Juan Ignacio Munilla tendrá que cumplir el próximo 12 de febrero la tradición – que data del siglo XVII- de entrar en la ciudad de su nueva sede episcopal, Orihuela, a lomos de una mula blanca, según regla un ritual en el que todo está detallado y que han cumplido los diferentes obispos que ha tenido la Diócesis de Orihuela-Alicante.

 Esta tradición ha merecido la atención de la investigadora de la Universidad de Alicante, María del Carmen Portugal Bueno, cuyos resultados ha publicado en un libro, quien remite los antecedentes de la misma a “la época romana y a sus triumphus” y a la misma Biblia, como el caso de la entrada de Jesús en Jerusalén “entrada sobre un animal, aclamaciones por parte del pueblo, ornamentación, que “ responde a una ceremonia de entrada con sus características propias: recibimiento por parte del pueblo,

vítores, adornos, montura”.

La investigadora María del Carmen Portugal Bueno.

 La investigadora -citando a Ferrer Valls- explica que la entrada de una autoridad eclesiástica a la ciudad era considerada una fiesta pública, y por esta razón algunas características de la misma se aplicaban a las entradas episcopales, como era la decoración de las calles y edificios, y determinados actos festivos. La ciudad se engalana y se transforma, como en cualquier fiesta pública, con luminarias, tapices, túmulos y altares o arcos triunfales alusivos a la circunstancia religiosa de la fiesta, con los que se adorna la ciudad, especialmente los edificios representativos del poder, y de los espacios relevantes en el trayecto de la procesión.·

 “Un documento del siglo XVII de Gaspar de Villaroel explica cómo

debe ser la entrada del obispo a la ciudad para tomar posesión de la diócesis,

y la compara con las entradas reales. Relata que el obispo debe ser recibido

en la puerta de la ciudad por el clero, los religiosos, el poder político y los

ciudadanos. Tras el recibimiento el obispo se subirá a un caballo, y bajo palio

y en procesión, llegarán hasta la catedral.”

 El protocolo , citando a Gaspar Villarroel, “manda, que el Clero, y Religiones procesionalmente vayan a pie, hasta la puerta de la Ciudad, y que los Magistrados con fus Miniftros, y todos los Ciudadanos, falgan fuera de ella, para que le puedan recibir con mas honor, y que en alguna Hermita, ó lugar decente dexe el Prelado los veftidos de camino: que fuba a un cavallo engualdrapado, y que yendo todo el Pueblo en procesión, entre debaxo de Palio, veftido de medio

Pontifical, y que lelven las varas de él el Magiftrado, y los Nobles de la

Ciudad”, según Gaspar Villaroel, quien añade que la entrada episcopal debe cumplir con dos requisitos: debe entrar el Obifpo en fu Obifpado en una mula

ricamente aderezada, limpias las calles, y en todas ellas esparcidas

flores. (...) Debenle acompañar los Magifrados, el Cabildo, y Nobleza

toda”.

 

El día determinado, los canónigos, el capítulo y el clero deben ir en procesión fuera de la puerta de la ciudad, (...). El magistrado y

funcionarios, así como los ciudadanos y las personas reciben el obispo en la puerta. Mientras tanto, en alguna capilla no muy lejos de la puerta de la ciudad, el obispo baja de la mula o un caballo y deja su ropa de viaje para tomar la capa pontifical. Luego se cubre con el sombrero pontifical solemne, a continuación, sale sobre su mula engalanada y vestido de púrpura, y, acompañado por sus familiares y de sus siervos, y se dirigirá a la puerta de la ciudad, donde desciende de su caballo. Se arrodilla en una estera y cojín, preparado de antemano, y devotamente besa la cruz que le presentará el miembro más digno del capítulo. (...) el obispo entra en una capilla u otro local preparado para este fin, donde recibirá los ornamentos sagrados, a saber, amito, alba, cordón, cruz pectoral , estola y la capa pluvial, finalmente, la mitra y el anillo precioso. Luego vuelve a su caballo enjaezado de seda blanca y

bastante bien decorado. Seguidamente, el obispo se dirige a la catedral en cuya puerta se procede al rito del beso a la Lignum Crucis, dando comienzo así al acto propiamente religioso de la toma de posesión canónica.

 En líneas generales la ceremonia de entrada episcopal consiste en: recibimiento, entrada, desfile, juramento y toma de posesión. Estos actos van encadenándose unos con otros. Comienza con el aviso de la llegada del obispo para finalizar en una serie de festejos.

 Así las cosas, ante la entrada del Obispo Munilla en Orihuela para su toma de posesión, el Ayuntamiento, organizador de la parte civil del acto, ha comenzado a buscar una mula que tiene que ser blanca, para que la monte el prelado en la entrada triunfal a su nueva sede episcopal, que a fecha de hoy sigue conservando su singularidad: montura, puerta de la ciudad, recibimiento oficial y procesión cívica.

 Munilla será el trigésimo séptimo obispo desde la fundación de la Diócesis de Orihuela-Alicante en 1564 por el Papa Pío IV. Como sus antecesores, entrará en Orihuela a lomos de una mula blanca, tras pedir permiso en la Puerta de Olma al alcalde de la ciudad. Previamente, a mediodía habrá  hecho una parada en la vecina población de Cox, donde visitara la iglesia parroquial, el Ayuntamiento y el convento de la Virgen del Carmen, y después se trasladara a Callosa de Segura y Redován. Tal y como exige el protocolo, ante la Puerta de Olma, el alcalde preguntará a la comitiva: “¿Quién va?”, y el erdiguero encargado de tirar del animal contestará: “El obispo, que entra en Orihuela”.

A media tarde. llegará a la iglesia oriolana de San Antón, donde le recibirá la comisión del Cabildo al pie del altar y se le ofrecerá una naranjada. Posteriormente, a lomos de la mula blanca recorrerá el kilómetro que le separa de la entrada histórica de la ciudad acompañado de dos canónigos del Cabildo Catedralicio, un tercero de la Concatedral, el vicario general y el párroco de San Antón, así como de los maceros del Ayuntamiento.