Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cuidados

Un archivo sonoro de las empleadas del hogar y la limpieza

El proyecto "Y si ellas no estuvieran. Cartografía sonora de los cuidados en el territorio valenciano" teje las historias de las trabajadoras domésticas, kellys, y limpiadoras en formato podcast y sesiones de escucha colectivas

Trabajadoras del hogar participantes en una de las sesiones de grabación de Voces que Cuidan.

Verónica, Gala, Sury, Georgina, Jennifer, Malika, Claudia, Estefanya, Flor, Sandra, Pilar, Paqui, Mónica y Mónica. Y muchas más. Son las invisibles. Las que están por todas partes pero no nos fijamos. Las que cuidan, limpian, cocinan, friegan los platos, ponen un pañal o un respirador, preguntan qué tal estás, lavan la ropa, la tienden, hacen la compra, dan de comer a una persona anciana.

Las trabajadoras del hogar son tan precarias como vitales para la sociedad. Como recuerdan muchas "sin nosotras no se mueve el mundo". Y es verdad. Sobre sus historias va el proyecto "Y si ellas no estuvieran. Cartografía sonora de los cuidados en el territorio valenciano" un "archivo sonoro" de los testimonios de estas mujeres (migrantes la mayoría). El proyecto está enmarcado en la convocatoria Cultura Resident 2021 de la Dirección General de Cultura, financiado por el consorcio de Museos y en colaboración con el Centre del Carme Cultura Contemporánia. Allí es donde estas mujeres se juntan a contar sus historias, a dialogar delante de un micrófono para luego disfrutar el resultado en sesiones de escucha colectivas. Hablan de todo y de todas, porque no es lo mismo una empleada del hogar interna que una externa. Una limpiadora del Hospital La Fe que del IVAM o una kelly de Benidorm. Todas se escuchan entre ellas.

La idea de sacar adelante el proyecto fue de Elena Sanmartín y Santiago Fernández, que lo coordinan desde el mes de septiembre en que se inició. El resultado, en trece 'capsulas' sonoras, se pueden escuchar en su página web y en Spotify. Decidieron apostar por las historias de estas personas porque, como explican "es un trabajo invisibilizado que lo sostiene todo".

Para sacarlo adelante tuvieron una primera reunión con la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y Cuidados (Aiphyc) a la que pertenece Gala, que estuvo durante tres años trabajando de empleada del hogar. Tuvo una lesión en el tobillo pero su empleador no quiso pagarle la baja y le obligó a seguir trabajando, motivo por el que lo acabó dejando y buscó otro modo de mantenerse en plena pandemia. Además de físicas, el trabajo dejó a Gala secuelas psicológicas, por lo que tuvo que acudir a la asociación Psicólogos Sin Fronteras para tratarse.

"Antes este trabajo lo hacían mujeres inmigrantes de los pueblos pequeños, y ahora lo hacen mujeres inmigrantes de otros países", dice Sanmartín

decoration

Tejer redes

Para Elena y Santiago "lo mejor del proyecto ha sido ver cómo ellas generan vínculos con personas nuevas, descubren que tienen derechos y asociaciones o sindicatos a los que meterse para defenderlos. Incluso a nivel personal el hecho de que pudieran contar algo que nunca habían verbalizado y ver que hay gente con interés en escuchar las vivencias de una trabajadora del hogar ha sido emocionante", apunta Sanmartín.

La realidad de los cuidados es que están muy feminizados y precarizados, y no es casual que lo estén. "Antes este trabajo lo hacían mujeres inmigrantes de los pueblos pequeños, y ahora lo hacen mujeres inmigrantes de otros países. Porque es una labor que no está valorada por la sociedad, así que les toca hacerla a ellas", explica Sanmartín. "Está claro que son muy importantes los componentes de clase, origen y género", añade Fernández.

Una de las sesiones de escucha del proyecto Levante-EMV

Además de las sesiones de escucha y de grabación, también se han realizado formaciones con asociaciones y sindicatos y conversaciones donde se enseña derechos laborales a las participantes. "Era también una forma de devolverles algo, ya que las empleadas del hogar tienen muy poco tiempo libre y hacían un esfuerzo por participar", dice Sanmartín.

El primer trabajo de muchas es de interna. La mayoría no siguen. "Pero cuando llegan aun país nuevo no saben que tienen derechos, y acaban trabajando ahí". Muchas, cuentan Sanmartín y Fernández, acaban con enfermedades crónicas o lesiones físicas y mentales por este trabajo tan duro.

"Hablamos de abolición de trabajos como la prostitución, pero las internas nunca salen en la conversación, o lo hacemos desaparecer o lo regulamos para que al menos respete los derechos humanos", lamenta Fernández. En la práctica, cuentan, están toda la semana encerradas, sin vida cotidiana, sin poder traer nadie a casa ni libertad sexual o familiar.

A nivel laboral, como cuentan las trabajadoras en el proyecto, siguen en un régimen de 'infraderechos'. "No estamos dentro del estatuto de los trabajadores, tenemos derechos de segunda y en la práctica somos ciudadanas de segunda. Pero queremos que nos atiendan porque somos la base de esta sociedad. Si yo no cuido de su madre mi jefe no puede salir de casa para trabajar. Sin nosotras no funciona nada", reivindica Gala.

"Estamos cubriendo huecos -cuenta Gala- del estado muy grandes. Hay muchos problemas en dependencia e igualdad de género que los acabamos cubriendo las personas migrantes". Además "se piensa que es un trabajo fácil o que cualquiera puede hacer, pero se necesitan conocimientos como para todo y es muy duro", añade Sanmartín.

Malika es marroquí, sabe varios idiomas y en su país trabajaba en un despacho de abogados. Claudia es de Colombia y escapó de su país con su hija amenazada de muerte por las guerrillas por ser defensora de derechos humanos. Mónica y Mónica son madre e hija, la segunda vino para estar junto a la otra en España. Otras vinieron huyendo de la violencia machista. Por violencia económica. Otras, simplemente porque querían. "Hay casos de mujeres que no tenían ningún problema en su país, vinieron porque querían una nueva vida y ya está", añade Fernández.

"No estamos dentro del estatuto de los trabajadores, tenemos derechos de segunda y en la práctica somos ciudadanas de segunda", dice Gala

decoration

Muchas se siguen formando para acceder a mejores trabajos, otras se han sindicato para tener mejores derechos laborales en el empleo del hogar o la limpieza. Ninguna quiere que se les trate de víctimas, todo lo contrario, de mujeres fuertes que luchan por sus derechos y sostienen la vida.

Antes de dejarlo Gala cuidaba de una anciana que necesitaba medicación todos los días. "Uno de ellos la acompañó al médico. También venía su hijo. En la consulta él dijo que su madre estaba muy bien con el tratamiento, pero Gala le contradijo y contó que en realidad no le estaban sentando bien los fármacos. El médico se giró y empezó a escuchar solo a Gala. A quien pasa el día a día con ella. A la larga esa mujer mayor tuvo una mejor vida porque le cambiaron el tratamiento y empezó a encontrarse mejor", cuenta Fernández.

Compartir el artículo

stats