En esta ocasión, y aprovechando las recientes celebraciones de la «Semana de la Movilidad» a escala europea, quiero centrarme en cómo son en nuestra Comunitat los entornos de los colegios e institutos donde nuestra ciudadanía de menor edad realiza la parte más importante de su introducción al mundo que van a heredar: la escuela.

¿Cómo llegan al colegio? ¿Qué viven, qué ven, qué respiran por el camino?¿Es este un camino amable o por el contrario está lleno de impedimentos y peligros? ¿Se llega al colegio paseando y conociendo el pueblo o la ciudad o se llega con estrés y ansiedad? ¿Como empieza el día en la calle nuestra ciudadanía más pequeña?

Una ciudad pensada para los niños

En 1991, Francesco Tonucci, psicopedagogo, pensador y dibujante italiano, participó con su ayuntamiento (Fano - Italia) en una semana de actividades para la infancia que se denominó La citá dei Bambinni (La ciudad de los niños). Una iniciativa municipal que finalizaba con un día en que la ciudad se cerraba al tráfico para que niños y niñas pudieran jugar en las calles. (Convención internacional del Niño - ONU 1989. Derecho a jugar como derecho fundamental de la infancia).

Una de las iniciativas más interesantes fue realizar un pleno municipal donde centenares de niños presentaron sus propuestas e ideas para mejorar la ciudad. Funcionó tan bien que Tonucci, para seguir a cargo del proyecto, pidió que este evento fuera permanente (anual).

Fue así aceptado y este movimiento ha generado una red internacional de más de 200 ciudades por todo el planeta, cuyos fundamentos podemos tomar como base para pensar y organizar la ciudad desde la perspectiva del niño/a, que generan reflexiones generales muy interesantes. Podríamos empezar por el entorno de las escuelas y el camino a ellas.

¿Son nuestros pueblos y ciudades lugares para la infancia y la juventud? Las ciudades donde se tiene en cuenta la opinión de los niños tienen más espacios públicos para encontrarse y jugar. Más zonas peatonales y verdes. ¿Favorece esto solo a la ciudadanía más pequeña o es una mejora para todos?

En Castelló, un proyecto piloto denominado Entornos escolares seguros ha agrupado a ocho colegios de la ciudad para intentar disminuir los atascos de tráfico que se producen en las horas de entrada y salida de los centros educativos, cortando determinadas calles. Con gran aceptación en los centros docentes y entre el alumnado.

Seguridad en los centros

La implicación de los colegios, Policía Local y entidad municipal (educación, movilidad…) es indispensable para garantizar la seguridad en la entrada y salida del centro docente, pues la mayoría de las veces, son los propios padres y madres quienes ponen en riesgo a los menores con la saturación de tráfico en torno a los colegios en estas horas. ¿Por qué hacemos esto?

En Fanzara, los alumnos acuden al colegio mayoritariamente andando, pues parte de su alumnado viene de Sueras, Tales y Ludiente al ser un Centro de Agrupación Rural (CRA). Pero cuando caminas por Fanzara rumbo al colegio, además de transitar por calles llenas de arte, con sus más de 100 murales de arte urbano (MIAU Fanzara), el único punto conflictivo es cruzar la vía calle Santo Sepulcro (carretera CV-194) que atraviesa el pueblo. Una vez más es el tráfico en torno al colegio el factor de peligro.

En este casco urbano, definido en su parte baja por el río Millars, se ha realizado un acto valiente. El acceso al pueblo lo marca el puente que atraviesa el río y su limitado ancho. Apenas cabían dos vehículos de frente en el mismo. No hablemos ya cuando las personas, necesitadas de caminar el otro lado del puente, por ejemplo para acceder hacia la zona deportiva municipal, debían interactuar con el tráfico de la carretera.

Bien, pues pueden ver ustedes cómo, de forma resolutiva, la instalación de un semáforo y un amplio carril peatonal-ciclista, bien pintado de rojo, se inicia desde la entrada al casco urbano, cruza el puente y da acceso a la zona deportiva, limitando la carretera a un carril. Se ha convertido así el acceso a la población y el tránsito por el puente en seguro y compartido -vehículos y personas -.

Hay que señalar que no era fácil solucionar ese cuello de botella. He paseado Fanzara y creo que ese nuevo semáforo es de los pocos de la localidad. Son apenas 700 metros los que separan el colegio de la zona deportiva. Pero qué alegría da ver apostar por las personas. Les queda el reto de pacificar la carretera que atraviesa el pueblo, pero en ese camino no pueden estar solos.

En las grandes ciudades, o pueblos grandes, sus ayuntamientos suelen tener capacidad para afrontar - si quieren- estas cuestiones. En los pueblos más pequeños necesitan ayuda para que una carretera -necesaria- deje de serlo dentro de una población y lindando con un centro escolar.

En València ciudad, también se han realizado los últimos años una serie de intervenciones para mejorar el acceso a los centros escolares. Dentro del Plan de entornos escolares seguros, hasta 19 centros han visto o verán ampliadas aceras, rebajados bordillos, limitación de tráfico, peatonalización de zonas, más árboles y zonas de juegos infantiles en su entorno, a través de las concejalías de Desarrollo Urbano y de Movilidad Sostenible. Enhorabuena a todas estas iniciativas. ¿Qué ocurre en su pueblo, en su ciudad? ¿Cómo es el acceso a su centro escolar?

¿Es donde usted vive una ciudad para niños? ¿Está su pueblo en transición hacia un lugar donde vivir, respirar y pasear mejor? ¿Aunque sea por ejemplo, en torno a los centros escolares?

Muchas veces veremos noticias de las quejas por las peatonalizaciones, o las restricciones en el tráfico en ciudades y pueblos. ¿Creen todavía que la calidad de vida va relacionada con una fuerte circulación de vehículos, allí donde residimos?

Cuando se habla de la imprescindible educación ambiental como motor de cambio para mejorar nuestras sociedades, no podemos olvidar que por mucha conciencia que los docentes puedan despertar en nuestra infancia, si al salir del colegio o instituto se encuentran una jungla contaminada de ruido y aire insano, será complicado que crean que un mundo mejor es posible. Y lo es.

Lo pequeño es hermoso, y pequeñas acciones, dirigidas hacia los más pequeños, son una semilla que florecerá. En la necesaria creación de sociedades más saludables, más limpias y sostenibles, en este camino de Una Comunidad en Transición necesitamos más cultura del cuidado de la vida, por encima de todo. Buen comienzo de otoño.