Leo estos días, en los prolegómenos de la cumbre del clima de Glasgow, el excelente ensayo de Lawrence M. Krauss sobre el cambio climático. Se trata de una obra escrita por un físico de partículas, interesado, preocupado, por el proceso de calentamiento térmico planetario que estamos viviendo. El libro ha sido traducido al castellano por la editorial Pasado y Presente y en pocas semanas se ha convertido en un éxito de ventas. Es un libro de alta divulgación científica, que explica con detalle y un lenguaje muy comprensible las bases físicas del proceso actual de cambio climático. Porque lo que llamamos sencillamente cambio climático es un complejo proceso físico-químico que está ocurriendo en nuestra atmósfera, animado por la acción del ser humano, y que ha ocasionado ya la modificación del balance energético de nuestro planeta. Un sistema de entradas y salidas de radiación (solar y terrestre) que ha dejado de estar equilibrado y condiciona el progresivo calentamiento que se registra en la troposfera terrestre. Un proceso de forzamiento radiactivo causado por la presencia cada vez mayor de gases procedentes de la quema de combustibles fósiles y que, de momento, no parece tener fin. Krauss aporta un dato preocupante. Diferentes estudios señala que aunque cesaran de golpe nuestras emisiones el proceso de calentamiento continuaría manifestándose de forma intensa al menos un siglo. Y los gases emitidos de más, permanecerían en la atmósfera alrededor de 3.000 años. No queda otra que impulsar un cambio en nuestra relación con la Tierra, con sus recursos, un cambio en nuestra manera de producir energía necesaria para el desarrollo. No me caracterizo por ser una persona extremista. Pero el tema del cambio climático comienza a ser preocupante.