Llegaron pasadas las cinco de la mañana después de dos días de viaje desde que salieron de la frontera con Polonia el pasado viernes a medio día. Juntos Por la Vida tenía todo preparado para dar la bienvenida a 44 personas ucranianas (21 niños y niñas) de 11 núcleos familiares distintos que han acogido familias valencianas.

Llovía, pero la noche era tranquila. Y eso es lo que buscaban las mujeres, los mayores y los niños y niñas que llegaron a València, concretamente a la Facultat de Medicina de la Universitat de València (UV), el lugar de recepción. Horas antes varios voluntarios preparaban su llegada. Agua, magdalenas, cafés y batidos de chocolate junto a una mesa de inscripción. Todo estaba listo.

El de esta madrugada ha sido el primer autobús de los que ha organizado la ONG para traer a los que esperan que sean cientos de ucranianos que huyen de la guerra. Este primer convoy venía lleno de familias con vínculos con valencianos. Emoción, alegría, abrazos y muchas lágrimas han protagonizado el encuentro de niños, niñas, mujeres y mayores con los valencianos que esperaban con los brazos abiertos (literalmente) a que llegaran. Son, al fin y al cabo, su familia ucraniana.

La mayoría son niños y niñas que habían pasado veranos aquí y que ahora llegan con sus familias huyendo de la guerra. "Esperamos poder traer a 500 personas por lo menos", explica el vicepresidente de la Fundación Juntos por la Vida, Jesús Rodríguez.

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Llega el primer autobús con refugiados Ucranianos de la fundación "Juntos por la vida" Fernando Bustamante

"¡Ya vienen, ya se ve el bus!"

Quince minutos antes de la entrada del gran autobús en la Avenida Blasco Ibáñez, las familias ya aguardaban nerviosas, juntos a los voluntarios y miembros de la ONG la tan esperada acogida de las personas que venían de Ucrania. "Ya vienen, ya se ve el autobús!", gritaban cada vez que los focos de los vehículos se acercaban. Ha sido algo más tarde de las cinco de la madrugada cuando han llegado. Y ha habido aplausos. Una bandera. Saludos con las manos. Gritos. "Mira, ahí está tu hermano!", decían unos.

Ucranianas se reencuentran con sus familias valencianas Fernando Bustamante

Al abrirse las puertas salían niños, niñas y mujeres cansados, abrumados por un recibimiento que ha contado también con varios medios de comunicación. Los abrazos han sido sinceros. Desesperados. Efusivos y con mucho amor. Y cariño. "Es lo que necesitan ahora y es lo que les vamos a dar, amor y descanso, tranquilidad". Habla Adelisa Martínez. Ella, acogerá en su casa de Jalance a cuatro personas. Sus hijos de acogida siguen en Ucrania, no han podido venir. Y mientras verbaliza esa realidad, una lágrima recorre su mejilla.

Concha esperaba a su hija Marina, ucraniana de Kiev de 18 años, que venía en el autobús y a la que hacía dos años que no veía. Lleva desde los ocho pasando veranos en València con ella. Las palabras sobraban cuando Marina ha bajado las escaleras del autobús. Ha bordeado corriendo a las decenas de personas que se reencontraban ante el vehículo para abrazar a Concha. Se abrazaban, se separaban, se miraban y se volvían a abrazar. Sobraban las palabras.

Dos autocares más en camino

"Hoy acaba de salir el segundo autobús y mañana llegará el tercero a Polonia. cargará y regresará. Y así seguiremos", dice. "Lo más complicado ha sido llegar a la frontera", detalla Jesús Rodríguez, vicepresidente de la ONG. "Ahora ya están aquí, que es lo más importante, a partir de entonces ya veremos cómo trabajar la situación psicológica. Estos niños vendrán con traumas", reconoce. Familias hay, falta dinero. Enviar un autocar desde València hasta la frontera y volver cuesta de 10.000 a 14.000 euros. De momento pueden asumirlo, pero si es así es "gracias a las donaciones de las personas, que se han volcado".

Abrazos y palabras de cariño. Los recién llegados estaban derrotados. Tres días en autobús más todo lo vivido desde hace más de una semana se acumula en sus ojos. Ahora, como dicen mientras dejan la Facultat de Medicina, lo primero que hay que hacer es descansar.