«Para nosotros, el día de Nochebuena y el de Navidad son como un sábado y un domingo». Lo dice Naveed Anwar, presidente de la Asociación de Paquistaníes de València, musulmán de religión y, por tanto, de costumbres. La ‘no celebración’ del nacimiento de Jesús, la mayor fiesta religiosa del mundo occidental, es excepcional, pero es cada vez más común de lo que parece en la Comunitat Valenciana.

La estadística dice que el 2,6 por ciento de los españoles, y aproximadamente de valencianos, son practicantes de otras religiones distinta a la católica, pero en ese grupo se incluyen el resto de confesiones que también son cristianas. El advenimiento de Cristo es materia troncal tanto en la Iglesia Católica como en la Iglesia Protestante y Anglicana, así como en la mayoría de las ortodoxas.

Para el resto de credos, la Navidad no es más que un evento social y familiar de carácter secular. Para unos, porque no creen en el nacimiento de Jesús o en su supuesta divinidad y, para otros, porque aseguran que no fue en invierno, ni mucho menos en diciembre, cuando la virgen María dio a luz al autoproclamado ‘hijo de Dios’.

Ni turrones, ni guirnaldas, y, ni mucho menos, regalos de Papá Noel o Reyes Magos. Como mucho, cenas copiosas. «Para la comunidad musulmana, la Navidad es un día más. Nos gusta y la respetamos profundamente, pero nada más», explica Anwaar. El Islam es una de las religiones que tienen en más alta consideración a Jesús, considerado como uno de sus profetas, pero el Corán no dice que se deban celebrar sus nacimientos. «Tampoco celebramos el nacimiento ni el fallecimiento de Mahoma, excepto algunas ramas sunitas», añade el representante de los paquistaníes de València. «Pero el respeto a Jesús y a la Navidad, insisto, es total. Nosotros intentamos disfrutar con las familias y con los niños, pero como una cena y una comida más. Aprovechando que es día festivo, pues hacemos barbacoa o cocinamos nuestros platos tradicionales» añade Naweed, dueño de una empresa de Manises que fabrica balones de fútbol.

Algunas costumbres de la Navidad occidental sí ha entrado por la puerta de casa de Jun Chen, chino de 34 años, que vive en València desde hace 15. Hasta su llegada a España, Chen no sabía lo que era esta fiesta cristiana, porque el 25 de diciembre en China es un día corriente de trabajo. «Nosotros tenemos nuestras propias conmemoraciones, pero mi hijos ya han nacido aquí y, aunque no son cristianos, seguimos algunas costumbres de aquí como es normal», explica Chen, taoísta, una corriente filosófica más que una religión. «Cenamos en familia y compramos los regalos para que los niños lo pasen bien», cuenta. Incluso el árbol de Navidad está presente en su casa: «La pongo cada año porque mi hija me lo pide».

Adaptarse

La comunidad judía valenciana tiene más razones de fe que otras religiones para no celebrar las fiestas navideñas. No tienen nada que festejar porque siguen esperando a su Mesías. «No queremos que nadie se sienta ofendido, pero desde la perspectiva del judaísmo Jesús no es más que un maestro o, como mucho un profeta. Pero los judíos somos un pueblo muy vivaz, con mucho humor, que nos gusta mimetizarnos en el ambiente en el que vivimos. El pueblo judío siempre ha intentado adecuarse al Estado en el que ha vivido, a sus leyes, porque entendemos que nuestra razón de ser judío es personal e íntima y lo importante es ser un buen ciudadano», explica Yosef Fraile, presidente de la comunidad judía Bnei Sefarad de València.

«Hay una costumbre arraigada en las comunidades judías en Nueva York, muy extendida ya en Barcelona, y en las ciudades españolas como València empieza a hacerse ya, que no es otra que el día de Nochebuena vamos a cenar a un restaurante chino», afirma Fraile. Puede que no haya mejor escena para representar lo que debe ser una imagen de concordia religiosa: chinos taoístas, o budistas, y judíos cenando ‘juntos’ en una ciudad de raigambre cristiana.

La comunidad hindú de València aprovecha, también, para vivir los días de Navidad en familia, y poco más. «Son unos días para estar juntos, eso nos gusta hacerlo siempre, pero estos días es verdad que son especiales porque son muy familiares», afirma Hariom Shastri, presidente del Templo Hindu Radhakrisha, situado en el barrio de Campanar. «Para los hindúes Jesucristo también es importante, porque se considera un maestro espiritual o gurú. Nosotros tenemos escuelas filosóficas a las que debemos atender y cuyas enseñanzas debemos seguir. Jesucristo es un gurú con su escuela filosófica», añade. Unas 5.000 personas integran la congregación hindú en la Comunitat Valenciana.

Los ateos, mientras, reivindican la fiesta navideña en su origen pagano. «Los ateos no somos seres tristes, también nos gusta celebrar cosas como a todo el mundo, incluso más. Yo me tomo las navidades como la despedida del año y la llegada del siguiente juntándome con la familia y haciendo regalos», explica Manuel Obiol, un valenciano de familia religiosa que se declara ‘nihilista’. «Además, esta es en realidad una fiesta pagana, la del solsticio de invierno y, después, la de la entrada del nuevo año. Esta fiesta es nuestra también», apostilla.