El aumento de contagios por la nueva variante del coronavirus, la ómicron, ha provocado multitud de cancelaciones en las cenas de Nochevieja y en los cotillones posteriores. Esta es una realidad que las pymes y los empresarios del sector de ocio y la restauración están sufriendo en sus negocios.

«Hay mucha preocupación», señalan los portavoces de la Coordinadora de Hostelería y de Fotur, consultados por Levante-EMV. Son muchos los valencianos que han optado por quedarse en casa el próximo 31 de diciembre y cancelar las cenas o las entradas que ya habían adquirido. Locales con 1.200 personas de aforo están viendo cómo solo resisten unos 200 clientes.

Además, grupos de amigos y familiares adelantarán la Nochevieja a mediodía, con comidas fuera de casa; o al tardeo en bares y pubs, como ya ocurrió el año pasado por el toque de queda. Luego, volverán a casa a ver las campanadas por la tele.

En València, se ha suspendido la fiesta en la plaza del Ayuntamiento, que volverá estar cerrada para impedir aglomeraciones. En cambio, al mediodía, se han convocado las campanadas en familia, para los niños, que pueden ayudar a ambientar el centro desde por la mañana y a llenar los bares para el aperitivo o para comer.

El portavoz de la Coordinadora de Hostelería, Vicente Pizcueta, es de los que prefiere «ver la botella medio llena». «Si comparamos con las cifras de 2019 -explica- estamos en un 60 % de la facturación. Por eso, cuando el dueño de un bar nos pregunta, nuestra respuesta es clara: ¿Qué prefieres, pedir el certificado covid o cerrar?».

En el puente de diciembre, «estábamos en niveles de optimismo, al 90 % de la prepandemia, pero el aumento de contagios ha anticipado la fase psicológica de la crisis». La evolución del consumo, la decisión final de salir en Nochevieja, va a estar muy ligada a cómo evolucionen los datos de la pandemia.

Con vistas a la velada del 31 de diciembre, confían en que se trabajará entre un 50 y un 70 % de lo que se hizo en 2019. Tras el aumento de los contagios, «las Navidades no se han salvado pero se va a mantener la actividad económica y nuestra capacidad de resiliencia después de 21 meses y medio de adversidades». Respecto a nuevas formas de consumo, Pizcueta subraya que el fenómeno «del tardeo ya estaba ocurriendo, de hecho la diversificación horaria en los locales ha venido para quedarse con la covid». Con todo, Nochevieja tiene el hándicap de que las doce campanadas es la celebración «icónica» y frente a esa tradición no se puede inventar nada.

Por su parte, el presidente de la Federación de Ocio y Turismo (Fotur), Víctor Pérez, lamentó ayer «la poca asistencia» de público a los locales de ocio de València, Alicante y Castelló en la pasada Nochebuena. En València, dijo, solo abrieron en la noche del 24 de diciembre la mitad de pubs y discotecas, y apenas facturaron un 30 % de caja. «Muchos clientes han preferido no asistir a pesar de tener las entradas ya compradas», confirmaba Pérez.

Desconcierto

Además, «la desproporcionada presión policial» ha provocado que algunos establecimientos opten por cerrar o incluso disuade a los clientes de salir, en opinión del presidente de Fotur. Pérez lamenta la «situación de desconcierto que imposibilita el desarrollo normal de la actividad» con normas incompatibles con la propia idiosincrasia del ocio nocturno.

Por último, el presidente de Fotur vaticina que van a proliferar las fiestas en chalés y viviendas para Año Nuevo «porque están al margen de las inspecciones». Esto, a su entender, no ofrece más seguridad sanitaria. Pérez insistió en que «dejen de poner el foco en nosotros. En algo se está fallando cuando el récord de contagios se ha producido cuando menos clientela estamos teniendo nosotros por las restricciones. Octubre fue un mes histórico para nosotros y no hubo récord de contagios. Está claro que los contagios no son atribuibles al ocio nocturno», zanjó.