Cuando ocurre un desastre natural suele haber tres consecuencias principales. La primera de ellas es el descargo de responsabilidad hacia la otra parte implicada. La segunda es el enorme daño causado a los ecosistemas de las regiones afectadas. Y la tercera, que no poseemos una tendencia de aprendizaje sobre estos hechos. La última muestra de ello ha sido el vertido masivo de petróleo en las costas de Perú. Si analizamos las declaraciones gubernamentales y las de la empresa responsable de la explotación petrolífera podremos observar como se cumplen la primera consecuencia que encabeza este artículo. Si observamos las imágenes veremos los enormes daños causados tanto a la fauna como al ecosistema marino y terrestre. Y, por último, respecto a la tercera, no queda más que esperar que podamos aprender a prevenir mejor este tipo de acontecimientos. Y es que, más allá de las causas de un desastre de tal magnitud, lo verdaderamente responsable es tomar medidas y acciones por parte de gobiernos y empresas en objetivo de poder prevenir futuras situaciones como ésta, con la ambición de poder proteger lo que nos rodea y que, de perderlo, podría tener consecuencias nefastas para todos nosotros.