Las islas tienen riesgos climáticos que pueden ser más o menos intensos que en las zonas interiores de los continentes. Así, la temperatura máxima absoluta es muy inferior a las zonas insulares tropicales que a las zonas continentales, las olas de calor son menos intensas en las islas que en el interior de los continentes, aunque no son excepcionales. Las olas de frío son menos intensas, pero las nevadas son muy fuertes, como ocurre en el norte de Japón con acumulaciones de 20 metros de nieve en un invierno. En cambio, las islas situadas en los trópicos son zonas muy afectadas por los ciclones tropicales, que provocan subidas repentinas del nivel del mar que puede inundar parte de la isla en islas llanas del océano Pacífico, además de vientos huracanados y lluvias intensas. Las islas ubicadas en áreas extratropicales también están afectadas por vientos fuertes asociados a depresiones profundas. Por otra parte existen islas con zonas de climas desérticos o semidesérticos en las zonas costeras, como las Islas Canarias, ya que están afectadas por la proximidad de anticiclones subtropicales, y la subsidencia del aire de los vientos alisios favorece la estabilidad del aire e impide la ascendencia y precipitaciones. En estas islas las oleadas de calor acompañadas de la calima (polvo sahariana) provocan la situación Tiempo sur, que este pasado febrero fue un riesgo meteorológico muy importante para la salud de las personas, los niveles de PM 10 superaron las 3000 partículas por millón.