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Vuelve el 'No a la guerra' con diferencias 19 años después

Varias entidades sociales y sindicatos convocan una manifestación para este sábado en València

Miles de personas llenan las calles de València durante las protestas contra la guerra de 2003.

El 15 de febrero de 2003, en 800 ciudades de todo el mundo, entre 10 y 15 millones de personas salieron a la calle con un lema común: "No a la guerra". En València se calcula que fueron cerca de 200.000 personas, 60.000 en Alicante o 30.000 en Castelló por el millón y medio de Madrid o los dos millones de Roma. Casi dos décadas después, el grito vuelve a la calle, aunque con diferencias.

En las redes sociales (inexistentes cuando la guerra de Irak) el "No a la guerra" gana protagonismo y por esta se lanzan las convocatorias oficiales para este sábado, como la convocada en la Plaza de la Virgen de València a las 18 horas, apelando al espíritu de 2003. "El 'No a la guerra' es un eslogan universal y perenne, es insuperable", explica el consultor y politólogo Joan Gonçales.

Según analiza Antonio Montiel, bregado en los movimientos sociales, las movilizaciones de 2003 fueron "un punto y aparte que aportó una importante autonomía ciudadana a la hora de reivindicarse".

Según rememora, aquellas protestas en las que estuvo surgen "al margen de los partidos", eran transversales ideológicamente, no estaban marcadas por "fórmulas identitarias" ni de clase ni de pertenencia y tenían un carácter intergeneracional lo que hoy hace que todavía se recuerden y supusieran una novedad.

"Estas protestas no tienen un desgaste sobre Sánchez como sí que lo tuvieron en 2003 sobre Aznar"

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"Juntaron a muchas personas diferentes, por ejemplo, destacó mucho el gremio de la cultura", recuerda. Las protestas no impidieron el ataque estadounidense a Irak un mes después ni el apoyo logístico de España, pero Montiel, quien años después sería el primer líder de Podemos en la Comunitat Valenciana, considera que fueron clave para "gestar el cambio político" de Aznar a Zapatero y que posteriormente el nuevo presidente del Gobierno "se atreviera a tomar medidas valientes como la retirada de las tropas".

J.C.Cárdenas

Pero 2022 no es 2003. "La situación es distinta", es la frase repetida entre los expertos consultados. En este sentido, Gonçales señala una de ellas y es que las manifestaciones convocadas para este fin de semana no son contra el Gobierno, con un papel muy distinto en el conflicto ucraniano que el que tenía en el iraquí.

"En 2003, el Gobierno daba apoyo a las fuerzas agresoras, ahora lo da a los agredidos, estas protestas no tienen desgaste sobre Sánchez como sí que lo tuvieron sobre Aznar", indica.

En esta posición del ejecutivo Fernando Flores, director del Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València, recuerda que hoy España se alinea "con las organizaciones internacionales de las que forma parte" e insiste en que lo de esta ocasión "es sobre todo una invasión militar de un Estado soberano a otro Estado a partir del uso de la fuerza, algo que se ha de condenar".

"Hay quien se preguntaba durante la semana dónde estaban los del no a la guerra y era porque se sentían culpables de haber apoyado en 2003 una agresión flagrante", añade.

Varias personas protestan durante una mascletà contra la guerra de Irak. Manuel Molines

"Hay una izquierda que tiene cierta romantización de la Rusia soviética, pero esa Rusia es mentira"

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Quién aparece como atacante también influye en las protestas y en la movilización. Que España no participe directamente como lo hacía con la imagen del llamado 'trío de las Azores' le resta presión, como señala el investigador del Centre Delàs, Pere Ortega.

También marca diferencias que Rusia sea la agresora y no EE UU. "Hay una izquierda que tiene cierta romantización de la Rusia soviética, pero es mentira, hoy Rusia es una plutocracia y su ataque a Ucrania es otra forma más de imperialismo, una agresión a una nación independiente frente a la que no podemos permanecer callados", expresa Montiel.

Los cambios en la situación obligan a algunos partidos a realizar malabares para explicar su posición respecto a las protestas y la intervención rusa, tal y como indica Gonçales. Así, apunta que en el PP hay cierto distanciamiento con el 'No a la guerra' por lo vivido en 2003".

Por su parte, señala que Vox "ha tenido problemas para condenar el ataque ruso por sus sintonías con Putin" mientras que en el entorno de Unidas Podemos "se necesita añadir el 'pero y la OTAN' cuando la agresión ha partido de Rusia". "Ahora la crítica no es solo contra Rusia, también es contra la presión de la OTAN y su expansión", agrega por su parte Ortega al leer los manifiestos de las protestas.

Sin embargo, con todas las diferencias, el 'No a la guerra' aparece de nuevo con un añadido, el "otra vez" entre paréntesis. Se llenan carteles en Twitter, en Instagram y en declaraciones políticas. El espíritu de 2003 quiere volver a sentirse presente. El problema es si se topará con un hoy muy distinto de aquel ayer.

El Palau de la Generaltiat tendrá los colores de la bandera de Ucrania durante todo el fin de semana. Las luces amarillas y azules iluminarán la fachada desde las 19 horas hasta la medianoche. No será el único edificio que lucirá la insignia nacional ucraniana. También lo hará el castillo de Alicante. La valenciana es la región de España con más ucranianos, con cerca de 21.000.

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