Marcela Bahamón ha trabajado 16 años como empleada del hogar, pero solo cotizó los últimos seis. Como cuidadora Marcela no tiene derecho a paro, ni a baja por enfermedad, ni por maternidad, ni a ninguna prestación. No puede formar un sindicato. Su sector no se puede acoger a la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, tampoco al Fogasa. Si la despiden solo le pagarán 12 días por año. Pero puede trabajar legalmente 60 horas semanales en régimen de interna, y 14 horas seguidas si descansa diez. A Marcela, como a las 32.000 empleadas del hogar y cuidados (que tienen contrato) en la C.Valenciana la reforma laboral aprobada este jueves no les afecta en absoluto. "Continuamos teniendo unos infraderechos, así de sencillo", recrimina.
Marcela Bahamón es portavoz de la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y los Cuidados (AIPHYC). "La reforma laboral no significa la más mínima mejora en el empleo del hogar, no nos afecta en nada", señala. No les afecta porque este sector laboral no está dentro del Estatuto de los Trabajadores. En su lugar, el Gobierno (con la complicidad de los grandes sindicatos) creó en 2011 una relación laboral de carácter especial, recogida en el Real Decreto 1620/2011, que les dota de derechos de segunda categoría. El decreto fue creado por el Gobierno del Partido Popular para evitar firmar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que recoge unos derechos laborales a la altura para las trabajadoras del hogar.
Más de una década después ningún Gobierno, de uno y otro signo político, ha ratificado el convenio. "Una mejora de verdad sería que lo hicieran para que tengamos por fin derechos dignos. Nos sentimos de nuevo olvidadas, a pesar de que este Gobierno conoce perfectamente nuestra situación y se supone que tiene una mentalidad de izquierdas", apunta Bahamón. "En este país va por delante todo lo que afecta al hombre, si el problema es en un sector con mayoría de mujeres y encima migrantes, puede esperar", denuncia.
"Yo ya escuchaba el discurso de Vox dentro de las casas antes de que llegara a los medios de comunicación"
Sin aplicación práctica
En realidad, en la teoría, esta reforma sí que toca de refilón a las empleadas del hogar, pero en la práctica no tiene efectos. Como explica Adrián Todolí, catedrático de la UV experto en derecho laboral "la enorme mayoría no se les aplica porque no están dentro del Estatuto de los Trabajadores, sí que hay cambios porque elimina los contratos por obra y servicio y por circunstancias de la producción, pero ¿Quién va a tener una trabajadora del hogar con esos contratos? No tiene sentido y además sería fraude porque no se puede justificar. La realidad es que en la práctica no cambia nada", comenta.
"El movimiento #RegularizaciónYA es una oportunidad"
Las trabajadoras del hogar, a través de AIPHYC, también forma parte del movimiento 'Regularización Ya', que reclama papeles para las personas migrantes que viven en nuestro país, con una reivindicación que comenzó en pandemia, cuando Italia y Portugal sí que regularizaron a sus inmigrantes para no dejarlos desatendidos. "Creemos que España sigue desaprovechando el personal de las personas migradas. Por ejemplo para poblar los pueblos que se están quedando vaciados. Yo llegué de Colombia a Castilla y León, a un pueblo de 120 habitantes. Nos empadronamos y ya éramos 124. Y mi hija salvó el colegio de Villamartín de los Campos en el año 2001", cuenta Bahamón.
Por otro lado, las empleadas del hogar, lejos de mejoras, vienen de empeoramiento de las condiciones. El Partido Popular modificó el decreto en 2013 para que fueran las propias empleadas quienes corrieran con darse de alta y preparar los papeles del contrato para que el empleador los firmara. Una norma que sigue vigente a día de hoy. "¿Cómo se espera de nosotras, recién llegadas muchas y que no sabemos cómo funciona el país, que hagamos todo ese papeleo?", recuerda Bahamón.
"Nadie puede salir del hogar sin los cuidados. Alguien tiene que hacerlo"
Ahora mismo, la realidad es que las empleadas del hogar son trabajadoras pobres. Según el último informe sobre la situación del sector publicado por Oxfam Intermón, solo una de cada tres tiene el contrato en regla, por lo que se estima que en toda España hay unas 600.000, muchas de ellas en la economía sumergida. En la C.Valenciana solo figuran 32.000 en las estadísticas de la Sesguridad Social "y muchísimas no cotizan por las horas que trabajan", añade Bahamón. Según Oxfam, una de cada tres está en riesgo de pobreza y una de cada seis en pobreza extrema "¡Y eso trabajando!" reivindica Marcela.
Paralizar el mundo
Las empleadas domésticas son tan precarias como vitales para la sociedad. "Sin las trabajadoras del hogar no se mueve el mundo. Si las cuidadoras -que somos la mayoría mujeres- paramos no funcionaría el planeta, así de sencillo", resalta Bahamón. "Porque todas las personas necesitamos de cuidados".
Marcela cita a la economista Amaia Pérez Orozco para afirmar que "nadie puede salir del hogar sin los cuidados. Has tenido que tener una cama limpia, alguien que te meta la ropa a la lavadora y planche, que limpie el baño... alguien tiene que hacerlo, y la sociedad tiene que dejar de cargárselo a la mujer".
"Sin las trabajadoras del hogar no se mueve el mundo"
Pero no solo a la mujer, remarca Marcela. A la mujer pobre. Porque su trabajo tiene mucho de clasismo. "Al final muchas mujeres acaban delegando este trabajo, y casi siempre acaban haciéndolo mujeres que están peor", recuerda. Un trabajo, puntualiza, mucho más duro que lo que se piensa de manera extendida. "Las trabajadoras del hogar tenemos que ver y soportar todo tipo de cosas, porque estamos en los hogares. Yo ya escuchaba el discurso de Vox dentro de las casas antes de que llegara a los medios de comunicación", puntualiza.
El 30 de marzo de 2020 el Gobierno comenzó a estudiar medidas como los ERTES para proteger a los trabajadores del país golpeados por la pandemia. "Eso está genial, claro que sí. Pero se volvieron a olvidar de las empleadas del hogar", critica Marcela. Así que desde el Observatorio ‘Jeanneth Beltrán’ decidieron mandar cartas a Moncloa pidiendo medidas, también las mandaron el resto de asociaciones de trabajadoras del hogar, y más aún, las trabajadoras del hogar una a una. "Yo no sé cuántas cartas llegarían a presidencia, una barbaridad", comenta Bahamón. Semanas después consiguieron que trabajo aprobara un subsidio para paliar su situación. "Sirvió, como siempre, para que se acordaran de las trabajadoras del hogar y cuidados", lamenta.