«Hem tornat a prendre els carrers després de la llarga pandèmia, ¡visca la lluita feminista!». Es la frase que se oyó delante de cientos de miles de personas ante unas Torres de Serrano espectadoras. Ese fue el escenario que culminó la vuelta a las calles del feminismo en el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo tras el parón del año pasado debido a la crisis sanitaria. Había ganas. De gritar. De protestar. De celebrar que de nuevo estaban allí, juntas. Las mujeres, hombres, niños, niñas, adolescentes y mayores reivindicaron ayer la lucha hacia un mundo igualitario y sin violencia hacia las mujeres. Una lucha intergeneracional que ayer, según datos de la organización, juntó a cientos de miles de personas y tiñó de nuevo València de morado.

La marcha, que este año llevaba el lema «Les dones fem revolució feminista», salió a las siete de la tarde de la calle Xàtiva del cap i casal, aunque una columna de la asamblea feminista se reunió a las cinco para salir desde el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Zapadores.

Antes del inicio, miles de personas ya llegaban al punto de salida. Si se alzaba la vista se veía mucha gente y un color: el morado. La gente estaba ubicándose, encontrándose, organizándose por entidades cuando dos ambulancias irrumpieron escoltadas por dos coches de la Policía Local de València. Un hombre se desplomó antes de comenzar la manifestación y fue atendido por médicos del SAMU rápidamente. Después de este susto, que suscitó la preocupación de muchas personas que se concentraban en la céntrica zona, el feminismo comenzó a andar.

Sara y Marian iban de morado, con símbolos de la mujer pintados en la cara y explicaron que estaban hartas. «De no poder volver seguras a casa, de que todo lo que tenga que ver con la mujer esté en un segundo plano y de que no podamos acceder a los mismos puestos de responsabilidad de los hombres, eso está ahí», apuntaban las dos jóvenes de 24 años.

«Mi postura favorita es arriba y abajo el patriarcado», «mi falda no es corta, tu educación sí» o «nos queremos vivas y valientes», fueron algunas de las pancartas que se vieron ayer durante una marcha que se caracterizó por su gran afluencia después del parón pandémico. Había mucho que reivindicar. «Para mí, es la manifestación de la aspiración y de la esperanza, aspiramos a un mundo sin machismo y tanta gente aquí de todas las edades y condiciones es esperanzador», comentaba una mujer a este periódico.

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Arranca la manifestación del 8M en València F. Bustamante/L. Camporro

«¿Te has cansado de oírlo? Nosotras de vivirlo!», se oía unos metros más delante de la comitiva. Casi llegaban ya hasta las Torres de Quart, después de haber atravesado la Plaza de San Agustín. Una madre daba el pecho a su hijo y comentaba con una compañera, bebé en brazos, «que el tiempo pasa muy rápido y hay que luchar para que tengan un futuro mejor».

Había carritos y niñas merendando bocadillos durante el camino. «Quiero un mundo feminista», se leía en una pancarta sujetada por una pequeña que no debía pasar los cinco años de edad. «Vengo por las niñas y las jóvenes, tenemos que estar aquí por una sociedad sin machismo ni violencia patriarcal», decía María José, que iba acompañada de sus amigas Amparo y Josepa y la hija de una de ellas. «Gracias al movimiento feminista me he dado cuenta de muchas cosas que durante toda la vida había consentido, actitudes machistas contra todas las mujeres y contra mí misma. Por eso estoy aquí. Estamos hartas y ver a tanta gente joven anima. Da esperanza», detallaba, por su parte, Josepa. Ese era el término que las asistentes repetían una y otra vez. Esperanza.

Cánticos con voz de mujer

«No somos princesas, somos guerreras», rezaba otra de las consignas. Se iba haciendo de noche a ritmo de batucadas y los cánticos que tenían voz de mujer. También había hombres. «Es positivo que se sumen a la lucha, que es de todas y todos, ellos tienen que comprometerse también» apuntaban un grupo de amigas. Y familias y grupos de instituto. «Es importante educar en el feminismo, los jóvenes de hoy serán los adultos de mañana», subrayaba, por su parte, Amparo.

«Queremos que las nuevas generaciones crezcan en un mundo sin machismo ni en el ámbito laboral ni en el personal», añadía María José. La marcha seguía y las columnas iban pasando. València estaba llena y lucía color lila. Combativo. Y también alegre. Y valencià. Un grupo de mujeres tocaban la dolçaina y el tabalet y a su alrededor, decenas de mujeres cantaban canciones populares. Si vas a l’hort, porta figues, porta figues, Pasqualet, si vas a l’hort, porta figues i albercocs, cantaban al unísono. Ayer hubo sitio para todas. Una marcha que reunió a distintas generaciones y a mujeres de todo tipo que acudieron a fortalecer un movimiento justo y humano: el feminismo. Y acudieron las que pudieron, «menos las asesinadas, esto también va por ellas».