Agua es igual a vida. No se puede vivir sin ella y, en un contexto de cambio climático, se hace más necesario que nunca garantizar que el agua potable llega a la sociedad. De este tema, de la digitalización para implementar la gestión del abastecimiento hídrico y de la necesaria visibilidad de todo el trabajo subterráneo que se realiza para que una persona abra el grifo y obtenga agua potable se ha hablado en una nueva edición de los Foros de Economía Comarcal que organizan Levante-EMV y À Punt.

La jornada llevó por nombre «El valor del agua: Digitalización, innovación y sostenibilidad en la gestión hídrica» y contó con el patrocinio de la Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (Emshi), Emimet, Global Omnium y Grupo Heineken, y con la colaboración de Caixa Popular, la Emtre y la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV).

La cita se llevó a cabo en distintos emplazamientos. Primero se realizó una visita completa a la planta de potabilización de agua de La Presa de Manises, la más antigua de Europa que sigue en funcionamiento, que se encarga de tratar el caudal que llega del Túria para potabilizarlo y abastecer a 48 localidades y a València capital junto a la planta del Realón de Picassent. Seguidamente tuvo lugar una mesa redonda en las instalaciones de Emivasa, en València.

«Se habla mucho de verde y poco de azul, hay que conseguir que el agua esté en el centro», afirma Valía

Un enclave de diálogo a cinco moderado por el periodista Julio Monreal y en el que participaron Elisa Valía, presidenta de la Emshi y de Emimet y concejala del Ciclo del Agua del Ayuntamiento de València; Dionisio García Comín, CEO de Global Omnium; Gonzalo Delacámara, experto en gestión de recursos naturales y coordinador del departamento de Economía del Agua en el Instituto IMDEA Agua; Sagrario Sáez Mejía, directora de Sostenibilidad de Heineken España, y José Sierra, periodista especializado en medio ambiente y coordinador de la revista «aGOa» en Global Omnium.

El coloquio se inició con un alegato a la puesta en valor del agua, un recurso escaso. También se incidió en la gestión hidráulica y la creciente concienciación de la sociedad tras la pandemia del trabajo que hay detrás de abrir el grifo y obtener agua potable. «El ciclo integral del agua está en la agenda política de València como nunca lo ha estado», comenzó Elisa Valía.

«Que el agua siga llegando»

«El agua limpia llega», dijo Valía en relación al derecho al agua potable contemplado en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 6. «El desafío es que siga llegando», continuó la presidenta de la Emshi. Valía manifestó su preocupación porque no se considere el ciclo como un círculo y, por ejemplo,«no se esté trabajando en una descentralización de las depuradoras», así como de que se hable «mucho de verde y poco de azul», es decir, conseguir que el agua esté en el centro y condicione las políticas. «Si no, no habrá vida», dijo. Asimismo, Valía señaló que València «puede sacar pecho» de la innovación en los sistemas de abastecimiento: «somos el espejo donde se miran muchos territorios. Tenemos una historia con el agua y sobre todo un futuro», detalló. Una afirmación que todos los ponentes refrendaron a lo largo de sus intervenciones.

Precisamente en esa innovación en los procesos incidió Dionisio García, CEO de Global Omnium, quien destacó el impulso a la «evolución tecnológica en forma de inversiones, infraestructuras y procesos». «Llevamos más de 150 años preocupados de que el agua llegue y en estos últimos 15 se ha dado un vuelco tecnológico brutal». Se ha conseguido, subrayó García, una digitalización de seguimiento de toda la red de agua que permite, entre otras cosas, detectar anomalías en el sistema y subsanarlas con rapidez, e incluso anticiparse a los problemas, así como hacer seguimiento del consumo en cada casa y ponerlo a disposición de los usuarios con transparencia. «La digitalización permite tener controladas las tuberías, la edad de materiales y su obsolescencia y, por tanto, permite planificar las reparaciones y actualizaciones de los materiales, no esperar a que una tubería se rompa», detalló Dionisio García.

Una vertiente social

La gestión del agua, añadió, puede tener también una vertiente social. «A través del control de consumo ponemos en alerta a los Servicios Sociales si hay un domicilio donde reside, por ejemplo, una persona mayor sola, que no ha consumido nada de agua en un número determinado número de horas. A partir de ahí, ellos se ponen en contacto con la familia para ver que todo está bien», relato el CEO de Global Omnium.

Por su parte, Gonzalo Delacámara destacó que «la relación de la ciudadanía con el agua es fugaz pero es vital divulgar el ciclo integral completo», al tiempo que añadió que mundialmente todo lo que ocurre con la gestión del agua es «invisible» y aunque requiere un esfuerzo sustantivo por parte de la sociedad (en materia de impuestos, entre otras cosas), «muchas veces somos ajenos a ello». Por eso, añadió Delacámara, es importante difundir el abastecimiento como un servicio público, con infraestructuras potentes y cientos de miles de datos sobre el sistema y su red en uso. Todo un engranaje que busca ser eficiente energéticamente y lo más sostenible posible. Ahorrar energía y realizar un uso racional de los recursos. Sobre todo del agua, pues se trata de un bien escaso y, a juicio de los ponentes, la sociedad comienza a interiorizar la responsabilidad que tiene en su uso diario de este bien esencial.

Sin embargo, tal como recordó Gonzalo Delacámara, «la gestión sostenible no tiene que venir de los políticos, sino de la sociedad, tiene que ser colectiva». Una implicación de todos los actores que cuente también con las empresas. Como Heineken.

En este sentido, Sagrario Sáez afirmó que Heineken tiene la «sostenibilidad en el ADN», pues es el centro de su estrategia de empresa. «Primero andar y luego hablar, no podemos estar fijándonos en la rentabilidad si no contemplamos la sostenibilidad», añadió Sáez, quien también puntualizó que «la sostenibilidad es un asunto transversal en cada decisión que tomamos desde Heineken».

Disminuir la huella hídrica

Tanto es así, que quieren ser «la cervecera verde» y por ello, tiene un objetivo claro: «ser circulares». «Que las cuatro fábricas de España envíen cero residuos a los vertederos». Y, según lo expuesto en València, van por el buen camino. «Trabajamos con programas de eficiencia para disminuir la huella hídrica». Cada litro de cerveza, detalló Sáez, lleva 3,3 litros de agua. Con todo, es un 47 % menos que en el año 2008. La responsable de Sostenibilidad de Heineken hizo hincapié, además, en la apuesta sostenible de la planta de Heineken en Quart de Poblet, que «devuelve a la naturaleza la misma cantidad de agua que capta para fabricar su cerveza, unos 500 millones de litros» así como un programa de eliminación de vegetación invasora en los cauces que van a la Albufera, a través de repoblar con especies autóctonas que necesitan 10 veces menos agua que las invasoras. «El mundo será verde y azul o no será», sentenció Saéz en referencia a la importancia de ser sostenibles y poner en valor el agua.

En su caso, Heineken lo tiene claro: «Somos el único cervecero con plan de huella hídrica, hay que poner el agua en el centro», dijo. Y concluyó: «el 95 % de cerveza es agua. O hay agua o no hay cerveza, si no fuéramos sostenibles nuestro negocio acabaría», sentenció Sáez.

Por su parte, José Sierra, periodista especializado en Medio Ambiente, apuntó que no hay que olvidar que el ciclo hidráulico es circular y que la digitalización y la tecnología sirven para optimizar el uso de cada gota y decidir su reutilización una vez amortizada. «València ha ahorrado seis hectómetros cúbicos de agua con gestión eficaz», detalló.

Sin embargo, también resaltó que «es un crimen que más de 100 hectómetros cúbicos estén yendo al mar tras pasar por la depuradora de Pinedo». Y eso es algo «que las instituciones tienen que frenar». ¿Cómo? «Hay que hacer una inversión grande contra el cambio climático, en la mejora de los abastecimientos», señaló Sierra.

Un cambio de las personas

Los ponentes abordaron también el precio del agua y concluyeron en que bajar la tarifa solo precariza el servicio. «El sistema del agua se autofinancia y casi todas las inversiones vienen de las tasas», apuntó Dionisio García Comín. «La puesta en valor del servicio hidráulico y el cambio hacia un sistema más sostenible tiene que estar liderado por la sociedad», opinó, por su parte, Elisa Valía.

En este sentido, la presidenta de la Emshi añadió que cada uno tiene que tener un rol y que no piensa que «todas las empresas de sectores ajenos al agua sean sensibles al ahorro y el uso de una forma sostenible». Pero el cambio ha de venir de las personas. «Si la ciudadanía demanda sostenibilidad, habrá sostenibilidad». A partir de ahí, las instituciones han de acompañar para transitar un camino juntos. Y en València, concluyeron todos, vamos por un buen camino.