La Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, más conocida como «ley de dependencia», cumple 15 años. Las cifras desde que entró en vigor arrojan una enorme mejoría, tanto en el número de beneficiarios de las ayudas (que se multiplica por cinco) como en la reducción de las listas de espera (todavía numerosas). Pero las plataformas insisten en no dejarse llevar por los números y denuncian que estos datos maquillan un problema: la mala calidad de las prestaciones que reciben las personas dependientes. 

En 2008 había 25.000 beneficiarios de estas ayudas en la Comunitat Valenciana, y en 2021 llegan a casi 128.000, según datos del Imserso. La llegada del Botànic en 2015 hizo que se incrementaran las cifras a un mayor ritmo que en los años anteriores. El número de beneficiarios es, sin duda, un dato positivo, pero hace falta ahondar más.

 «Desde el año 2006 no hemos conseguido el objetivo de la ley, que es que la atención sea de calidad, con prestaciones dignas, y que no recaiga en el entorno familiar». Sandra Casas es abogada de la Plataforma en defensa de la ley de dependencia, y asegura que, pese al aumento de las solicitudes, no se ha conseguido el objetivo del texto legal. Las cifras la respaldan porque los cuidados en el entorno familiar (pensados como una medida excepcional en la ley) suponen el 62 por ciento del total de beneficiarios. Y de estos, el 89 % recaen sobre las mujeres. «Lo que estaba pensado como una medida excepcional ha acabado siendo la norma, y todavía reproduce una estructura patriarcal», critica. 

Prestaciones insuficientes

Otro punto fundamental de la ley es que se brinde la atención de calidad. Como explica Casas, «algo complicado si la prestación para un gran dependiente que está encamado y no puede hacer nada son 380 euros al mes. Las cantidades son irrisorias», denuncia. 

La Confederación de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunitat Valenciana (Cocemfe CV) lamenta que «es una ley que nació con falta de recursos y lo venimos arrastrando 15 años después». Pocos recursos económicos, pero también escasez de centros de día y residencias, apunta la entidad. 

«La prestación para un gran dependiente que no puede hacer nada son 380 € irrisorios al mes», denuncia Casas

Otro frente de la ley es el incumplimiento del Gobierno de su propio texto. Pese a que el estado se comprometió a sufragar el 50 % de las ayudas a la dependencia, en el año 2020 esta cifra fue solo del 11,5 por ciento, según cifras de la Conselleria de Igualdad. Pese a todo, según la misma fuente, el Gobierno ha aprobado pagos de 600 millones a la C. Valenciana para el año 2022 que paliarán la infrafinanciación.  

Más allá de esto la conselleria tiene en sus cajones una montaña de expedientes sin resolver entre listas de espera (13.300) y reclamaciones (25.000). En total, 38.000 casos acumulados que, como remarca Mercé Llopis, directora general de Atención Primaria y Autonomía Personal, gestionan a un ritmo superior a otras autonomías. 

Pese a todo, el futuro de la ley de dependencia parece ser complicado de gestionar por el escenario que deja la pandemia. El encierro y el parón agravó muchísimas situaciones y la conselleria ha aprobado un plan de choque para responder a las solicitudes, sobre todo de mayores con alzhéimer, consecuencia del encierro o por secuelas de haber pasado el virus. 

Mislata. Zulima, empleada de Cocemfe, cuida a Mari Carmen Fernando Bustamante

«La ayuda a domicilio ha sido un antes y un después para Carmen»

«Estoy contentísima. Antes me levantaba y veía la tele, no podía hacer nada más. Ahora me ayudan a levantarme, me hacen la compra y preparan la comida conmigo, hasta me acompañan a dar un paseo y a tomar un piscolabis». Carmen tiene 65 años y sufre de ELA, una enfermedad que, por el momento le permite tener cierta autonomía. Varios cuidadores profesionales que la visitan tres veces a la semana (lunes, miércoles y viernes) le permiten vivir en su casa sola.

Zulima, una de sus cuidadoras que trabaja a través del servicio que proporciona Cocemfe CV para paliar los agujeros de la ley de dependencia, dice de ella que es «un amor», que «le encanta salir a pasear, que le ayude a hacer la comida y comer chocolate», que es «una mujer muy agradecida con cualquier ayuda». 

Porque Zulima (y el resto de cuidadores que visitan a Carmen) son quienes le permiten tener una vida independiente, normal. Le ayudan a ducharse, le hacen la compra y le echan una mano para poder hacerse la comida, algo que para Carmen supone una mejoría brutal respecto a su anterior situación, en la que apenas podía llegar al sofá y ponerse a ver la tele a la espera de los cuidados de su hijo. 

7

Ley de dependencia: Zulima, empleada de Cocemfe, cuida a Mari Carmen Fernando Bustamante

Los paseos con piscolabis y la compra no entran dentro de las funciones estrictas de sus cuidadores, pero las hacen igual porque son fundamentales para Carmen. «Me encanta poder pasear con Zulima y tomar el aire», cuenta. Y en realidad Carmen tiene suerte, ya que las funciones corresponden más a un «asistente personal», una figura implantada por Igualdad pero residual. Además, las asociaciones y plataformas piden más presencia en las ayudas. 

«Es una persona que te acompañe a lo que necesites, al cine, a hacer deporte o a tomar café, en definitiva a poder llevar un proyecto de vida», explica Antonio Ruescas, de Cocemfe, que pide que esta figura se incorpore en el día a día de muchas más personas. Zulima asegura que «nuestro trabajo es algo vital para ella. La ayuda a domicilio ha sido un antes y un después para Carmen».