La presentan habitualmente como divulgadora científica. Para usted, ¿en qué consiste divulgar?

No me gusta mucho que me llamen divulgadora científica. Me considero docente, es lo que más me gusta con diferencia y seguramente mi buen hacer en divulgación se debe a mi vocación. Divulgar es muy importante para acercar a un público no experto y ayudar a que se disipe esa especie de «alergia» que se tiene a las matemáticas.

¿De dónde viene esa «alergia» de la que habla? ¿Faltan docentes vocacionales que transmitan amor por la disciplina?

A un brutal efecto contagio, a que en casa la familia ya dice que las matemáticas son difíciles o se aprenden de forma automática, cuando se necesita mucha creatividad. Quizás, en parte también porque la manera de enseñar en Secundaria y Primaria no es la más adecuada y el profesorado ya tiene problemas con las matemáticas. Igual no les gustan, porque no todos son matemáticos, y eso también se nota.

¿Cree que la divulgación debería ser inherente a la docencia y a la investigación?

Aunque se dice mucho que los que más saben deberían divulgar, no creo que todos deban dedicarse a todo porque igual hacen un flaco favor si no cuentan las cosas con la cercanía o gracia que se necesita para enganchar al público.

¿Que papel tienen o pueden tener las mujeres científicas en la divulgación?

Es esencial que haya mujeres divulgando, como es esencial que haya en todos los ámbitos. El papel que podemos cumplir divulgando en un mundo con pocas mujeres es normalizar el sentimiento que las personas tienen con la ciencia. Las mujeres somos bastante menos ególatras que los hombres y hacemos una divulgación más generosa, sin pensar tanto en el ‘yo’ y contando historias en tercera persona. Podemos hacer llegar que la ciencia es humana, colaborativa, y en la que todo el mundo es importante para que funcione. Quizás transmitimos mejor que los hombres el sentimiento de la ciencia como actividad humana, en la que la competitividad no vale y sí puede haber errores. Es humanizar la ciencia como creo que las mujeres humanizamos cualquier campo en la que entramos liderando o con más derechos de los que habitualmente hemos tenido.

Coordina y edita el blog «Mujeres con ciencia». ¿El mundo digital ofrece más facilidades a las mujeres para divulgar?

El blog está para visibilizar a las mujeres de la ciencia, las pioneras que han abierto camino. La historia de la ciencia ha sido mal contada, porque está escrita por los ganadores y siempre han sido hombres. Hay que rescatar a esas mujeres y reescribir la historia olvidada que por derecho nos pertenece y nos han robado. Desde las brujas quemadas en la hoguera —muchas eran científicas—, hasta las que han hecho ciencia en sus cocinas, ayudando a sus maridos a realizar experimentos porque ellos tenían la teoría pero ellas la intuición práctica. Merecen ser conocidas por derecho. También hablamos de mujeres de hoy en día, es un portal para tener referentes y repensar la ciencia. En la actualidad, muchas mujeres se distancian de la ciencia porque creen que solo se dedican a ella genios. Hay que apartar esa concepción y explicar que la hacen personas normales y corrientes, que trabajan mucho y a las que les gusta su trabajo, y que consiguen éxitos y desilusiones.

Hace poco se conmemoró el Día Internacional de la Niña y en febrero es el de la Niña y la Mujer en la Ciencia. ¿Por dónde debe empezar la divulgación para generar vocaciones?

Visibilizar a las mujeres puede hacer que más estudien carreras científicas, pero las tecnológicas asustan y ha disminuido nuestra presencia en ellas. Incluso en matemáticas, los últimos años ha caído el número de mujeres y creemos que es, en parte, por el éxito de la carrera. Hay que transmitir que no hay ningún inconveniente en que una mujer haga una carrera tecnológica, que tenemos las mismas capacidades, y cambiar el estereotipo de «friki», normalizar la ciencia y tecnología. Nadie es un genio. Es esencial porque muchas mujeres tienen ese complejo, activado por todos los estereotipos, los sesgos, la familia, el colegio, las redes sociales... y muchas creen que la ciencia no es para ellas. La divulgación es normalizar, lo que también ayudaría a muchos chicos.

Llama la atención que cuanto más se fomentan las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), la matrícula de las mujeres va a menos. ¿Por qué?

Que no te impidan matricularte no implica que no quieras matricularte, pero no eligen con libertad. Cuando una chica de 18 o 19 años elige qué quiere hacer, ya está influenciada por todos los sesgos de su entorno. Y los chicos igual, porque no me creo que todos quieran ser ingenieros. La diferencia es que ellos sí salen ganando, con profesiones más exitosas y se llevan la mejor parte. Es una lástima porque la tecnología ya es el presente y debe haber mujeres. Yo no quiero que solo los hombres decidan el futuro, y para ello tiene que haber mujeres... y liderando.

Como dice, en algunos casos las familias no ayudan.

Es lo que más influencia, como el centro escolar, pero muchos colegios ya evitan los sesgos, aunque es complicado si en casa te dicen lo contrario. Por eso la divulgación es importante, para tener una cultura científica más amplia.

¿Cree que en unos años se verán los frutos de los cambios en educación?

En Primaria y Secundaria hacen esfuerzos increíbles para mejorar la enseñanza, en general, y también para las mujeres. No puede haber vuelta atrás y esto es imparable, aunque si solo la enseñanza se dedica a incentivar vocaciones científicas y el resto no, no funcionará.

La ministra de Ciencia, Diana Morant, ha presentado recientemente un programa de mentorización para jóvenes. ¿Que le parecen estas iniciativas?

Soy un poco escéptica y no me parece lo más importante, aunque todo ayuda.

Entonces, ¿qué sería lo más importante?

Políticas reales que ayuden a las mujeres en momentos especiales —como la maternidad—, y que en todos los centros haya comisiones de igualdad para que las mujeres denuncien problemas como el acoso sexual o cuando los líderes de un equipo de investigación, que los hay machistas y sexistas, opinan que no somos capaces y, por eso, favorecen más a los chicos que a las chicas. Denunciarlo es complicado, pero hay que dar el paso. Se lucha hablando mucho del tema, hay que decir los problemas reales. Si una mujer quiere o puede —porque te arriesgas mucho—, que lo haga.