El monstre. Les presons de la Inquisició a València, una obra de Albert Toldrà publicada por La Institució Alfons el Magnànim-Centre Valencià d’Estudis i d’Investigació analiza el tribunal de la Inquisición y la sociedad valenciana a través de las prisiones inquisitoriales: cómo eran, quién las habitaba, qué ocurría y sobre todo qué finalidad tenía toda la maquinaria represiva. Allí, dicen desde la editorial, se producían «interrogatorio y torturas con violencia inhumana», destinadas «a destruir la voluntad».

Incertidumbre y confusión

Esta destrucción de la voluntad comenzaba con la incertidumbre total del preso, a quien ni siquiera se le comunicaba de qué se le acusaba ni por qué, lo que llevaba a las personas a la absoluta desesperación e incluso les arrastraba a decir admitir actos que no habían cometido.

El volumen, obra del historiador Toldrà, ofrece también un relato sobre el edificio mismo donde se destinaba a las personas presas. La Inquisición en València primero se situó en el Palacio Real, después en el Palacio Arzobispal y finalmente en un palacio, hoy derruido, situado en el cruce de la calle de Navellos con la de las nueve Rejas (actual calle de la Unión), al lado de la plaza de la Iglesia de Sant Llorenç y el actual palacio de las Corts Valencianes. Allí se producirán todo tipo de castigos crueles e inhumanos. En la Inquisición, «y en contraste con la organización moderna del Santo Oficio, su personal es corrupto e ineficaz»; esto, sumado al estado de las prisiones, supone pésimas condiciones para los cautivos, explica el instituto cultural que ha publicado el libro de Toldrá. La Inquisición, este tribunal de excepción que Voltaire denominaba le Monstre, es una realidad de larga duración, desde finales del siglo XV hasta muy entrado el XIX, que tendrá profundas consecuencias en la evolución histórica valenciana desde el momento de su inicio hasta el final de la historia que condenó a miles de personas.

Un instrumento de poder

«Un tribunal del fanatismo religioso —inciden— y a la vez un temible instrumento del poder real, con el fin de eliminar físicamente la disidencia religiosa (judíos, moriscos, protestantes, librepensadores, brujas...), pero también la intelectual (científicos, filósofos, escritores, libreros...) y la sexual (homosexuales, bígamos, solicitadores...)».