La militancia socialista acudirá mañana a votar a sus agrupaciones para decidir a los nuevos liderazgos provinciales. Y lo hará, especialmente en la provincia de Valencia, tras una campaña extraña, a medio gas, que en momentos parecía suspendida, en otras se pidió que se aplazara y hasta pudo haberse visto sentenciada con un pacto de integración que hubiera liberado la agenda dominical a los afiliados.

Ernest Blanch o Samuel Falomir en Castelló; Toni Francés o Alejandro Soler en Alicante, y Mercedes Caballero o Carlos Fernández Bielsa en Valencia son las disyuntivas que se resolverán mañana con el voto de las llamadas bases. En esta última, además, no solo se decidirá la elección de una u otra opción sino que marcará el futuro de una de las facciones con más renombre en el partido en los últimos años: el abalismo.

La actual secretaria general del PSPV en la provincia, Mercedes Caballero, no es la favorita frente al alcalde de Mislata, que intentará conquistar el último feudo orgánico importante que queda a los seguidores del exministro y exsecretario de Organización del PSOE José Luis Ábalos. Primero, en 2012, con el propio Ábalos de líder y desde 2017 con Caballero, hoy representante más visible de la corriente.

No obstante, el abalismo, ya sin su gran referente en primera línea, no es el mismo que en 2017. La caída del exministro y el acercamiento entre Pedro Sánchez y Ximo Puig ha hecho que algunas de sus figuras en la Comunitat Valenciana se hayan alejado del núcleo irradiador. El alcalde de Xirivella, Michel Montaner, acudió a la presentación de la candidatura d e Bielsa. El secretario comarcal del PSPV en l’Horta Nord y exdelegado del Gobierno, Juan Carlos Fulgencio, cercano ahora a Puig, es otro ejemplo.

El futuro lo determinarán los alrededor de 10.000 militantes censados en la provincia, aunque se estima que el número de los que acudan a votar será mucho menor. La incidencia de contagios y la extrañeza de la campaña, sin actos públicos desde el día 9, podrían suponer un bocado a la participación. que en las últimas primarias provinciales fue del 51,7 %.

Controlar la estructura provincial supone un peso importante a la hora de decidir la futura composición del grupo de las diputaciones (más si se gobierna, que se decide al presidente), pero también visibilidad e influencia importante para futuros procesos.