Este fin de semana las numerosas bandas de música existentes en el territorio valenciano celebran fiestas a la patrona de los músicos santa Cecilia con actos culturales y religiosos. No suelen faltar en las sociedades musicales imágenes de la santa mártir, las que por lo general guardan en sus propios locales y las llevan a las iglesias en su fiesta, para de inmediato reintegrarlas al local social. No permiten que ni siquiera “duerman” en los templos.

El 22 de noviembre la liturgia católica festeja a santa Cecilia, la que según el Martyrologium hieronymianum, fue una noble romana, convertida al cristianismo y martirizada por su fe. En la Iglesia católica, es patrona de la música y de los poetas. Se le representa con un laúd.   Narran las actas de su martirio cómo fue condenada a morir asfixiada en humo, episodio en el que cantó el salmo 70: “Que mi corazón y mi carne permanezcan puros, oh Señor, y que no me vea defraudada en tu presencia.

No eran reconocidos y prestigiosos sólo los instrumentos de cuerda valencianos, también los “ayre, (viento) como el bajón, y el famoso instrumento nacional de la Dulçayna (solo usado en este Reyno como dice Valdá) y solo saben fabricar los torneros.

En 1594, el papa Gregorio XIII la canonizó y la declaró patrona de los músicos, por «haber demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo de la música».

Tradición musical valenciana

La tradición musical valenciana es inmemorial, vestigios de actividades musicales, músicos tocando algún instrumento encontramos en cerámica ibérica hallada en el Tossal de sant Miquel de Lliria. Es inherente e inseparable de nuestra cultura autóctona milenaria la atracción por la música, su práctica. No hay pueblo que no tenga banda de música y pueblos que tienen en sana rivalidad y competencia hasta dos y tres formaciones. Este hecho singular en nuestra dimensión cultural tan intenso no existe en otras regiones.

Cerámica Ibérica de Llíria, donde aparecen pintados músicos.

La inclinación por lo musical y la danza fue potenciada en la época de la colonización arábiga de las tierras valencianas y no sólo en la capital. Aparte de Lliria, que mantiene muy viva la tradición, fue ejemplar la Escuela de Música árabe de Xàtiva, una de las más importantes de Al Andalus.

En la época foral,  el Gremi de Guitarrers destacaba en sus actividades. Se dedicaban a construir guitarras, vihuelas, bandurrias, violines, arpas “y otros semejantes instrumentos músicos, y entre, y entre cuya variedad prefirieron sin duda tomar su denominación de guitarrer, por ser el instrumento más usual y frequentado la vihuela, o Guitarra”, cuenta Orellana.

No eran reconocidos y prestigiosos sólo los instrumentos de cuerda valencianos, también los “ayre, (hoy se les llama de viento) como el bajón, y el famoso instrumento nacional de la Dulçayna (solo usado en este Reyno como dice Valdá) y solo saben fabricar los torneros, que por el manejo de los instrumentos de su exercicio tienen disposición para hacer las Dulçaynas, Bajones, cornetas, obues, y semejantes, que se vacian y tornean”.

Colla de dolçainers.

Dolçainer era, y lo sigue siendo, “el que de profesión la tañe (la dolçaina) , según Exulve, llamándole Fistulator, y por lo común se dedican a ello algunos individuos de otros gremios, poco ocupados, como los que hacen cestas, y se tiene por agraviado qualquiera si se llaman dolçainer, pues quieren que se les llame músicos”.

En la ciudad de Valencia santa Cecilia tiene dedicada una parroquia, sita en la calle Juan Ramón Jiménez, del barrio de Malilla, de factura arquitectónica moderna, donde a lo largo del año son programados diversos conciertos corales y musicales por parte de grupos y formaciones de prestigio.