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Mujeres del cable y guardianas del agua entre miles de datos

Tres expertas en telecomunicaciones, ciberseguridad y electrónica vigilan desde la sala de control de Emivasa «para que no se pierda una gota de agua», rompiendo moldes sobre estudios y roles en la empresa

Rosa Raro Zarzoso, Arantxa Gamón Company y Mari Carmen Barrachina Gimeno, en la sala de telecontrol de Emivasa. | FRANCISCO CALABUIG

Un sinfín de arterias subterráneas tejen una red que cose València y parte de su área metropolitana de extremo a extremo. Conducen el recurso más preciado en un territorio abocado al estrés hídrico: el agua. Miles de datos, hasta 600 por segundo, ofrecen la más completa radiografía de lo que ocurre en cada tubería, en casi cada recodo de la conexión. «Si hay una fuga podemos intervenir al momento cerrando automáticamente hasta 200 válvulas», asevera Arantxa Gamón Company mientras señala el complejo mapa hidráulico que se antoja un laberinto indescifrable. No para ella, experta en recepción de señales, interconexión de redes y soluciones relámpago.

En la sala de telecontrol de Emivasa la presencia de mujeres con un alto perfil tecnológico tiene un acusado protagonismo, rompiendo así estereotipos de género. Es el caso de Gamón o sus compañeras Rosa Raro Zarzoso y Mari Carmen Barrachina Gimeno. «Cuando empecé en la Universitat Politècnica de València éramos pocas en clase y aún hoy somos menos en carreras como ingeniería de telecomunicaciones, pero hay que desterrar ideas del pasado», señala Gamón, a lo que asienten Raro Zarzoso y Barrachina Gimeno.

Sala bunkerizada

Ellas son las verdaderas mujeres del cable, pues no hay más que entrar al corazón del sistema para comprobarlo. La sala, bunkerizada por temor a los ciberataques, es un despliegue de tecnología que nunca imaginaría el ciudadano cuando abre el grifo en su casa. «La protección es máxima, nadie puede acceder a una válvula. Los mecanismos de defensa, superestrictos, nos permiten tener la red aislada», explican.

En Emivasa, empresa mixta del Ayuntamiento de València y Global Omnium, aquello de que las herramientas, los números o la tecnología son más de ellos que de ellas, se revela como un tópico muy manido. No hay más que echar un vistazo al currículum de la ingeniera de Telecomunicaciones Rosa Raro, nacida en Segorbe y formada primero en la Universidad de Zaragoza con un máster posterior en Redes Corporativas e Integración de Sistemas en la Universitat Politècnica de València. Mari Carmen Barrachina, mientras, cursó Electrónica Industrial en la Universitat de València para después realizar un máster en Ingeniería de Computadores y Redes en la Politècnica.

Más y más estudios

Gamón hizo el camino inverso y tras finalizar ingeniería de telecomunicación en la Politècnica completó estudios en la Universitat de València con un máster en Electrónica. «Lo de estudiar nunca se acaba en este tipo de trabajos, estamos continuamente formándonos, especialmente ahora con el tema de la ciberseguridad industrial», señalan. «Además, en nuestro caso hay una clara vocación de servicio para que no se pierda ni una gota de agua», remarcan Raro y Gamón con entusiasmo.

Junto a ellas les acompañan varios compañeros para completar un turno de veinticuatro horas durante siete días. «Las fugas no entienden de fines de semana», inciden casi al unísono. Ni de género, apostillan, mientras otra mujer, Inmaculada Jiménez Alfaro, no pierde detalle de la evolución del inmenso panel y sus códigos.

El peor escenario, coinciden, es el de las lluvias torrenciales. Cuando bombas y arquetas quedan bajo el agua. Un problema no menor en una red de 1.300 kilómetros con 200 kilómetros de gran diámetro y otros 200 de pequeño calibre. Las tres destacan de Emivasa su carácter integrador y transversal, sin techos de cristal. «Hay que animar a las más jóvenes a que se formen también en carreras tecnológicas, porque tiene salida para nosotras», enfatiza Barrachina.

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