La situación de las farmacias de las zonas rurales más despobladas de la provincia de València ha empeorado con la pandemia. El número de boticas de Viabilidad Económica Comprometida (VEC) ha subido de las 21 de 2019 a las 23 actuales. Se trata de dispensadoras de medicamentos que se encuentran mayoritariamente en áreas con poca densidad demográfica debido al envejecimiento de la población y a la falta de servicios, entre otros aspectos, y que realizan una labor sanitaria esencial.

El Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmaceúticos (Micof) muestra su «gran preocupación» por la delicada situación de estas farmacias. Tanto la despoblación como el continuo descenso de los precios y márgenes de los medicamentos en los últimos años ha llevado a la farmacia rural a una situación crítica de inviabilidad económica a corto y medio plazo.

«Si a ello unimos la incapacidad de conciliar vida familiar y profesional por un exceso de servicios de urgencias, una carencia casi absoluta de servicios que dificultan la labor profesional y unas malas comunicaciones que dificultan la capacidad de asistir a cursos de formación presenciales, nos encontramos con una situación en la que, sin medidas urgentes que palien la situación actual de la farmacia rural, se podría llegar a su casi total desaparición y, por tanto, en un duro golpe para nuestro modelo farmaceútico», explica el presidente de Micof, Jaime Giner.

Ante la delicada situación de las farmacias VEC de la provincia, el propio Micof y la Diputació de València impulsaron a mediados de este año una aportación extra de 60.000 euros, subvención que gestiona el propio colegio de farmaceúticos con una ayuda de 30.000 euros de la Diputación y otros 30.000 aportados por por el propio Micof.

En total, son 16 las farmacias que finalmente han solicitado y han reunido los requisitos para recibirán la cuantía que les corresponde a cada una de ellas.

El objetivo es que la subvención minimice el actual estado de las farmacias rurales y, por otro y a largo plazo, lograr una sostenibilidad de estos establecimientos y una mejora de la salud de los habitantes de las poblaciones en las que se ubican.

Con las ayudas concedidas, las farmacias podrán destinar el 50 % a mejoras y adecuaciones de la oficina de farmacia, renovación de material informático, gastos de alquiler y suministros como el agua, luz, teléfono, etc., mientras que el otro 50 % dserá distribuida entre una partida destinada para formación y educación a la ciudadanía que compromete al beneficiario la realización de actividades formativas para mejorar la atención sanitaria de los pacientes de la localidad, lo que supone impartir de dos a cuatro charlas anuales a los habitantes de su zona. Parte de esta subvención también servirá para poder cubrir los gastos colegiales de funcionamiento de estas farmacias.

Para el presidente del Micof, ayudar a mantener la farmacia rural no es solo mantener el empleo de sus farmacéuticos. «Es también garantizar una atención sanitaria integral en núcleos poblacionales amenazados por el despoblamiento, teniendo en cuenta que la capilaridad de la red de farmacias permite llegar a puntos geográficos a los que apenas llega la atención médica y eso las convierte en un servicio esencial».

Giner muestra su satisfacción por las ayudas recibidas. «La farmacia rural tiene un papel clave en la asistencia sanitaria del mundo rural por su proximidad y versatilidad y garantiza el acceso equitativo y universal al medicamento a la población más sensible y en riesgo de exclusión social que es, mayoritariamente, la que reside en esos pequeños municipios», afirma.

La población rural donde s ubican las farmacias VEC presenta tres características comunes: envejecimiento, pluripatologías y bajo nivel de renta y ello genera, en la mayoría de las ocasiones, dificultades para desplazarse a otros municipios de mayor tamaño para acceder a los distintos servicios sanitarios, lo que convierte al farmacéutico rural en «el único referente sanitario presente en su municipio de forma constante», destaca Jaime Giner, quien advierte asimismo de que, generalmente, el papel del farmacéutico en el medio rural se extiende más allá del acceso al medicamento y adquiere en estas zonas un peso «más asistencial».