Victoria llegó al ayuntamiento de Sagunto en 1981, cuando todavía estaba acabando la carrera. «Me dirigí al alcalde y le dije que un ayuntamiento democrático tenía que poner en marcha los servicios sociales. Y él no sabía qué era eso. Le contesté que no podía ser que los socialistas no lo supieran, que tenían que ponerse en marcha ya». Los siguientes 6 meses se los pasó enseñando de manera voluntaria al consistorio cómo arrancar el sistema de prestaciones. Y la contrataron. A ella sola. 

Este 2 de septiembre Belis pisó por última vez el consistorio antes de jubilarse. Cuarenta años dedicada al trabajo social y a la defensa del buen funcionamiento de lo público le han valido ser nominada a los premios nacionales de Trabajo Social, donde es una de las tres finalistas de toda España. Cuando llegó a principios de los 80 estaba ella sola y el presupuesto del ayuntamiento eran 350.000 pesetas. Cuando se fue en septiembre dejó un equipo de 64 personas, más los encargados de los servicios externos, y un presupuesto de 3,9 millones de euros. «Menuda diferencia», recuerda mientras se le ilumina la cara.

Belis ha dedicado toda la vida a trabajar, no a venderse públicamente (como explica). Por eso no suena su nombre, aunque sí en su ciudad, donde recibió una medalla de plata del ayuntamiento y otra de oro por su labor durante la pandemia. Pero Belis no habla demasiado del tema, trabaja.  Ella es la número 43 de un colegio de más de 2.100 personas (en activo, en total son 3.150).

En la década de los 80 no se conformó con su puesto de funcionaria en Sagunt, ella («y varios compañeros más», remarca), empezaron a trabajar en un proyecto de ley de Servicios Sociales. «Ahí no había tiempos, daba igual que fuera sábado, domingo, o lunes martes y miércoles a las 10 de la noche». Y hoy, ya jubilada, tampoco para. Cuenta que está dedicando las noches a preparar y mandar enmiendas desde su casa a la futura ley de servicios sociales presentada por Igualdad recientemente. Y eso que reconoce «el enorme esfuerzo» de la consellera Mónica Oltra y los avances de esta ley. Pero se puede mejorar, y Victoria trabaja. 

«El IMV tenía que llegar» 

Según la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales el gobierno rechaza tres de cada cuatro solicitudes del Ingreso Mínimo Vital (IMV). Ante esto, Belis explica que «el IMV tenía que llegar, y todas las cosas cuando empiezan son mejorables, porque al principio haces una proyección pero luego te encuentras con la realidad». Sí que critica algunas cosas, como que «el informe de vulnerabilidad que hacen las trabajadoras sociales tenga que ser firmado por un secretario del ayuntamiento. Eso no tiene sentido». Es decir, que se puede eliminar burocracia. 

Renta Valenciana de Inclusión (dirigida por Igualdad) e Ingreso Mínimo Vital (por el Gobierno) «no tienen porqué generar duplicidades si se gestionan bien», dice Belis. Aunque eso es casi lo de menos. Destaca que «toda la vida he sido defensora de una renta básica gestionada por el Estado» ¿Por qué? Para no crear ciudadanos de primera y de segunda. «Me parece fenomenal que cada uno tenga autonomía para gestionar sus recursos, pero yo me posiciono por una renta básica estatal, que llegue a todos los ciudadanos». 

Victoria Belis Daniel Tortajada

El problema de la digitalización

Es una de las prioridades de la administración, fomentar los trámites telemáticos, digitales y por ordenador. Pero Belis no está demasiado convencida. «Una de las cosas que puso de relieve la pandemia es la enorme brecha digital existente. El Gobierno no cuenta con que la población no tiene conocimientos para acceder a esta administración electrónica», explica. Dice que hubo muchos trámites que no funcionaron durante la pandemia. «Sobre todo la Seguridad Social. Es imposible acceder, ni vía telefónica, ni telemática ni nada que se le parezca». 

Las personas mayores, continúa Belis, son las principales perjudicadas por la tan afamada digitalización. «Tienen dificultades hasta para usar un cajero, la fusión de Bankia y Caixabank, por ejemplo, ha hecho mucho daño. O algo tan simple como usar un parkímetro de los nuevos también se les hace muy cuesta arriba. Es un foco de exclusión, porque si no sacan el ticket bien encima les multan». Incluso los jóvenes, dice, tienen problemas con la administración electrónica. «Muchos saben utilizar muy bien un móvil pero nadie les ha enseñado a subir un documento o dirigirse a un registro electrónico». 

En el día a día, en lo concreto, Belis dice que todavía queda mucho trabajo por hacer pese a -insiste- los esfuerzos de Igualtat y los recursos nuevos destinados. «No hay suficientes plazas de dependencia para los grado 3 (grandes dependientes), y en el hogar tienen un servicio de 57 horas al mes, es decir, no te están solucionando nada porque necesita cuidados 24 horas». Aquí Belis propone algo a Igualtat: «que en lugar de que la alternativa sea una residencia se plantease dedicar ese dinero a una cuidadora interna. Así no sacaríamos a la persona de su hogar, y además generaríamos empleo además de poder regularizar a muchas mujeres migrantes».  

Otro de los grandes retos, según explica Belis, es asegurar la fijeza de las plantillas. «Hay muchísimo personal eventual, y esto supone una sobrecarga añadida para los profesionales al explicar cada equis tiempo todo a una nueva persona. El reto es que se consoliden las figuras profesionales».