El Centro Mundial de València para la Alimentación Urbana Sostenible de Valencia , iniciativa conjunta del Ayuntamiento de València y la FAO, en su tarea de concienciar sobre la importancia reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos realiza varias recomendaciones a tener en cuenta sobre todo en estas fechas en las que los excesos suelen ser bastante habituales.

  1. Programa los menús y planifica bien las compras. Utiliza la lista para evitar compras impulsivas.
  2. Ten en cuenta el etiquetado de los productos. Diferencia la fecha de consumo preferente de la fecha de caducidad.
  3. No desperdicies las sobras. Utilízalas para otras elaboraciones o congélalas para utilizarlas otro día.
  4. Compra producto local y no rechaces las piezas con peor aspecto. Apoyarás así a las empresas familiares.
  5. Dona los alimentos que no vayas a consumir. Hay diferentes opciones y plataformas que facilitan esta donación.

Desperdicio de alimentos a nivel mundial

Cada año se desperdicia en el mundo un tercio de la producción de alimentos, lo que implica un coste de 730 millones de euros. A nivel nacional, los consumidores desechan el 18 % de sus alimentos, más de 170 kilos per cápita anualmente. Estos indicadores sitúan a España como el decimotercer país de la Unión Europea que más comida desperdicia por habitante.

Una de las épocas críticas en que se agudiza esta problemática es Navidad, un periodo festivo caracterizado, entre muchas bondades, por la ostentación y abundancia. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, a través de la estrategia «Más alimento, menos desperdicio», las tasas más altas de desperdicio se sitúan entre el 40 y 50 % para tubérculos, frutas y hortalizas; 35 % para pescado; 30 % para cereales; y 20 % para semillas oleaginosas, carne y productos lácteos.

La comida es, como recuerda la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), «mucho más que lo que llena nuestros platos». En este sentido, actúa de forma transversal en ámbitos tan esenciales como la protección medioambiental, la pobreza o la salud.

De hecho, producir los alimentos que ingiere una persona al día implica el uso de más de 3.000 litros de agua y las emisiones de gases de efecto invernadero del desperdicio mundial de alimentos suponen un 8 % del total, lo que equivale casi a las emisiones mundiales del transporte por carretera.

Producir los alimentos que una persona consume en un día implica el uso de más de 3.000 litros de agua y multiplica las emisiones de GEI

Así, si el desperdicio de alimentos fuera un país, sería el tercer mayor emisor del mundo. Sin olvidar que una cuarta parte de las pérdidas y el desperdicio de alimentos permitiría alimentar a 870 millones de personas.

Y es que, según cifras del organismo internacional, se estima que 795 millones de personas sufren subalimentación en el mundo. Pero, ¿cómo se puede revertir esta situación? Son muchas las entidades que advierten del alto riesgo que implica seguir perdiendo —registrada en los primeros eslabones de la cadena alimentaria— y desperdiciando —responsabilidad de minoristas, proveedores de servicios alimentarios y consumidores— alimentos.

La Navidad, por tanto, también puede implicar un regalo para el planeta. Las acciones son múltiples, desde realizar un consumo y producción sostenible hasta acometer un almacenamiento sensato de los productos o, simplemente, leer las etiquetas de los mismos.

Servir porciones más pequeñas inicialmente, congelar el excedente, utilizar las sobras para cocinar otras recetas o, incluso, elaborar compost para abonar el suelo con el alimento que no va a ser ingerido son pequeñas acciones que pueden acometerse de forma individual y que tienen un impacto positivo en el planeta.

Además, se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), fomentan valores como la empatía y respaldan al comercio minorista.