A partir del 1400 comienza la Pequeña Edad de Hielo que se prolonga con oscilaciones hasta el 1800 o, incluso, según algunos autores y en algunas regiones, hasta bien entrado el siglo XIX. La mejor muestra de esta época fría, sin ninguna duda son los pozos de nieve que aparecen en cotas altas, pero también en algunas inferiores a los 1.000 metros, que justifican un impensable hoy comercio de la nieve, especialmente intenso entre los siglos XVI y XVIII. La subida de las temperaturas y, sobre todo, las primeras fábricas de hielo artificial a finales del siglo XIX suponen el fin de este comercio. La Cava Gran d’Agres (Alicante) es uno de los ejemplos mejor conservados de este tipo de construcciones. Paco Esteve i Beneito en la página 27 de su novela Si ha nevat, cita a su vez a Artur Masriera que, en 1894, en Fulles de viatge escrites en lo Santuari de la Verge del Milacre del Castell d’Agres, hace una maravillosa descripción de la Cava Gran y del comercio de la nieve: “La temperatura es allí muy fría, casi todo el invierno lo alto del monte cubierto de nieve. Para recogerla hay unos edificios denominados neveros que son verdaderas obras portentosas. Una de ellas parece un verdadero templo. Figurando una verdadera figura circular de veinte metros de cimiento de piedra picada que puede contener un cilindro de nieve de esa altura diez o doce de diámetro y todo eso hundido en tierra sin verse por nada. Un muro circular de unos ocho metros de altura con contrafuertes y acicates se alza al nivel donde acaba la nieve, terminada con una verdadera cúpula digna de un templo de ciudad populosa. Ocho ventanas, a ras de tierra y de gran abertura, sirven pera introducir la nieve que los mulos acercan en los meses de diciembre y enero. Con palas la aprietan al fondo de lo que vacío parece una gran cisterna… Cada día unos mulos que vienen de siete y ocho horas de distancia cargan veinte o treinta toneladas de nieve pera las ciudades de Alcoy, Villena, Almansa, Alicante y Cocentaina. Cuentan que la nieve almacenada allí valdría unas cien mil pesetas, a precio de venta corriente”.