El mundo está cambiando. Está surgiendo una nueva economía energética. Cada vez hay más vehículos eléctricos, más producción solar y eólica, y nuevas tecnologías bajas en carbono. Pero la transición hacia esas energías limpias está siendo demasiado lenta para detener el cambio climático. Con el ritmo actual de crecimiento de las energías limpias no se alcanzará el objetivo de reducir el 80 % las emisiones en 2050. Tampoco será posible mantener el calentamiento global 1,5°C por encima de los niveles preindustriales.

Esa la severa advertencia de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que en su documento ‘World Energy Outlook 2021’ (WEO, Perspectiva Mundial de la Energía) destaca la necesidad de una «señal inequívoca de ambición y acción» de los gobiernos.

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El nuevo análisis de la IEA da este serio aviso, pero también proporciona un análisis lúcido de cómo avanzar para limitar el calentamiento global a 1,5°C y evitar los peores efectos del cambio climático.

El ‘WEO-2021’, publicación insignia anual de la IEA, pone de manifiesto que, pese a que el despliegue de las energías limpias, solar y eólica va viento en popa, el consumo mundial de carbón está creciendo con fuerza este año. Una circunstancia que empuja las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a su segundo mayor crecimiento anual en la historia. Y es que no todas las naciones lo tienen fácil para deshacerse del carbón.

«El impulso de energía limpia en el mundo, enormemente alentador, está chocando con la obstinada presencia de los combustibles fósiles en nuestros sistemas energéticos», señaló Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE.

«Los gobiernos deben resolver esto, dando una señal clara e inconfundible de que están comprometidos a adoptar rápidamente las tecnologías limpias y resilientes del futuro. Los beneficios sociales y económicos de acelerar las transiciones de energía limpia son enormes y los costos de la inacción serían inmensos», añadió.

Además del escenario de emisiones netas cero para 2050, el ‘WEO-2021’ explora otros dos escenarios diferentes para obtener información sobre cómo puede evolucionar el sector energético mundial en las próximas tres décadas y cuáles serían las implicaciones.

El denominado ‘Escenario de Políticas Declaradas’ representa un camino basado en las medidas energéticas y climáticas que los gobiernos han puesto en marcha hasta la fecha, así como en iniciativas de políticas específicas que están en desarrollo.

En este escenario, casi todo el crecimiento neto de la demanda de energía hasta 2050 se satisface con fuentes de bajas emisiones. Pero dejaría las emisiones anuales en torno a los niveles actuales. Como resultado, las temperaturas medias globales seguirían aumentando y alcanzarían los 2,6°C por encima de los niveles preindustriales en 2100.

En cambio, el ‘Escenario de Promesas Anunciadas’ traza un camino en el que los compromisos de emisiones netas cero anunciadas por los gobiernos se implementan a tiempo y en su totalidad. En este escenario, la demanda de combustibles fósiles alcanzaría su punto máximo en 2025 y las emisiones globales de CO2 caerían en un 40% para 2050. Todos los sectores experimentarían una disminución, en especial el de la electricidad. El aumento de la temperatura media mundial en 2100 se mantendría entonces en unos 2,1°C sobre los niveles preindustriales.

Por primera vez en un informe WEO, la demanda de petróleo experimenta una eventual caída en todos los escenarios examinados, aunque el momento y la velocidad de la caída varían ampliamente. Si se cumplen todas las promesas climáticas anunciadas hasta ahora, el mundo seguiría consumiendo 75 millones de barriles de petróleo por día en 2050, frente a los 100 millones actuales.

En el escenario de emisiones netas cero, el consumo caería hasta 25 millones de barriles para 2050. Por contra, la demanda de gas natural aumenta en todos los escenarios durante los próximos cinco años, pero más allá de 2025 hay grandes divergencias.

Después de décadas de crecimiento, las perspectivas de consumo de carbón van cuesta abajo en el escenario de promesas anunciadas. Y la disminución podría acelerarse aún más por el reciente anuncio de China de que pone fin a su apoyo a la construcción de plantas de carbón en el extranjero.

Las diferencias entre los resultados del escenario de promesas anunciadas y el escenario de emisiones netas cero para 2050 son importantes, lo que demuestra «la necesidad de compromisos más ambiciosos para que el mundo alcance el cero neto a mediados de siglo», señala la AIE.

«Las promesas climáticas actuales darían como resultado solo el 20% de las reducciones de emisiones para 2030 necesarias para poner al mundo en un camino hacia cero neto para 2050», subrayó Birol. «Alcanzar ese camino requiere invertir en proyectos e infraestructura de energía limpia más del triple que lo planeado durante la próxima década», apuntó.

«No estamos invirtiendo lo suficiente para satisfacer las necesidades energéticas futuras y las incertidumbres están anunciando un período volátil en el futuro. La forma de abordar este desajuste es clara: un gran impulso en la inversión en energía limpia, en todas las tecnologías y todos los mercados. Pero esto debe suceder rápidamente», indicó el director ejecutivo de la AIE.

El informe subraya que la inversión adicional necesaria para llegar al cero neto en 2050 es menos onerosa de lo que parece. Más del 40% de las reducciones de emisiones requeridas provendrían de medidas que se amortizan solas, como mejorar la eficiencia, limitar las fugas de gas o instalar energía eólica o solar en lugares donde ahora ya son las tecnologías de generación de electricidad más competitivas.

Además, las inversiones en energías limpias y renovables también crean enormes oportunidades económicas. Muy rentables. «La búsqueda exitosa del cero neto crearía un mercado para turbinas eólicas, paneles solares, baterías de iones de litio, electrolizadores y celdas de combustible de más de un billón de dólares al año para 2050, comparable en tamaño al mercado actual del petróleo», destaca la Agencia. El escenario de promesas anunciadas revela que la energía limpia y los sectores relacionados emplearían a 13 millones de trabajadores para 2030, mientras que ese número se duplica en el escenario de cero emisiones netas para 2050.

No hay, afirman, ningún motivo para no pisar el acelerador de las renovables.