solución: «reducir, reutilizar, reciclar y recuperar». Por su lado, la alcaldesa de Andilla y presidenta de la Mancomunidad de La Serranía, Consuelo Alfonso, explicó la circunstancia de la gestión de las basuras en un pueblo pequeño que triplica su población en verano, mientras que Isidora Pérez, presidenta de la Asociación Utiel Gastronómica, profundizó en la contribución de los comercios al reciclaje, donde a través de una tarjeta, por cada reciclaje se obtiene un descuento en tiendas locales. Isabel Castillo, gerente del Club de Empresas Responsables, aportó una visión del compromiso de las compañías en la economía circular, un reto en presente y no en futuro. Mientras, Eva Checa, ingeniera del Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible (IMEDES), explicó cómo cada municipio necesita un Plan de Residuos Local hecho a medida según sus características. Por último, Maria Jesús Cabo, responsable del proyecto de compostaje doméstico del CVI, se centró en el futuro del reciclaje, que pasa, ineludiblemente, por el correcto tratamiento de los desechos orgánicos y eso solo puede conseguirse con más recursos y más información a los usuarios.

Julio Monreal, Consuelo Alfonso, Robert Raga, Maria Jesús Cabo, Enrique Sánchez, Isidora Pérez, Eva Checa e Isabel Castillo en la Planta de Tratamiento de Llíria. | GERMÁN CABALLERO Amparo Soria. València

«La solución a los problemas sería la autogestión de los residuos», apuntó Raga, como alcalde y como presidente. Sin embargo, para eso hace falta una gran dosis de información y educación que desde el propio consorcio se ejecuta. Aún así, Raga recordó que tanto la Ley de Cambio Climático como la nueva Ley de Residuos de la Generalitat apunta que, además de reducir, se penalice a la población o entidad que no cumpla con ello. En estos momentos, el límite de residuos que entran en los vertederos debe ser del 44 % y a partir de diciembre reducirá al 35 %, tal como marca el Plan Estatal Marco de gestión de residuos 2016-2022. Además, con la entrada en vigor de la Ley de Residuos (hoy en tramitación), por cada tonelada extra se abonará 30 euros a Hacienda. En Caudete de las Fuentes, dependiente del CVI, no se alcanza el 44 % actualmente.

Precisamente, el organismo que Robert Raga preside, se encarga de la gestión de 60 municipios y más de 250.000 personas en un área geográfica que abarca cinco comarcas: Camp de Túria, La Serranía, Rincón de Ademuz, la Plana Utiel-Requena y la Hoya de Buñol. Abarca grandes ciudades como Riba-roja hasta Andilla y sus cuatro aldeas, con un centenar de residentes. Allí, su alcaldesa Consuelo Alfonso explicó lo difícil que es gestionar la recogida de basuras con el factor de la estacionalidad. «Nuestra infraestructura habitual de contenedores se ve desbordada en verano, cuando somos más de 3.000 personas», explicó, y añadió que resulta evidente cómo «cumplen la normativa en sus municipios de origen, pero al llegar a su segunda residencia no lo hace».

Una empresa noruega para convertir el plástico en diesel

Tal como publicó este diario, la empresa noruega Astrumfuel ha realizado una inversión de 10 millones de euros para instalarse en el polígono Pla de Carrasses, en Llíria. El objetivo es utilizar el plástico no reutilizable del CVI que tiene que enviar el vertedero de Caudete, en energía. Con un reciclaje químico no contaminante, convierte el plástico en aceite diésel para uso doméstico o como combustible de barcos

¿Recogida puerta a puerta?

A través de la mancomunidad y con ayuda del CVI, la idea es implantar en todos los municipios la recogida puerta a puerta, aunque todavía está pendiente de estudio ya que Villar del Arzobispo no comparte las mismas características que Alcublas, por ejemplo, y el servicio no puede ser el mismo. «Aún así, los contenedores no desaparecerán, se crearían islas donde depositar la basura si no estás en casa a la hora que se recoge», explicó Alfonso.

Estas peculiaridades se estudian en Imedes. Allí, Eva Checa ha colaborado en la redacción de medio centenar de Planes Locales de Residuos, desde ciudades como Castelló hasta municipios en riesgo de despoblación. Nadie se salva de elaborar este documento, cada uno con su morfología y, por tanto, cada uno con una solución. «Los municipios de interior se caracterizan por la dispersión de sus viviendas y los pueblos costeros por la elevada estacionalidad de sus viviendas». Además, resolvió una de las cuestiones que sobrevolaron el foro: ¿Con qué fondos? «Los planes ya deben llevar integrada una memoria económica, hay líneas de subvención europeas para ayudar a los municipios y a los consorcios, que deben aprovecharlas, porque forman parte del cambio en el sistema global», señaló.

Lo que sí es claro y común a todos los municipios, sin importar su tamaño, es que, a corto plazo, el tratamiento de residuos pasa por el reciclaje de lo orgánico, una tipología de restos que se ha puesto al nivel del plástico y el cartón por el gran potencial que tiene para su reutilización, reconvertido en compost, y por el daño que causa de mezclarse con otros materiales reciclables. «Es lo que más nos dificulta reaprovechar según qué materiales. Si hay restos de macarrones en un papel o en un vidrio, se pierden. Si lográramos que lo orgánico saliera del cubo de resto, la separación en planta iría mucho mejor», apuntó María Jesús Cabo.

Mesa redonda en el Foro de Economía Comarcal Germán Caballero

El futuro vuelve al pasado

Ella se encarga de transmitir a pequeños y mayores la importancia de recolectar todas las sobras de comida y de poda para darles una nueva vida: compost. Es, sin duda, un ejemplo de cómo el futuro nos retrotrae al pasado, «cuando nuestro abuelos aprovechaban todos los restos de comida para los animales o los jardines», como apuntó la alcaldesa Consuelo Alfonso.

El proyecto de compostaje urbano surgió en 2017 y es una de las líneas de innovación que lleva a cabo el CVI. Según Cabo, se plantearon cómo llegar a la gente y decirles que sus restos de comida «no eran un residuo, sino un recurso». A partir de ahí, se plantearon un proyecto versátil que instruyera a alumnos y alumnas en centros educativos pero también a familias y residentes en zonas de diseminados. «Los pequeños crean una conciencia increíble en los hogares, parecía que no serviría de nada llevar compostadoras a los colegios y después venían padres y madres a pedirnos una para casa», explicó Cabo. Desde entonces, el que quiera, puede inscribirse en el CVI y con un acompañamiento de los profesionales, puede disponer de una compostadora en casa para crear su propia tierra. «Se cierra el ciclo de la materia orgánica, la economía lineal se acabó», zanjó Cabo.

El consorcio también echó mano de la innovación para fomentar el reciclaje: una tarjeta que, por cada elemento depositado en el ecoparque, acumule puntos al usuario. O bien se convierten en descuentos sobre su tasa de basuras anual o bien se le canjean en cheques para usar en el comercio local. A esta última modalidad se unió Utiel y la presidenta de la Asociación Utiel Gastronómica, Isidora Pérez, aseguró que ya son más de 120 comercios adscritos. «Se devuelve al usuario una cantidad económica para canjear en carnicerías, droguerías, o supermercados, por ejemplo», explicó.

Las empresas, bajo lupa

También el tejido empresarial ha tenido que subirse al tren de la economía circular. y, por eso, Isabel Castillo, gerente del Club de Empresas Responsables, añadió una «R» más a las que reza el consorcio: «La reeducación», apuntó. La directiva aseguró que «la naturaleza del riesgo y el valor ha cambiado». «Lo que ahora cuesta es no ser responsable, en términos de reputación y negocio, cuesta», explicó, porque el precio que una compañía deberá pagar por no cumplir con los ODS será «su desaparición». «Cada vez está todo más regulado y todo se recoge en los informes de sostenibilidad de cada empresa, cómo se regulan sus residuos y cómo se hace en la cadena de valor: reducir, reciclar y reutilizar en mi propio negocio», explicó Castillo. Esta realidad ya se da, en el presente, y la gerente invitó a todas las empresas a crear una hoja de ruta sobre cómo serán en diez años.

Precisamente en diversos momentos del foro se apeló a la responsabilidad de las grandes compañías porque la obligación y el compromiso de reciclar no debe recaer únicamente en el ciudadano. «Somos intermediarios. Pagamos por un cartón y pagamos por su recogida, así que desde el inicio debería reducirse la emisión de envases», señaló la alcaldesa de Andilla.

Robert Raga, Julio Monreal, Sandra Pascual, Enrique Martínez e Isidora Pérez German Caballero

Como el servicio de recogida varía según el municipio, las tasas también son distintas Como señaló el alcalde Robert Raga, en Riba Roja se abonan 107 euros, mientras en otras localidades como Andilla ronda los 50 euros. Todos los municipios del consorcio reciben la factura de forma independiente, no incluida en el recibo del IBI como sucede en València y que tendrá que cambiar tal como señala la Ley de Residuos.

Los servicios se vieron incrementados durante la pandemia, sobre todo en zonas de segundas residencias. Como explicó el presidente del CVI, «incrementamos en un 7 % la recogida, en voluminosos se disparó en diseminados, donde la gente se trasladaba a vivir y renovaba los muebles», explicó Raga. De hecho, la ingeniera d Imedes, Eva Checa, aportó un dato más: precisamente por la pandemia y los posibles contagios, los hábitos de consumo cambiaron y se ha vuelto «al sobre embalaje de productos y a las compras ‘online’, que se ve claramente en la cantidad de plásticos y cartones que ahora se generan».

La recompensa al ciudadano por separar la basura se percibe en la factura o en la lista de la compra

  • Con la cuenta ambiental se estimula a la sociedad a que lleve los residuos al ecoparque

El compromiso del ciudadano por reciclar correctamente los residuos tiene una recompensa. En el Foro de Economía Comarcal de Levante-EMV y À Punt, con el patrocinio del Consorcio Valencia Interior y la CEV, lo explicó la presidenta de la Asociación Utiel Gastronómica, Isidora Pérez, con casos concretos de este municipio. Por cada viaje al ecoparque, se acumulan puntos en Mi Cuenta Ambiental, una tarjeta donde se suman puntos y a final de año se convierte en vales canjeables en el comercio local: desde carnicerías a papelerías o droguerías.

En este momento son 120 los comercios asociados, pero hay otros tantos esperando para formar parte de los beneficiarios. El modelo de Utiel podría ser exportable a otros municipios. Hasta entonces, la acumulación de puntos en la tarjeta de Mi Cuenta Ambiental sirve para realizar un descuento en la tasa de tratamiento de residuos anual por el buen comportamiento medioambiental, al haber depositado correctamente los residuos en el ecoparque o ecomóvil. La bonificación puede llegar a cubrir hasta el 50 % de la factura y en el caso de Utiel, según señaló Isidora, se acumulan vales canjeables por valor de 25 euros como máximo. Además, unos productos reciclados valen más que otros: en la pirámide de valor, los aceites, los electrodomésticos, los voluminosos (muebles) o los aparatos electrónicos son los más valorados por su contaminación.

¿El resultado? «Se han triplicado las cantidades recogidas de residuos en los ecoparques desde 2014», asegura el gerente del Consorcio Valencia Interior, Ángel Rodríguez. «Reconocemos el esfuerzo que hacen los vecinos. Si te molestas en venir hasta aquí y no mezclar los residuos, se te premia», explica. De hecho, Rodríguez asegura que cuando los servicios municipales recogen en la puerta de casa los voluminosos o grandes electrodomésticos, se recoge en un mismo camión un mueble, una nevera y un pallet, y complicará su separación. Si se lleva directamente a un ecoparque, se reduce el trabajo y se asegura que el triaje se hace desde el principio para su reutilización.

La tendencia habitual es la rebaja en la tasa, pero en cualquier caso, se trata de una partida que el consorcio contempla para reconocer ese esfuerzo «tremendamente necesario» para que las plantas funcionen bien. «Si se te escapa un transistor a la basura, los metales pesados se mezclan con la comida y se estropea el compost», dice el gerente. Lo mismo con los escombros de una pequeña obra en casa: por sí mismos y reciclados en ecoparque, son aprovechables, pero n una planta pueden llegar a estropear las cintas y los triajes. Este modelo comenzó en 2014 y la Generalitat lo usó como ejemplo para ayudar a otros consorcios a ponerlo en marcha. Ahora, el C3V1 de Algímia de Alfara y el C1 del norte de Castelló ya lo han implantado, y está en proceso de instalarse en el área de metropolitana de València.

Residuos en la Plata de Tratamiento de Llíria Germán Caballero