Aida García y su hijo de 14 años son un número dentro de los 4.382 en lista de espera para una vivienda pública. Llevan tres años apuntados. Ella dice que ve «misión imposible tener una vivienda social». Se limita, desde 2019, a renovar las solicitudes cuando toca, «además ahora lo hago telemático que es más rápido, y ni siquiera veo al funcionario y le puedo preguntar cómo va lo mío», explica.

Su escandalosa perrita Hera (cruce de caniche con Pincher, según le dijeron cuando la adoptó) recibe a los visitantes a ladridos y con muchas vueltas rápidas sobre si misma, pero se esconde si te intentas acercar. Su gata desaparece cuando llegan desconocidos a la casa. En su piso viven, además, ella y su hijo, en plena efervescencia de los 14 años. Estudia en el instituto del barrio, juega en un equipo de fútbol del barrio y tiene a sus amigos en el barrio. Los dos llevan viviendo allí toda la vida.

Aída trabaja en un colegio, pero muy pocas horas. Siempre ha trabajado para sacar adelante a su hijo, "y se hace mucho más difícil porque lo tiro para delante yo sola". Compró su piso de Benicalap en 2005, pero la crisis financiera y su divorcio la pusieron al límite y tuvo problemas para pagar. 

En 2017 perdió la casa. El banco Sabadell, por suerte, accedió a una dación en pago, es decir, se quedó con el piso pero le tramitó un alquiler social acorde a sus ingresos hasta 2020. Entonces el banco y el fondo buitre Promontoria Coliseum (el mismo que tiene en vilo a medio barrio de la Fuensanta) acordaron la compra de la vivienda al acabar el alquiler. 

A partir de ahí se hizo cuesta arriba para Aida, porque los fondos pocas veces negocian, y gracias a las prórrogas del Gobierno acordadas en el escudo social se ha mantenido en su hogar. Hasta que se le acabó el contrato otra vez en enero de 2021. Lleva justo un año sin pagar el alquiler y Promontoria Coliseum no quiere oír hablar de ello, es más, le ofrece 3.000 euros para que se vaya. "Nada más acabar el contrato un chico llamó a casa. Decía que venía en representación del fondo buitre y que si iba a dejar la vivienda. Yo le dije que no, se fue y me dijo que me llamarían. Fue a las pocas semanas, y me ofrecían 3.000 euros para que me fuera, pero los rechacé", cuenta. Al principio le llamaban todas las semanas, algunas eran para presionar "sabes que te vamos a echar de tu casa al final, es mejor si te vas", otras para volver a ofrecer el dinero.

Más casos en el barrio

Pero Aida no deja la casa porque no puede. Gana 350 euros al mes en el colegio y 277 gracias al Ingreso Mínimo Vital (227 de la paga y 50 adicionales por el complemento por niño a cargo). «¿Con 500 euros dónde me voy a meter yo?», cuenta angustiada. 

Y esa es la clave. Los bajos ingresos. Varias amigas del barrio, estas sí con jornada completa, cogieron el dinero y se fueron. Los 3.000 euros. "Tengo varias conocidas con un caso como el mío, pero como tienen una nómina con trabajo de 40 horas vieron que podían alquilarse otra cosa y dejaron la casa cogiendo el dinero", explica. El nombre Promontoria Coliseum ha empezado a sonar por el barrio, porque Aida es capaz de nombrar casos de muchas personas que no renuevan.

"El fondo buitre me ofreció 3.000 euros para que dejara la vivienda"

Pero ella no tiene esa suerte. Explica que ha mentalizado a su hijo, que "es muy feliz con su vida en el barrio", pero no sabe si ha asimilado bien la situación. "Tengo pensado aguantar aquí hasta el lanzamiento", remarca. García recrimina la disposición de Promontoria Coliseum de sentarse a negociar con conselleria para renovar los alquileres de las vecinas de la Fuensanta, pero su negativa a hacerlo en su caso. No quieren renovar y esta madre soltera tiene pocas alternativas más allá de acceder a un piso social.

Las alternativas son las siguientes: "Una amiga se ha ido a la Pobla de Vallbona y le han pedido dos nóminas, la pensión de su padre, la de su madre y otro aval más. En la finca de enfrente hay un piso de 700 euros de dos habitaciones super pequeño, antiguo y sin reformar ¿Dónde me meto?", se lamenta.

De momento su desahucio está paralizado hasta el próximo 26 de febrero, cuando acaba el escudo social del Gobierno. Hasta entonces respira tranquila. Pero el fondo buitre no ha perdido el tiempo y ya hace mucho que le puso la demanda.

Aida y su hijo son un número en las listas de demandantes de vivienda. También en algún excel en las oficinas del fondo buitre. Un obstáculo para cuadruplicar las ganancias y alquilar ese piso por un precio disparado. No figura en el excel del fondo buitre su perrita Hera, los compañeros del equipo de fútbol de su hijo, o las amigas del barrio.