Nochevieja en soledad, desde el balcón o por videollamada. Para miles de valencianos esta noche va a ser diferente: la van a pasar confinados a causa de la escalada de contagios en las últimas semanas. Algunos, incluso, están dando rienda suelta a su ingenio para sentirse lo más cerca posible de sus seres queridos.

Pau Llorca en el balcón de su piso de València, confinado por la pandemia. | F. BUSTAMANTE

Pau Llorca se empezó a encontrar mal el 28 de diciembre y confirmó sus sospechas con un test de antígenos: era positivo. Hoy continúa cumpliendo la cuarentena junto a su pareja, Raquel Terol, aislado en su habitación y ella, que se ha escapado de la covid, en el resto del piso en València. Su plan de pasar la Nochevieja con amigos en su pueblo, Quatretonda, ha quedado frustrado. Tampoco podrá disfrutar la segunda semana de las vacaciones con sus hijos.

«Lo peor es el verte solo, cenar solo, no estamos acostumbrados», afirma Raquel. La pareja se tomará las uvas desde el balcón, cada uno en una ventana, con distancia y con mascarillas FFP2. «Habíamos comprado un jamón y queríamos disfrutarlo con la gente. Haremos una cena normal, igual abrimos una botella de vino, con algunas gambas, pero poco más», comenta Pau.

Lorena Caballero dio positivo hace unos días. A diferencia de Pau y Raquel, pasará esta noche sola. Se tomará las uvas, si consigue que alguien se las lleve a su casa en San Antonio de Benagéber. «Pondré en la tele las campanadas y brindaré conmigo misma para que el año que viene sea mejor», cuenta. Aunque agradece las videollamadas y reconoce haber «hecho polvo» el Whatsapp, siente que no es lo mismo. «Echo muchísimo de menos a todo el mundo, sobre todo a mis hijos. Cuando les llamo, lloran porque quieren venir a verme. Eso es lo que más me duele. Echo de menos hasta al señor que te encuentras yendo a comprar el pan y te dice buenos días», apunta Lorena.

Patricia Merenciano también está confinada en su piso de Benaguasil . Por suerte, sin síntomas. Iba a disfrutar de esta fiesta en compañía de sus amigos, después de que se suspendiera la celebración que había organizado su Clavaría. No es muy de cocinar, así que imagina que su familia le llevará la cena y se la dejará en la puerta. «Al final mi malestar es la vorágine que he podido causar a las personas con las que he estado en contacto. Al ser asintomática, no lo he podido detectar antes», declara.

La única compañía de Marisa Medina esta Nochevieja serán su perra y sus plantas. La escapada a una casa rural con sus amigos no ha podido ser, para ninguno, porque son contacto estrecho y han preferido mantener la precaución. Eso sí, no han dejado de hablar a través del teléfono móvil. «La soledad la llevo muy mal, me está costando tener una rutina. Me encantaría estar con mi familia y mis amigos», relata.

A pesar de todo, son afortunados, porque una vez menguados el malestar y la fiebre de los primeros días, ya se encuentran bien. «Al 2022 le pido salud para toda mi familia y que podamos juntarnos otra vez» concluye Raquel.