Cuando llegan episodios como el del pasado viernes, con ese viento de componente noreste que impacta contra las sierras que se disponen de forma transversal a ese flujo, especialmente en el sur del golfo de Valencia, suelo recordar una de las primeras entrevistas que hice cuando estaba en la facultad. No sé si lo recordarán, fue a Millán Millán Muñoz, un granadino de pura cepa, con ese salero que les caracteriza, y sobre todo un experto de primer nivel en materia de física atmosférica. Creo que por aquel entonces aún era director -sin emérito- del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) y me recibió con una cordialidad tremenda, en un despacho plagado de fotos de volcanes porque, de hecho, parte de su vida ha ido dedicada a ellos. Tanto es así, que en su currículo tiene la creación de un instrumento para la prevención de erupciones volcánicas, el Cospec, y la colaboración en la película Un pueblo llamado Dante’s Peak. Sí, la de Pierce Brosnan.

La charla que mantuve con él fue muy interesante, centrándonos en las precipitaciones cuantiosas que se suelen registrar en las comarcas de la Marina Alta y La Safor, precisamente por lo que comentaba en las primeras líneas, debido a esas estribaciones de las montañas béticas que catapultan al viento de gregal formando nubes de lluvia muy eficientes. En aquella entrevista, Millán teorizó sobre esto mismo y repasó la curiosa capacidad que tiene el mar Balear para crear, en estas fechas, tormentas intensas en plena madrugada. “De noche la parcela terrestre se enfría más rápido que la marítima y allí, sobre el mar, se acentúan las bajas presiones que inician los ascensos de aire cálido y húmedo”, creo recordar que dijo. Han pasado ya cerca de 15 años. Al final, quédense con que hace falta un mecanismo de disparo para que el aire cálido y húmedo disponible en superficie ascienda miles de metros hasta chocar con el frío, que merodea las capas medias y altas de la troposfera. Así aparece la nubosidad.

Aunque el momento más inolvidable de aquel encuentro, no se lo van a imaginar, fue en el baño. Tras recoger la grabadora, la libreta de gusanillo y un par de bolis, coincidimos allí con el enjuague de manos. Al bueno de Millán se le había quedado un asunto pendiente al hilo de la formación de nubes en La Safor o la Marina Alta. Habíamos hablado de que aparecían al choque del gregal con los relieves pero, entonces ¿cómo es que a veces aparecen mar adentro, mucho antes del encuentro? El experto abrió el grifo, dejó caer un hilo de agua y acercó la yema del dedo índice hasta un centímetro del difusor. Hizo magia. El filamento acuoso dejó de caer rectilíneo y se abombó. “Esas perturbaciones previas son las que crean las nubes con lluvia antes del choque”. Buah, pruébenlo en casa. Puede que no lo entiendan, pero verán un cachito de meteorología.