El delivery es un trabajo de jóvenes, masculinizado, y de ingresos secundarios que no dan para vivir. Es un trabajo peligroso repleto de accidentes y requiere de buena forma física para ejercerlo. Es un trabajo súper competitivo, donde multitud de riders pedalean por un puñado de pedidos y contentar al algoritmo para que este les mire con buenos ojos. Todo esto es así, pero la ‘ley rider’ ha llegado para cambiar la relación de marchas del sector.

Es la principal conclusión del estudio Movilidad Sostenible y Colaborativa en València que mide los usos de los carriles bici de la ciudad durante los años 2020 y 2021 mediante un conteo visual por decenas de voluntarios, que midieron también los usos y perfiles de los riders de plataformas digitales y sus flotas.

El estudio de la Universitat de València (UV) arroja varios datos que apuntan hacia una realidad. «La ley trae más seguridad en el trabajo y mejores condiciones a los repartidores, no nos hemos cargado al sector como se ha dicho desde algunos espacios», explica Andrés Boix, uno de los autores.

Las estadísticas del estudio apuntan hacia ello, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Por ejemplo, a día de hoy seis de cada diez riders no llevan casco mientras reparten, una cifra muy baja. Pero hace un año eran solo el 25 % los que se protegían la cabeza, por lo tanto hay cierta mejoría. La mayoría de estos trabajadores tampoco ponen las luces cuando reparten de noche y alrededor del 65 % ni tiene luces ni reflectantes en las bicicletas. A penas un 10 % tiene algún elemento que refleje la luz en la ropa.

Otro de los elementos medidos en el estudio, e imposible de saber porque nunca ha sido revelado por las plataformas, es la flota de riders de cada marca. En un conteo visual se llegó a la conclusión de que Glovo es la plataforma que más repartidores tiene en València con mucha diferencia (847) seguido de lejos por Uber Eats (369) y de Deliveroo (145). Pero los datos de 2021 dan una idea del seísmo que ha supuesto la ley rider en las plataformas, obligadas a convertir en trabajadores a sus repartidores. Uber Eats se desploma de 369 a 80, Deliveroo perdió casi la mitad y Glovo pasó de 847 a 639.

Nuevos competidores

Pero existe el otro lado de la moneda. Las compañías que ya tenían a sus repartidores en plantilla, como es el caso de Just Eat. La marca redobló la apuesta y pasó de 78 a 123 riders de un año a otro. Este tipo de compañías han sido las beneficiadas por la legislación. Además, han surgido nuevos jugadores que han entrado con fuerza, como es el caso de los supermercados fantasma, establecimientos de entrega ultrarrápida que han contratado a los riders de las plataformas afectadas por la ley, tal y como han confirmado fuentes de estas empresas, que cuentan cada una con más de 200 repartidores en la ciudad, muchos de ellos antiguos riders de Glovo o Uber Eats. Estas empresas, como Getir o Gorillas, ofrecen condiciones laborales y de seguridad infinitamente mejores.

Adrián Todolí, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universitat de València, apunta que el estudio «no permite ver todos los cambios en las condiciones de trabajo, pero sí que se pueden observar mayores medidas de protección en general. Esto concuerda, porque cuando son autónomos la empresa no es responsable, pero si es un trabajador y les pasa algo entonces sí que puede ser sancionada», cuenta. Por otra parte, muchos trabajadores aparecieron con patinetes eléctricos o modos de desplazamiento más potentes porque «ahora cobran por hora, no por pedido, y a la empresa le interesa que cuantos más repartos se hagan, mejor».

A la vez que se han mejorado las condiciones de trabajo ha aflorado otra realidad que muchas empresas están utilizando para sortear la legislación. «Vimos muchos ‘riders’ con una mochila negra, es decir, de subcontratas, aunque no las pudimos identificar», cuenta Todolí, también participante en el estudio. En esta línea apunta Pepe Forés, rider de Glovo, que asegura que la empresa española está subcontratando a muchos de sus repartidores.

La ‘ley rider’ ha topado con un número de repartidores demasiado grande para muchas plataformas. «Glovo tiene una oferta desproporcionada porque sus trabajadores no les cuestan nada, ni un euro, entonces les da lo mismo tener cincuenta que cien, y claro, la competencia por los pedidos es salvaje», dice Forés.

La ley ha entrado en vigor pero todavía queda mucho camino por recorrer para que los riders consigan derechos laborales del siglo XXI. Ahora y antes, la competencia salvaje y la intensidad que imprime la aplicación la convierte en una fuente de accidentes. «Cada noche vemos algún accidente, es lo más normal del mundo, al final tienes que llegar rápido y te obligan a meterte por sitios que no debes. Todavía se producen muchas caídas y yo he tenido varias», sentencia Forés.