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La grave crisis económica en Argelia dispara la llegada de pateras a la costa valenciana

El cierre de las fronteras argelinas agrava el problema e incrementa el flujo migratorio de miles de jóvenes de ese país hacia la península ibérica

Una patera en Alicante

«La crisis económica esta detrás de la migración. Ahora mismo en Argelia la comida de los pobres, como por ejemplo las lentejas, están a precio del pistacho o de nueces. Esto provoca que la gente quiera salir». Son palabras de Rima Tariket, una mediadora social de nacionalidad española y origen argelino que desde Gandia intenta facilitar información sobre el paradero de sus hijos a varias familias de Argelia.

Estos días vuelve a recibir decenas de mensajes de padres y madres interesados por la suerte de aquellos vástagos suyos que decidieron embarcarse para llegar a España. Este mismo fin de semana fueron rescatadas 16 personas a bordo de una embarcación frente a la isla de Tabarca, lo que eleva a casi 200 el número de personas que han llegado en los últimos dos meses a las costas valencianas.

«Los jóvenes ven que no hay solución, que el país tiene gas y petróleo pero ellos no se benefician de nada, la educación está mal y la sanidad también. Y más con la covid, ya que incluso hace falta oxígeno en los hospitales», agrega Rima Tariket sobre la situación. A finales de agosto, además, la región de Boumerdès sufrió el incendio de sus olivares y de algunos frutales como los perales, profundizando la crisis también en el sector agrario de Argelia.

Negocio con la desesperación

Si hace dos años las salidas de pateras eran esporádicas y desde puntos concretos de la costa, ahora parten desde cualquier lugar y con más frecuencia dependiendo del estado del mar. Las mafias también han visto el filón y hacen su agosto con distintas modalidades de travesía desde Argelia hacia la península ibérica.

De esa manera, una plaza en una patera de fibra de unos cinco metros de eslora con un motor de 40 CV puede costar cerca de 1.500 euros. Estos barcos son, por lo general, frágiles y navegan sin ningún tipo de seguridad. Como guía utilizan apenas la cobertura GPS de sus teléfonos móviles hasta que deja de funcionar. La red móvil desaparece por completo cuando llegan a alta mar. Se trata de una travesía que conlleva riesgos y que puede durar entre 30 y 36 horas. Pero en este negocio también hay categorías y existen los llamados ‘taxi-patera’, muy frecuentes en la costa de Almería, que es donde más se ven.

Rima Tariket señala que la inmigración ilegal no solo es una salida para las clases argelinas más desfavorecidas. Tariket afirma que conoce empresarios que optan por ese ‘taxi-patera’, que es más seguro, para intentar una nueva vida en Europa. Su precio es más caro: un 133 % más, en concreto. Puede costar unos 3.500 euros lograr una plaza en esa embarcación, que tiene mejores perspectivas de llegada e incurre en un peligro menor que las barcazas comunes.

La situación en Argelia es tal que se da el caso de que ciudadanos que tienen recursos económicos carecen de acceso a los servicios básicos sanitarios. «Entonces deciden irse en pateras rápidas porque tienen dinero y con las fronteras cerradas no pueden hacer nada más», lamenta Tariket.

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