Las Fallas 2022 y la Magdalena no serán quizá como las de 2019 pero sí se les parecerá bastante. La única gran diferencia será el uso de las mascarillas en las aglomeraciones al aire libre (mascletaes, discomóviles...) y en interiores porque la gran mayoría de restricciones que se pusieron en marcha para hacer posible "hacer fiesta" el pasado mes de septiembre como distancia entre falleras en la ofrenda van a desaparecer y ahora, en contra de la situación de entonces, el ocio nocturno sí está abierto y no hay toque de queda en València.

Así lo ha trasladado el president de la Generalitat, Ximo Puig, en una comparecencia ante los medios en la que ha vuelto a pedir prudencia y corresponsabilidad porque la pandemia, aunque de bajada, aún "está entre nosotros" pero asegurando que ya "era hora de empezar la primavera de la recuperación" y las Fallas encarnaban ese "espíritu de recuperación" positivo tanto en lo económico como en lo anímico. Así, van a ser unas "Fallas seguras pero lo más Fallas posibles".

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Habrá que esperar a conocer el detalle del protocolo festivo pero por lo trasladado tanto por Puig como por la secretaria autonómica de Salud Pública, Isaura Navarro, van a volver las mascletaes como las conocíamos, sin control de aforo y una por cada día de marzo desde el día 1 al 19, pero con mascarilla "obligatoria" ya que es una aglomeración y así está previsto en la norma estatal. Cabe recordar que desde el pasado jueves, la mascarilla ya no es obligatoria en exteriores pero todavía hay que llevarla "en eventos multitudinarios que tienen lugar en espacios al aire libre, cuando los asistentes estén de pie", según reza el texto legal ahora en vigor.

Lo mismo pasará con otros actos como castillos o cuando se asista a ver la Ofrenda aunque, eso sí, los participantes no la tendrán que llevar. En general, no será necesaria para ninguno de los integrantes en desfiles "ordenados" según ha explicado Navarro, como las ofrendas y cabalgatas. En este apartado entran las entradas, dianas y actos de arcabucería de moros y cristianos. Sí la tendrán que llevar, por ejemplo, en la Romería a la Magdalena, al no ser un desfile "ordenado".

En el protocolo, según Navarro, se han tenido en cuenta las peculiaridades de cada fiesta y se han ido adaptando las normas a cada acto.

No habrá control de aforo ni en las mascletaes, castillos ni en la Ofrenda. EDUARDO RIPOLL

Los casales, pendientes del cambio de normativa

Los casales y collas festeras van a seguir ligadas a la normativa que se aplique en ese momento a la restauración. En estos momentos aún existe control de acceso por certificado covid (si se van a hacer actos en los que haya comida y bebida), mesas con máximo de 10 comensales, mascarilla en interiores y ventilación cruzada. De celebrarse a día de hoy las Fallas, los casales cerrados tendrían que aplicar todas las normas pero según ha adelantado el president, la semana que viene se van a revisar las normas que están vigentes y, "si todo sigue en el mismo horizonte" de bajada de la pandemia como ahora "se rebajarán sustancialmente las restricciones vigentes".

Esto significa que, como ha recordado Navarro, en Fallas es más que posible que hayan decaído el máximo de personas por mesa y el certificado covid y se mantendría la mascarilla y la necesidad de garantizar la ventilación cruzada aunque habrá que esperar.

Sí se mantiene desde ya la recomendación de que las carpas funcionen lo máximo posible en modo "aire libre", es decir, con dos laterales abiertos todo el rato para garantizar la ventilación. Si se opta por cerrarlas, se tendría que aplicar la normativa de interiores. La recomendación de Salud Pública es que las comidas, almuerzos y cenas se hagan, preferentemente al aire libre, es decir en carpas que tengan un máximo de dos laterales o en calle acotadas.

Como el año pasado se mantiene la figura de los "responsables covid" en cada organización festera para aplicar recomendaciones, normas y resolver dudas.

Caída consolidada, cambio de discurso

El escenario con el que ahora se encaran las Fallas 2022 no tiene nada que ver con el que pintó el propio president Ximo Puig hace apenas 10 días. Fue en la visita de la ministra Carolina Darias cuando Puig adelantó que las fiestas josefinas no se iban a poder celebrar "con total normalidad" y que dependían de las "condiciones que la pandemia exige" lanzando un mensaje de que las Fallas iban a ser más parecidas a septiembre que a cualquier otro marzo.

¿Qué ha cambiado para que el discurso haya virado de forma tan importante? Por lo pronto, el pasado 3 de febrero, habían pasado solo tres días desde que la sexta ola había empezado a caer y todavía había miedo a que pudiera haber un repunte. Desde entonces se han cumplido ya dos semanas consecutivas de caída de las cifras de contagio, además, de forma importante y sostenida.

La incidencia máxima se marcó el viernes 28 de enero con 4.305 casos por 100.000 habitantes, mientras que el pasado viernes se estaba casi a la mitad, en 2.041 casos por 100.000 habitantes y bajando, así como las cifras de hospitalizados y de enfermos graves en UCI o indicadores que auguran los cambios de tendencia como el número reproductivo (que marca cuántos contagios nuevos genera cada infectado), que se mantiene en 0,7 por debajo del umbral de control de la pandemia, fijado en 1.

Miedo a los repuntes

Sobre la posibilidad de que hacer unas fallas casi normales pueda derivar en una nueva ola de coronavirus, el president ha recordado que cuanto más contactos hay, más contagios pero que, ahora, había "unos condicionantes diferentes". "Si mantenemos la prudencia podemos empezar una transición hacia la normalidad. Es hora de empezar la recuperación. Es muy oportuno que se celebren estas Fallas pero cada uno desde la corresponsabilidad y la prevención", ha dicho Puig.