En ocasiones existe un decalaje entre lo que se demanda socialmente y el ritmo al que la Administración avanza. Un ejemplo claro se vio el jueves, en el Foro de Economía Comarcal organizado por Levante-EMV y À Punt sobre ‘Economía circular en la comarca Requena-Utiel’. Mientras la opinión y agenda pública obligan a hacer sostenible cualquier producción agrícola o ganadera, en ocasiones las trabas administrativas lastran esa intención dificultando a sus responsables cumplir con las cláusulas actuales: agricultores y agricultoras de esta comarca evidenciaron ayer que para de verdad poder cerrar el círculo de la producción agrícola, reutilizando todo lo que sobra reintroduciéndolo en el campo, «la Administración debe eliminar algunas trabas», concluyeron los participantes en el foro, patrocinado por la CEV y por el Consorcio València Interior (CVI).

Moderados por el periodista de Levante-EMV, Julio Monreal, en la casa de la Cultura del Ayuntamiento de Utiel, participaron en el debate el presidente del CVI y alcalde de Riba-roja de Túria, Robert Raga, el representante comarcal de Ava-Asaja, integrado en la CEV, Luís Julián Pérez Lázaro, la propietaria y CEO de la almazara ecológica Oli Oli, María Dolores Ferrando, el técnico medioambiental de la Mancomunidad del Interior Tierra del Vino, Gustavo Cárcel, el presidente del Grupo de Acción Local Rurable, José Luís Salom y la secretaria general del consejo regulador de la DO Utiel-Requena, Carmina Cárcel.

Un momento del foro de economía comarcal con todos los participantes. Fernando Bustamante

Arrancó la ronda de intervenciones el presidente del CVI, como uno de los organismos que más y mejor contribuyen a la economía circular en la comarca a través de la reutilización de la facción orgánica que se realiza en la planta de tratamiento de Caudete de las Fuentes. Allí, los agricultores pueden servirse de compost para abonar los campos. «Es una planta donde trabajan 30 personas de la zona, además de otras diez que trabajan en los ecoparques de la comarca. La economía tiene que ser circular, pero también ser economía real», señaló Raga.

En este sentido, el representante de Ava-Asaja en la comarca, Luís Julián Pérez Lázaro, aseguró que es el sector agrícola quien más hace uso de ese compostaje creado en Caudete. Sin embargo, visibilizó las piedras en el camino que se encuentran para apostar por la sostenibilidad, porque en las administraciones «no nos dejan reutilizar todo lo que querríamos». Y puso ejemplos: en las cooperativas, al machacar la uva, el ‘raspajo’, la rama del racimo que queda fuera. «Ese producto se considera industrial y tiene que venir una empresa especializada para poderlo compostar. Antes lo hacía cualquier empresa para utilizarlo como cama de animales o como compost, hasta que la Administración lo prohibió», lamentó Pérez Lázaro.

Julio Monreal y Robert Raga Fernando Bustamante

Además, abrió un debate paralelo que está a la orden del día: en la agricultura ecológica no puede usarse cualquier compost, lo que complica aún más la reconversión de cultivos a esta modalidad por la cantidad de trabas que aparecen.

De esto habló la propietaria de la almazara Oli Oli, que recientemente ha obtenido dos estrellas en el concurso internacional celebrado en Dubai con su aceite de oliva virgen extra. Para María Dolores Ferrando, no se entiende la agricultura si no es ecológica y ellos mismos generan su propia economía circular dentro de la empresa: «La poda la trituramos para crear compost cuando se descompone, y las hojas de los olivos las maceramos para crear fungicidas o las tiramos a los cultivos, porque hay que devolver al campo lo que le hemos quitado», explicó. Como detalle, explicó que en sus botellas de aceite se muestra cómo crear una lámpara una vez se haya vaciado, para poder darle una segunda vida a esa botella de cristal, «algo que antes era común, ir a una tienda a que rellenaran el envase, en nuestro mundo ya no es factible», señaló, por eso hay que mostrar nuevas posibilidades y adaptarse a la realidad actual.

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Foro de Economía Comarcal: La economía circular en Requena-Utiel Fernando Bustamante

Con la certeza de que el motor económico de la comarca es la agricultura, en la Denominación de Origen Utiel-Requena tienen claro que además de dinamizar el territorio, fijando población, la agricultura también protege el paisaje y evita la degradación del territorio. Carmina Cárcel puso sobre la mesa algunos datos para comprender el contexto: «En la comarca hay 33.000 hectáreas vitivinícolas, donde trabajan más de 5.000 agricultores», señaló, y todo el negocio que se genera a partir de ellos cuentan también como actividad económica: el enoturismo, la restauración, los alojamientos rurales... «Hay que garantizar el relevo generacional en la agricultura y protegerla más que nunca», sentenció, y añadió que de nada sirve si no se moderniza y si no se exploran nuevas vías de sostenibilidad. ¿Cómo? «El plan de gestión tiene que ser más global, requiere inversión y coordinación. Más allá de iniciativas privadas, será economía circular cuando dejemos de quemar sarmientos y los utilicemos para crear energía, por ejemplo, o calor o biogás».

16.498 TN de residuos mezclados se generaron en Requena-Utiel en 2021

  • Así se registra en los datos del Consorcio Valencia Interior relativos a la comarca.

9.500 TN del total fueron residuos orgánicos para convertir en compost.

  • Es la cantidad que se recoge en la planta de tratamiento de Caudete de las Fuentes y que se transforma en compost para la agricultura.

415.480 KG de papel y cartón

  • Casi medio millón de kilos de papel y cartón recogió el CVI en la comarca Requena-Utiel para su posterior tratamiento.

356.620KG de envases ligeros

  • Es la cantidad que entró en Caudete de las Fuentes llegado de los contenedores amarillos de la comarca en 2021.

4,1 TN de residuos recogidos en la red de ecoparques comarcal

  • En la decena de ecoparques fijos y móviles de Requena-Utiel se recogieron 4,1 millones de residuos. Lo que más abundó fue el escombro de obra, con 1,8 toneladas, seguido por 1,4 toneladas de residuos voluminosos; medio millón de kilos de madera y 205.248 kilos de jardinería.

Primer reto: la recogida

Para ello, según adelantó el técnico medioambiental de la Mancomunidad del Interior Tierra del Vino, «se va a poner en marcha la recogida selectiva orgánica a través de contenedores marrones, la recogida puerta a puerta y las islas de compostaje», señaló Gustavo Cárcel. Una vez el organismo supramunicipal vea la efectividad de cada uno de ellos en diferentes contextos, se llevará a todos los municipios de la comarca Requena-Utiel.

«Lo importante es que un residuo deje de serlo porque se convierte en un subproducto», señaló José Luís Salom, presidente del Grupo de Acción Local Rurable. Lo que no se entiende es que la Administración califique de residuos industriales -y por tanto se exija un tratamiento especial- a los restos que emanan de la producción de vino o aceite, como el raspajo o el ‘alperujo’, este último la mezcla de agua y aceite que se obtiene de la producción en dos fases de una almazara.

Gustavo Cárcel, técnico medioambiental de la Mancomunidad del Interior Tierra del Vino F. Bustamante

En OliOli, ese alperujo «viene un gestor para producir orujo de oliva con él. Pero es una pena, porque en Andalucía dejan poner una parte en la tierra, pero aquí no, al contrario, tenemos que pagar para que se lo lleven», lamentó Ferrando.

En este punto, Pérez Lázaro recordó que la economía circular «también tiene que ser economía», por lo que cuestiona que haya que pagar por la gestión de los residuos para que se lo lleve una empresa y cree un subproducto cuando podría ser reutilizado en la propia explotación.

Un nuevo modelo a la antigua

Esa reutilización, en el fondo, esconde un hecho: volver a las prácticas tradicionales de las generaciones anteriores, como recordó Robert Raga. De hecho, en el CVI, además del compostaje público, se ha lanzado el programa de compostaje doméstico, por el que se reparten a familias compostadoras para poder crear sus propios nutrientes a partir de podas y restos de comida que después volverán a la tierra de sus casas. Con el compost, pero también con el uso de la materia orgánica para crear energía en un futuro, todo evidencia «que hay que buscar un nuevo modelo productivo, de abrir nuevas vías», ante el agotamiento visible del sistema actual, con los precios de la energía y las materias primas disparados.

Triaje en la planta de tratamiento de Caudete de las Fuentes del CVI L-EMV

El CVI estudia la creación de una nueva planta para dar salida a las podas

El foro ‘Economía Circular en la comarca Requena-Utiel’ dejó una conclusión unánime: la potencialidad de esta zona geográfica para liderar la producción y el consumo de compost orgánico, debido a la elevada cantidad de hectáreas de cultivos que producen materia que puede ser reutilizada y devuelta a los campos. Por eso, el presidente del Consorcio Valencia Interior, Robert Raga, anunció que el organismo estudia la creación de una nueva planta para gestionar únicamente las podas que se generan en esta comarca y en las cinco restantes en las que trabaja el CVI.

Según explicó, cada año se recoge alrededor de 25.000 toneladas de poda de los municipios consorciados, con un elevado número de chalés y parques públicos. Sin embargo, planteó la posibilidad de extender ese servicio a la recogida de podas industriales, de campos de naranjos, de vid, de olivos, almendros o cualquier otra explotación agraria. «Ahora, esos residuos agrarios se gestionan a través de transferencias, pero si tuviéramos una planta concreta podríamos gestionarlo nosotros, asegurando que tras su reconversión, tiene una salida en el mercado», señaló Raga.

El presidente hacía referencia a otra de las máximas del foro: hay que rentabilizar los residuos. La idea primigenia versa sobre la posibilidad de convertir esa poda de los cultivos tanto en compost de calidad como en pellets, el combustible natural que utilizan algunos sistemas de calor. «Hay que ver si esa salida al mercado es rentable», aseguró.

Germán Caballero

Según avanzó Raga, se está estudiando que la planta pueda impulsarse gracias a los fondos europeos de reconstrucción, una opción que se está valorando.

En este sentido, el CVI ha integrado recientemente una nueva máquina gracias a una subvención de la Generalitat de 400.000 euros. Se trata de una instalación dentro de la cadena de separación de biorresiduos que se dedica únicamente a extraer el cristal del compost. De hecho, se han podido recuperar 1.100 toneladas de vidrio solo de la facción de orgánico gracias a este sistema que con un imán atrae cualquier resto, por pequeño que sea, de esta materia, limpiando todavía más el compost generado.

No solo eso, si no que hace dos meses, el CVI implementó también una línea de recogida de residuos orgánicos exclusiva para grandes generadores como institutos u hospitales. Según relató Raga, se están recogiendo 4,5 toneladas diarias de biorresiduos, lo que supone unas 16.000 toneladas al año solo en materia orgánica. «Para ello hace falta inversión, como el millón de euros de la Generalitat para subvencionar este proyecto que nos ha permitido instalar contenedores inteligentes y camiones preparados», señala Raga.

Junto a la inversión económica y la disposición del CVI de crear una nueva planta, el representante de la Mancomunidad del Interior Tierra del Vino, puso el acento en otro aspecto: la concienciación ciudadana, apelando a lo que se hacía antes. Para Gustavo Cárcel, «somos una comarca agrícola, con tradición de compostaje de toda la vida, con nuestros familiares recogiendo los restos de la comida, añadiendo cenizas y hojas, y abonando los huertos», recuerda. Por eso «hay que aprovecharse de esa tradición para transformar esos residuos, en la planta de caudete o en otra específica, para hacer un compost de calidad», señaló.

Maria Dolores Ferrando, de OliOli, yRobert Raga, presidente del CVI F. Bustamante

Para ello, hay que educar y concienciar a los ciudadanos de hacer la separación correcta de la facción resto. En este sentido, el presidente de Rurable, José Luís Salom, apuntó a que esa verdadera sensibilización «llega cuando nos cuesta dinero». Según explicó, en el horizonte ya se atisba el Pago por Servicios Ambientales. «La Conselleria de Agricultura lo tiene claro. Cuando uno visita el Rincón de Ademuz, por ejemplo, puede hacerlo gracias a las personas que viven allí y conservan el entorno, y eso se tiene que pagar», señaló. ¿Cómo? Con una fiscalidad diferenciada como ya defienden organismos como la Asociación de Municipios Forestales.

José Luís Salom, presidente de Rurable F. Bustamante

Tecnología para mejorar la calidad del cultivo y el autoabastecimiento

El último asunto a debatir en el Foro de Economía Comarcal fue el papel que juega la tecnología en el progreso del sector agrícola y su relación con los residuos. En este punto, todos coincidieron en que es «imprescindible» y los cambios en los últimos años son más que evidentes. En el caso de la almazara de OliOli, gestionada por Maria Dolores Ferrando, «hemos introducido herramientas para medir el estrés hídrico y la evaporación del agua». Así se recopilan datos que permiten al capataz decidir cuándo es mejor regar, entre otras cosas. Se miden los nutrientes y la humedad. Sin embargo, Ferrando recuerda que a la tecnología «hay que sumar el saber tradicional, y hemos querido introducir abejas en la explotación para mejorar la diversidad».

Carmina Cárcel, de la DO Utiel-Requena F. Bustamante

Todas estas herramientas mejoran la calidad del cultivo, como apuntó también Carmina Cárcel, quien recordó que la tecnología también sirve para innovar con tratamientos ecológicos y sostenibles, lo que lleva a muchos agricultores a pasarse al cultivo ecológico. Todos ellos cuentan ya con métodos impensables hace 30 años, como explicó el representante de Ava-Asaja. Luís Julián Pérez Lázaro nombró las trituradoras de Sarmiento, «que ya tienen el 40 % de los agricultores», pero también los sistemas de riego, que permiten «un menor consumo de agua y la que se usa es de forma más eficiente, con mucha menos energía», explicó. De hecho, José Luís Salom explicó que el autoconsumo a través de energías limpias como la solar es una práctica cada vez más extendida en bodegas y cooperativas, con pequeñas instalaciones sobre los tejados que sirven para el funcionamiento de la explotación, una tendencia que confirmó Gustavo Cárcel, de la Mancomunidad Tierra del Vino, quien aseguró que los pequeños parques solares para el consumo municipal están proliferando «al margen de los megaparques que quieren instalarse en este territorio».